Fútbol Americano
ESPN.com (Traducción) 6y

Croacia debe convertir en éxito a largo plazo su decepción en la final

MOSCÚ - Luka Modric recibió su Balón de Oro, aceptó las felicitaciones de Gianni Infantino y Vladimir Putin, y encaró la fila de felicitadores con un aire inescrutable. El siguiente en saludar al mejor jugador del mundial fue el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y luego, enfundada en la camiseta roja y blanca de Croacia, llegó el turno de una persona que estaba ansiosa por felicitarlo. Era la presidente de su país, Kolinda Grabar-Kitarovic, y mientras que Modric ocultaba con éxito sus emociones, la política no tuvo reparos en dejarlas fluir. Le dio un fuerte abrazo a Modric, un símbolo enorme de un país tan joven, y tuvo que hacer un esfuerzo visible para contener las lágrimas.

El comportamiento estadista está sobrevalorado en momentos como éste. Además, era el momento de los abrazos. Unos 15 minutos antes, cuando Croacia saludó de frente a la masa de fans con camisetas rojas y blancas detrás del arco sudeste del Estadio Luzhniki, Dejan Lovren fue a abrazarlos uno por uno. Hubo palabras de pésame y de consuelo, pero el abrazo más largo de Lovren fue para Ivan Rakitic, su compañero estos últimos ocho años. Uno tiene 30 años y el otro acaba de cumplir 29. Dos jugadores que ya están cerca de dejar atrás los mejores momentos de sus carreras acababan de vivir el clímax de este deporte.

¿Qué estarían pensando los cuatro, perdidos en un momento que ninguno de ellos podría haber anticipado?

Para Grabar-Kitarovic debe haber sido un momento de gran orgullo en un país de 27 años. Modric debe haber sentido la enorme frustración de un ganador que estuvo tan cerca de escribir su nombre y el de su selección nacional en el panteón del fútbol, y puede que no vuelva a tener otra oportunidad. Quizás Lovren y Rakitic, empapándose de lo que veían en las gradas, también se estarían preguntando si alguna vez volverán a vivir algo de este calibre en sus carreras.

Habían entregado todo, habían dejado hasta lo último que sus físicos y sus cabezas tenían para dar, haciendo trabajar a Francia hasta el último segundo de un partido que habían dominado, pero que los jugadores de Zlatko Dalic no pudieron conquistar.

"Estoy muy emocionado", le dijo a ESPN FC el presidente de la Asociación de Fútbol Croata, Davor Suker, tras felicitar a sus jugadores en el vestuario, cuando comenzaba a caer en la cuenta de las consecuencias de esta derrota ante Francia. "Creo que fue un resultado justo. Hay que felicitar a los jugadores y al entrenador de Francia. Creo que hoy ganó el mejor equipo".

Esa fue la temática más amplia de la reacción inmediata de Croacia, que no hizo referencia a la frustrante e inoportuna decisión del VAR cuando estaban 1-1. "Hay que respetar el VAR y es mala suerte para nosotros, eso es todo lo que puedo decir", dijo Suker, sin deseos de echar culpas o de irse del torneo con un sabor amargo.

"Hay que ser digno en la derrota y respetar el resultado. Ese fue mi mensaje a los jugadores", explicó Dalic en su conferencia de prensa posterior al partido.

En la final de un Mundial, es como hay que ser. Todo el mundo sabe qué fue lo que dio vuelta el partido, y el propio Dalic dijo que el penal que le facilitó a Francia su segundo gol no debería haberse dado en una final, pero que no era momento de quedarse con lo negativo.

Por el contrario, para Croacia es momento de mirar hacia adelante y ver cómo usar esta experiencia en un sentido positivo. Después de ver a Modric y Rakitic controlar el mediocampo durante largos períodos en la final de la Copa del Mundo, con la ayuda del sobresaliente Ivan Perisic, fue emocionante: fue la coronación de todo lo que siempre hemos sabido de estos talentos de clase mundial, una afirmación de que las habilidades futbolísticas más puras como estas pueden florecer en el escenario que se merecen.

Pero también nos dejó una sensación de urgencia: si este ha sido el punto más alto de una maravillosa generación de futbolistas, ¿Qué es lo que vendrá después?

Dalic, quien ha logrado maravillas con su equipo en apenas nueve meses y recibió un merecido aplauso cuando salía de su conferencia de prensa después del partido, ha pedido mejor infraestructura en el fútbol croata durante el último tiempo y es un tema que retomó Suker en la conversación más adelante.

"Ahora los políticos tendrán tiempo para decidir cuándo tendremos nuestro primer estadio nacional", dijo Suker. "Seré el presidente más feliz del mundo si logramos tener un poco de ayuda

con la infraestructura, para construir canchas oficiales. No es tarea fácil. Queremos construir instalaciones de prácticas y un estadio nacional, pero sin las autorizaciones no se puede”.

Quizá sea una pregunta para Grabar-Kitarovic y sus colegas. Croacia sin dudas se beneficiaría si pudiera apuntalar a los talentos que produce periódicamente con una estructura sólida. Si hay algún momento para pensar a largo plazo sin dudas es ahora, cuando los recursos futbolísticos del país no podrían estar en un mejor momento.

El equipo actual cuenta con jugadores que estarán listos para liderar en 2022 -- Ante Rebic, el lateral de 24 años, ha tenido un gran torneo – pero hay un margen generacional por debajo de Modric y el desafío será asegurarse de que Croacia siga compitiendo en este nivel en las futuras Copas del Mundo en vez de quedarse con el hermoso y cálido recuerdo de 2018 dentro de dos décadas.

Pero una vez más, tampoco está mal querer disfrutar del momento.

"Es la Copa del Mundo -- ¿Por qué estamos aquí?, ¿por qué estamos peleando?", Suker se preguntó a si mismo de manera retórica. "Es por el país, por la bandera, por la camiseta”.

Rakitic había hablado antes de la final acerca de tener a 4.5 millones de jugadores en la cancha, haciendo referencia a la población del país. Así es como han jugado, sin dejar nada en el camino, siguiendo adelante incluso cuando estaban 4-1 abajo y consiguiendo un atisbo de esperanza cuando Hugo Lloris falló contra Mario Mandzukic. A medida que el reloj se acercaba a los 90 minutos, esos miles de fanáticos que habían viajado para ver la final, en ese momento ya aceptando la realidad de la derrota, entablaron una larga y desafiante canción. Nadie, en ese punto, estaba pensando en las instalaciones de práctica o las academias juveniles: si el objetivo del deporte es llegar a la cima, ¿no era eso lo que Croacia había estado a punto de lograr?

"Estamos un poco tristes, pero también tenemos que sentirnos orgullosos", dijo Dalic. Independientemente de cómo había sido el resultado final, Grabar-Kitarovic, Modric, Lovren, Rakitic y todos los demás croatas en el estadio se habrán sentido de la misma manera. Esta ha sido una noche para recordar con la cabeza en alto. Cuando amanezca nuevamente será momento de asegurarse de que esos sentimientos den lugar a una esperanza duradera.

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