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Manny Pacquiao, un ejemplo de superación

Sin dudas, Manny Pacquiao es uno de los mejores boxeadores de la historia. El único campeón del mundo en ocho categorías, tiene detrás de tantos éxitos una historia de carencias, padecimientos y perseverancia para conseguir eso que se propuso cuando era apenas un chico: triunfar y dejar atrás la pobreza.

El padre trabajando en la cosecha de cocos y la madre vendiendo maníes contaban las monedas para poder alimentar a Manny y a los seis hermanos. "Éramos muy pobres", escribió Pacquiao en su autobiografía. El mismo, para sobrevivir, vendía pan en las calles de Kibawe, el humilde pueblo agrícola donde vivía.

Con apenas 12 años abandonó su hogar. Los problemas familiares que había en la casa por el alcoholismo de su padre lo empujaron a alejarse de ese ambiente. Y eligió la calle. Primero de Kibawe y después de Manila, la capital filipina, descubrió la pobreza extrema. Peleaba por dos dólares, compraba galletas y luego las vendía por unos centavos más. Llegó a dormir tapado con cartones y si tenía suerte, en el gimnasio donde lo dejaban entrenarse.

A medida que fue creciendo descubrió el poder de sus puños. Y vio allí una manera de ganarse la vida. Debutó con 16 años, pero como su peso estaba lejos del reglamentario, debió superar el pesaje con una pequeña trampa: escondió monedas en sus bolsillos.

La potencia de sus manos comenzó a trascender en toda Manila y poco a poco llegaron los truinfos y el primer título mundial, en 1998, cuando ganó en la categoría de peso mosca frente a Chatchai Sasakul.

El éxito había llegado, y el desafío que vino a continuación fue emigrar a los Estados Unidos, donde comenzó de cero. Allí conoció a Freddie Roach, un entrenador que lo marcó: bajo su tutela, llegaron los títulos supergallo, contra Lehlo Ledwaba; gallo, frente a Marco Antonio Barrera; superpluma, en una de sus batallas con el mexicano Juan Manuel Márquez; liviano, derrotando a David Díaz; superliviano, con un triunfo sobre Ricky Hatton; welter frente a Miguel Cotto y superwelter con victoria sobre Antonio Margarito.

Oscar de la Hoya, Erik Morales y Shane Mosley también estuvieron entre sus vencidos, igual que el argentino Lucas Mathysse a quien en julio pasado mandó a la lona tres veces para quedarse nuevamente, a los 39 años, con el cinturón de campeón de los welter de la Asociación Mundial De Boxeo.

El triunfo con Cotto en 2009 fue presenciado en las plateas por alguien especial. Su padre, a quien no veía desde hacía mucho tiempo. “Pese a todo, pude perdonarlo”, reconoció.

En su país es un auténtico prócer. Su imagen aparece en billetes, aparece en comerciales de todo tipo, se animó a cantar y a grabar discos... Pero lo más importante, seguramente, es que no se olvida de sus orígenes. Tras ser elegido senador financió la construcción de 1.000 viviendas en Kibawe, su pueblo natal, el de la casa de madera y paja donde pasó su infancia.