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Luka Modric, un ejemplo de superación

Luka Modric es una de las grandes figuras del fútbol. El astro croata, de 32 años, viene de hacer un muy buen Mundial con su Selección, tras llegar nada menos a la final de Rusia 2018. Modric fue elegido como el mejor de la competencia, al ganar el Balón de Oro. Para muchos, era un sueño imposible que Croacia llegara a la final del Mundial. Pero ocurrió.

Lo mismo pasó con Modric de chico: pocos pensaban que podría ser jugador de fútbol. Y por varias razones. Por un lado, porque al tener una contextura física pequeña, fue relegado por muchos entrenadores. De hecho, no fue aceptado en el club HNK Hajduk Split, del cual era simpatizante. Cualquier parecido con un tal Lionel Messi, quien también tuvo problemas por el crecimiento, es pura coincidencia.

Pero Luka estaba lejos de rendirse por una desilusión de este tipo. De chico, más chico aún, había aprendido a superar adversidades más difíciles, donde estaba en riesgo la vida. Nacido en Zadar, la vieja Yugoslavia, creció a la sombra de las bombas de la guerra croata de la independencia. Viviendo en hoteles de refugiados, escapando de las balas y sin una casa estable, Modric se hizo fuerte.

Más tarde pudo volver a su pueblo, aunque ya no fue lo mismo: su abuelo, había muerto ejecutado en la guerra. El, junto a su familia, siguió adelante. Y le dedicó buena parte de su vida al fútbol. Jugando donde podía, con pelota de verdad o de trapo, comenzó a soñar en grande. El talento le ganó a la baja estatura e incluso a la propia guerra, y a los 16 años llegó la primera oportunidad, tras ser aceptado en el Dynamo Zagreb.

Enseguida ratificó sus condiciones, aunque el Zagreb decidió cederlo para que fuera ganando confianza. Así, tuvo un paso por la Liga de Bosnia, para regresar a Croacia y ser cedido nuevamente al Inter Zapresic. Finalmente, el Dynamo decidió “quedárselo”. Y no se equivocó: en poco tiempo, gracias a su aporte, el club conquistó tres Ligas, dos Copas de Croacia y una Supercopa.

Superada por lejos la etapa de los préstamos llegó el interés genuino de clubes grandes de Europa. De Zagreb, partió al Tottenham de Inglaterra, donde seguiría creciendo como jugador y persona. En el club inglés jugó desde la temporada 2008/2009 hasta la 2011/2012, a pesar de que fue tentado en varias ocasiones para pasar al Chelsea o al Manchester United.

Finalmente, fue el Real Madrid el que se quedaría con sus servicios. El debut no pudo ser mejor: a horas de haber llegado el merengue ganó la Supercopa de España, tras vencer en la final nada menos que al Barcelona, el clásico rival. Modric pudo jugar unos minutos en esa definición.

Los años en el Madrid fueron los mejores de su carrera. El gran rendimiento de un equipo plagado de figuras, donde se destacaba la presencia de Cristiano Ronaldo, sin dudas potenció las condiciones del croata. Con el Real, el Pájaro ganó 14 títulos, entre ellos Champions League, Mundial de Clubes y Ligas de España.

Para coronar esos años de crecimiento, llegó uno de los premios más grandes: jugar la final de un Mundial. Croacia lo logró en Rusia, cuando la disputó frente a Francia. Y si bien perdió frente a uno de los favoritos, haber estado en esa definición fue una de las mayores alegrías para Modric y para el pueblo croata.

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