La ilusión de la noche previa a la llegada de los Reyes Magos supone uno de los más grandes gozos de la infancia.
La ansiedad por despertar y encontrar los regalos anhelados es un clímax parecido al festejo de un gol histórico.
Cada niño cubierto por una sonrisa inocente y una mirada que en su brillo lleva consigo la esperanza, representa la felicidad a carta cabal.
Hoy llegaron los Reyes Magos a millones de hogares alrededor del mundo; aquellos que, según cuenta la tradición, vinieron de Oriente e iban guiándose por una estrella que los condujo hasta Belén.
Pero el futbol, un juego que nació en las universidades inglesas del siglo antepasado y que hoy es el consumidor más importante de charlas de café en todo el planeta, también tiene a sus ‘reyes magos’.
Messi, Cristiano y Neymar son los Melchor, Gaspar y Baltazar de nuestros días. Desde hace algunos años llegaron a este mundo para ‘regalar’ algo más que oro, incienso y mirra.
Estos tres futbolistas son dadores de alegrías, de magia. Su talento los tiene en la curva más alta, donde la pelota se rinde ante ellos, y niños y grandes por igual disfrutan de su prodigio.
“Cuando vamos a un estadio, si miramos bien, hay 80 mil niños viendo un partido, porque el futbol nos devuelve a la infancia”, escribe Jorge Valdano.
Bajo este entendido, cada mañana del 6 de enero millones de niños en el mundo disfrutan la llegada de los Reyes Magos, y el futbol no está alejado de esta ilusión.
Empecemos por el rey mago número uno: Lionel Messi.
“Engaño y precisión en velocidad, de eso están hechos sus prodigios. Sin adornos. Muchas de las cosas que hace sabemos que va a hacerlas y, sin embargo, nos quedamos diciendo: ‘¿cómo lo ha hecho?’. Pregunta vana porque los genios no explican. Actúan”, así define Valdano a su paisano.
El considerado ‘Filósofo del futbol’ cuenta una anécdota en su libro ‘Futbol: El Juego Infinito’ en la que queda de manifiesto la grandeza de Cristiano Ronaldo y su influencia en los niños, que juegan a parecerse al ‘mago’ del Real Madrid.
“Voy caminando por mi ciudad de origen en Argentina, y un chico de unos doce años que habrá oído hablar un poco de mí se me acerca en bicicleta y me pregunta si soy futbolista. Le contesto que lo fui y, para resaltar mi figura saco la carta que creo definitiva: ‘Jugué con Maradona’.
“Pero el pibe no parece impresionado por el pasado y me da una muestra implacable de la globalización: ‘¿Y lo conocés, a Cristiano Ronaldo?’”.
De Neymar hay poco qué decir, es un ‘mago’ de pies a cabeza. Le resulta imposible ocultar sus orígenes cada que el balón llega a sus pies. Brasileño puro con la magia y la gambeta impregnadas al nacer.
Neymar es un jugador totalmente distinto, valiente, atrevido, desafiante y divertido. Juega con una profundidad tremenda y aporta peligro en cada pelota que toca. Ver a Neymar en el campo es remitirse a la esencia del futbol.
Messi, Cristiano y Neymar son los tres ‘reyes magos’ de nuestros días, pero en realidad lo son todos aquellos que tienen una magia especial para llenar tribunas, arrancar alaridos y embellecer este juego.
Ese menesteroso que recorre los estadios del mundo pidiendo como limosna una buena jugadita en una formidable imagen de Eduardo Galeano, necesita del ‘mago’. De lo contrario, el ‘mendigo’ morirá de hambre, igual que el propio futbol.