Fútbol Americano
Simon Kuper | ESPN FC 5y

Tras bastidores de la gala del Balón de Oro: Sin Messi ni Cristiano, lágrimas para Mbappé y el "miedo escénico" de Modric

PARÍS - Prácticamente se podía sentir lástima por Luka Modric, cuando recibió el Balón de Oro al jugador del año en el escenario del Grand Palais de la capital gala. Parecía que los franceses lo estuvieran castigando durante la gala escenificada el lunes, al privar a uno de sus campeones mundiales de recibir el galardón.

Allí, en una mesa al lado del escenario, casi en señal de provocación, estaba la propia Copa del Mundo, la misma que su selección croata perdió en la final de Moscú en julio pasado. En pleno proscenio, David Ginola, quien fuera extremo de la selección de Francia y ahora funge como moderador, hacía preguntas necias a Modric: "¿Es un sueño hecho realidad?" Modric, quien siempre parece ser un cruce entre una pescadora y Johan Cruyff en aproximadamente 1973, no es alguien hecho para la vida social, por ello se podía ver que aparecer en el escenario era más atemorizador para él que jugar la final del Mundial de Fútbol.

Mientras tanto, los aficionados en redes sociales aullaban casi al unísono que Modric no merecía el galardón. Cierto o no, el hecho es que el croata se merecía algo mucho mejor que esta noche tan extraña.

La revista France Football creó el premio Balón de Oro en 1956 (Stanley Matthews ganó en la primera edición) y este año regresó a casa, para ser entregado en París. Dos días después que los protestantes conocidos como "chalecos amarillos" que manifestaron contra las políticas del presidente Emmanuel Macron dejaron los Campos Elíseos sumergidos bajo las llamas y el gas lacrimógeno, raperos franceses, el arquero del París Saint-Germain Gianluigi Buffon y un conjunto de jóvenes VIP parisinos hermosamente ataviados llegaron al cercano y amplio Grand Palais, con su alta cúpula, ansiosos de celebrar a los suyos. Imagínense la felicidad que los habría albergado si Antoine Griezmann o Kylian Mbappé hubiesen sido coronados aquí.

Ginola saludó a los presentes diciendo: "¡El suspenso es letal!" Pero no fue así. Unas horas antes de la ceremonia, el ranking con los 30 jugadores más votados se había filtrado en internet y casi todo el Grand Palais ya lo había leído.

Por primera vez, desde que Kaká se alzara con el premio en 2007, ni Lionel Messi ni Cristiano Ronaldo habían ganado el Balón de Oro. Este año, de acuerdo a lo que leímos en nuestros teléfonos, Messi quedó quinto, Mbappé cuarto, Griezmann tercero, Cristiano en segundo puesto y Modric como primero. Sería una noche muy larga antes de que nos dijeran lo que ya todos sabíamos.

Sin embargo, antes del momento final, se presentaron dos nuevos trofeos. Primero, estaba el Trofeo Raymond Kopa, para el mejor futbolista menor de 21 años. Una nube de humo cubría el balcón y de allí apareció (para sorpresa de nadie) Mbappé. Tal es su encanto y físico de corredor que bien podía vestir zapatos marrones bajo su traje. Su padre Wilfied, quien lo entrenó en categoría infantil, murmuraba con una voz algo temblorosa: "El orgullo de ver que el pequeño ha crecido". El seleccionador francés Didier Deschamps rememoraba la inolvidable carrera del joven Kylian en el partido mundialista contra Argentina: "Me imaginaba en el lugar de los jugadores que tenían que enfrentarse a él".

Ginola le preguntó a Mbappé si su próximo objetivo era ganar el Balón de Oro para mayores: "No", respondió. "Mi próximo objetivo es ganarlo todo".

Sin embargo, tal como lo recordó posteriormente, al haber terminado en el séptimo puesto en los rankings de adultos el año pasado y en el cuarto este año (siendo el jugador más joven dentro del Top 5 desde que Michael Owen lo alcanzara con 19 años en 1998), Mbappé parece ascender de forma indetenible. Si Messi y Cristiano resultan ser mortales, el francés podría ser el próximo a ocupar el puesto entre los más grandes.

El otro nuevo galardón, el Balón de Oro femenino, recayó en Ada Hegerberg de la selección noruega y el Olympique Lyon. Mientras agradecía (entre muchos otros) al presidente del Lyon, Jean-Michel Aulas, la audiencia parisina abucheó con gusto, mientras Ginola les imploraba dejar de hacerlo.

"Es un paso inmenso para el fútbol femenino", expresó Hegerberg. "Me gustaría terminar con algunas palabras dirigidas a todas las jovencitas del mundo entero: Por favor, crean en ustedes mismas".

Todo muy bien si el segmento hubiese terminado allí. Sin embargo, el DJ de la noche, el francés Martín Solveig, parecía determinado a demostrar que el nuevo galardón no representaba un golpe al sexismo dentro del mundo del fútbol. "¿Haces twerking?", preguntó. Hegerberg se alejó disgustada diciendo "¡No!". Quizás los organizadores franceses querrán asegurarse de que no ocurrirán incidentes similares mientras se preparan para albergar el Mundial Femenino del próximo año.

Hubo un intermedio francés, en el cual Mbappé, Griezmann, Deschamps y el volante francés Thomas Lemar subieron al escenario. "Busca la copa", le dijo Ginola a Griezmann, como si éste fuera un niño. Grizi, sin pensarlo mucho, corrió 20 yardas hasta llegar a la mesa donde le esperaba el trofeo dorado. La multitud aplaudió y escuchamos la canción del verano: "Ramenez la Coupe a la Maison" ("Traigan la copa a casa") interpretada por Vegedream, sirviendo de fondo a imágenes de las multitudes jubilosas agolpadas en los Campos Elíseos, dándole la bienvenida a la selección campeona. Sin embargo, parecían instantáneas de un tiempo lejano. El ambiente en Francia se ha ensombrecido desde entonces, con los "chalecos amarillos" expresando el descontento nacional.

A Ginola no le importó. Sostuvo la copa en manos y se ufanaba: "Es pesada y es hermosa". Cada hincha francés recordó aquella noche parisina hace 25 años cuando Ginola, en vez de mantener el balón y firmar un empate contra Bulgaria, hizo un remate sin sentido. El arquero búlgaro la atrapó y en la contra los búlgaros anotaron el gol de la victoria, eliminando a Francia del Mundial de Estados Unidos 1994. Deschamps también jugó esa noche y Ginola no ha sido su persona favorita desde entonces. A pesar de ello, el técnico mantuvo su compostura en el escenario.

El trofeo volvió a su sitio para dar paso a la aparición de Modric, mientras el croata parecía determinado a hacerla de la forma más rápida e insípida posible. Parecía haber memorizado su discurso en inglés: "Tengo emociones sensacionales en este momento que son difíciles de describir con palabras", decía de forma monótona, sonando como si fuera un traductor malo de esos que se consiguen en internet. Cuando Ginola le preguntó cuáles eran los secretos de su éxito, Modric respondió: "Trabajo duro, persistencia en los momentos difíciles, creer en uno mismo".

Luego, Modric fue gracioso al saludar a quien fuera su técnico en los Spurs, Harry Redknapp, quien lo movió del puesto 10 al mediocampo, posición en la cual ha alcanzado la grandeza. Cuando se le preguntó a Mbappé si estaba decepcionado por no haber ganado el Balón de Oro, respondió con lo que parecía ser una burla dirigida a Modric: "Me siento orgulloso de estar en el podio, de ser Campeón del Mundo".

El momento más conmovedor vino por parte del padre de Modric, vía conexión de video. Al escuchar que su hijo había ganado el mayor galardón individual que se puede conseguir en el mundo del balompié, éste se río, juntó sus manos en un gesto similar al de oración y dijo: "Eres mi genio". Después, el progenitor del jugador del Real Madrid perdió la batalla contra las lágrimas.

Es cierto que Modric no cuenta con la misma calidad de Cristiano o Messi. Sus estadísticas de 2018 suman 56 partidos, 11 asistencias y 3 goles para selección y club. El único ganador del Balón de Oro con cifras menores es Lev Yashin, el arquero ruso que lo obtuvo en 1963. Los números alcanzados por Modric en Rusia tampoco fueron sorprendentes: dos goles (incluyendo un penal) y una asistencia. No obstante, los centrocampistas como él (o Xavi, o Paul Scholes) quienes raramente hablan o convierten goles son muy poco respetados, casi al mismo nivel de los defensas. Haber conducido a una selección con una zaga digna de un club, de un país con cuatro millones de habitantes, a la final de un Mundial de Fútbol es todo un mérito que vale ser reconocido con un galardón de esta talla. El Balón de Oro nunca ha sido meramente un evaluador de calidad individual. También recompensa algo un poco diferente: los logros alcanzados en los momentos más importantes. Es algo positivo que las generaciones futuras sabrán que el fútbol de nuestro tiempo fue algo más que Messi y Cristiano.

Además, pocos galardonados con el Balón de Oro han cruzado un trayecto más largo hacia la cumbre que Modric. Con 5 años, creciendo en el país conocido en aquél entonces como Yugoslavia, escapó de la guerra civil que azotaba esa nación junto a sus padres. Militantes serbios mataron a tiros a su abuelo y quemaron su hogar. La familia terminó pasando siete años en condición de refugiados en un hotel en la villa de Zadar, en la Costa Dálmata de Croacia, región que produjo casi la mitad de la plantilla que llegó a la final en Moscú. Entre bombas y granadas, Modric jugaba al fútbol en el estacionamiento del hotel.

Quizás el Balón de Oro no haya sido lo mejor que le ocurrió a Modric ese lunes. En el mismo día, un tribunal de Croacia decidió que el zaguero no sería objeto de una acción legal por presunto falso testimonio en el juicio del exjefe del Dinamo de Zagreb Zdravko Mamic.

Modric tiene 33 años y juega en un Real Madrid actualmente en dificultades. Entonces, este podría ser su último gran momento, en una especie de reconocimiento a toda una trayectoria. Pasará a la historia al lado de muchos ganadores del Balón de Oro que quedaron a un paso de la grandeza completa, jugadores sentados en "la segunda fila", tal como lo dijo Marco van Basten, quien se considera uno de ellos, en la misma categoría de Oleg Blokhin, Kevin Keegan y Allan Simonsen.

Entonces, es muy probable que el próximo año sea Messi o Cristiano quien vuelva a subir al escenario.

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