Fútbol Americano
Tom Marshall, ESPNFC 5y

De Asunción a Atlanta: el viaje de Miguel Almirón a la MLS Cup

ASUNCIÓN, Paraguay – Las tribunas desmoronándose, parches de tierra roja bajo los arcos y mechones de denso césped por las bandas de la cancha del estadio Club 3 de noviembre, ubicado en el barrio San Pablo de Asunción, nos recuerdan los modestos inicios de Miguel Almirón, al igual que nos permite entender lo lejos que ha llegado la carrera del paraguayo.

Almirón no tendrá que lidiar con las dificultades que vivió en su primer club, al pisar la grama del Mercedes-Benz Stadium este sábado. El joven de 24 años saldrá a representar al Atlanta United en la MLS Cup, contra los Portland Timbers, en un estadio repleto, luces brillantes, un elaborado espectáculo previo al partido y un césped en perfecto estado.

En el hogar de su familia, en el mismo vecindario de clase trabajadora de San Pablo, la importancia de la MLS Cup y lo que representa en el ascenso profesional de Miguel no es indiferente a aquellos que lo vieron hacer malabares con toronjas en el jardín y constantemente agotar las suelas de sus zapatos, debido a su afición a patear piedras o cualquier elemento que tuviera forma similar a la redonda.

“En ningún momento nos imaginábamos que iba a tener la repercusión que está teniendo ahora”, afirma su padre Ruben Almirón, quien viajó a los Estados Unidos para ver a su hijo jugar con los Five Stripes y dice sentirse en “otro planeta”. “Después de los 10, 11 años ya soñábamos con que podía llegar a primera división acá”.

El del sábado es un partido importante en la carrera de su hijo. Un total de 20 personas estuvieron presentes en la residencia de los Almirón, cuando el Atlanta United selló su pasaje con destino a la MLS Cup contra los New York Red Bulls y, naturalmente, se espera que otros tantos acudan para ver la final.

Posiblemente, también sea el último encuentro de Almirón vistiendo la camiseta del Atlanta, algo que su familia reconoce. Hay informes que indican que clubes ingleses de la talla del Arsenal, Tottenham Hotspur, West Ham United y el Newcastle United se encuentran monitoreando los pasos del volante ofensivo y en la casa, ha surgido el debate con respecto a cuál de los clubes del norte de Londres sería el mejor para Almirón.

Lo cierto es que sería sorprendente si equipos de todas las grandes ligas europeas no estuvieran pendientes de él, considerando que Almirón suma 13 goles y 15 asistencias en 36 partidos este año con el Atlanta y se encuentra disputando con su buen amigo Josef Martínez, Zlatan Ibrahimovic, Wayne Rooney y Carlos Vela el premio Landon Donovan al Jugador Más Valioso de la MLS. Además, su camiseta ocupa el quinto lugar entre las más vendidas en la MLS este año, con más camisetas de Almirón vendidas que las de Bastian Schweinsteiger, David Vila, Sebastián Giovinco y Clint Dempsey.

El sueño de Almirón es jugar en Europa y casi se produjo el pase cuando jugaba con el Lanús en Argentina, hasta que el club incrementó su precio, dándole así a Gerardo “Tata” Martino la oportunidad de llamar al jugador y persuadirle de unirse a su club a finales de 2016.

Su padre Rubén se mudó a Argentina junto con Miguel cuando firmó con el Lanús, proveniente del primer club del Cerro Porteño y afirma que su hijo discute sus decisiones profesionales con la familia. Su tío Diego incluso dice que no ha ido a Atlanta porque espera ver a Miguel cuando juegue en Europa. Sin embargo, todos insisten en que desconocen ofertas firmes que se le hayan presentado y son firmes al decir que todo depende de una propuesta que sea aceptable para el Atlanta United.

La familia, de aspecto jovial (la mayoría estaba vestida con ropa del Atlanta cuando ESPN visitó recientemente su hogar), se encuentran naturalmente contentos y orgullosos de Miguel. Sin embargo, el trayecto del mediocampista a la MLS Cup no ha sido fácil para él ni para sus familiares.

A sus 7 años, Almirón fue llevado a la cantera del club 3 de Noviembre, porque era demasiado discreto.

“Era muy tímido, por eso lo llevé (al club), para que comenzara a hacer amigos”, explicaba Rubén. “Rápidamente le comenzó a ir bien, hizo muchos amigos y en pocos meses, comenzó a demostrar cierta habilidad”.

Al conversar con los residentes de San Pablo, previamente bautizado con el nombre del expresidente paraguayo Alfredo Stroessner, surge una imagen de Almirón como un niño inteligente, obediente, asentado y maduro para su edad, pero sobre todas las cosas, destacaba su timidez.

“Sí (hacía su tarea) era muy tranquilo, no era de esos niños vagos”, recuerda la maestra de primaria María del Pilar Bernal, quien instruyó a Almirón en segundo grado y destella orgullo cuando lo ve jugar por televisión. “Era maduro, no era el niño travieso ni inquieto, era muy tranquilo”.

El instituto donde Almirón cursó primaria (la Escuela Básica No. 300) literalmente se encuentra diagonal a la cancha del 3 de noviembre, con su primera casa y escuela secundaria a un corto trayecto a pie por las calles empedradas y llenas de huecos del tradicional barrio de Asunción. La familia (abuelo, madre, padre, tío y hermana) siguen residiendo en el mismo barrio, aunque ahora en vez de alquilar y esforzarse para mantenerse, viven en una casa que Almirón adquirió cuando pasó del Cerro Porteño al Lanús argentino en 2015.

“Yo le decía a él ‘Mira, Miguel, ¿Cómo vivís?’ Y me contaba que vivía en un alquiler y nos mudamos cada tanto”, recuerda Hernán Acuña, quien fuera su técnico en Cerro Porteño. “le dije: ‘Mira, algún día, cuando vos llegues a ser profesional, y la primera plata grande que toques, comprále una casa a tus viejos, a tus padres y después compráte ya lo que vos quieras, hacéte de casa, cómprate tu auto’; bueno, entonces hizo eso, mira que cuando el ganó la primera plata, me llamó y dijo: ‘Profe, le compré una casa a mis padres’”.

Contrario a la mayoría de la población paraguaya, su padre Rubén solo conoce guaraní básico, en parte como resultado de su crianza y residencia durante 22 años en Argentina, donde los paraguayos totalizaban medio millón de personas en 2010, emigrando en busca de empleo, al menos antes que explotara la actual crisis económica que azota a la Argentina.

Ya de regreso en Paraguay y con una familia joven que mantener, Rubén, hincha del Olimpia, trabajaba como guardia de seguridad “entre 12 y 18 horas (diarias) y a veces hasta 24 horas en los fines de semana”, mientras que su madre Sonia laboraba en un supermercado. La casa estaba llena y su tio Diego y abuelo “Chelo” llevaban a Miguel, quien ya aspiraba hacerse profesional, a entrenar cuando se requiriese.

Luego que Miguel fuese rechazado por Nacional a los 14 años, fueron Diego y su madre Sonia que lo llevaron hasta Cerro Porteño para ser evaluado, gracias a un contacto de Diego.

“Le llevamos con su mamá (a Cerro Porteño) a una prueba donde habían 300 chicos, y yo nunca lo olvido porque la nota 301 era el número de él en la planilla”, recuerda el tío Diego, con una sonrisa, “y le dice el señor con el que yo fui: ‘atiende a este chico, porque es un crack’ y el señor le responde: ‘mirá, acá tengo 301 cracks’, como diciendo: ‘para mí, son todos iguales”.

Almirón atrapó la mirada de los evaluadores. Sin embargo, no destacó al principio en Cerro Porteño, el equipo de Asunción del cual es hincha, junto a su madre y abuelo. Las fotos y recuerdos de Almirón en el comedor y sala de su casa prácticamente cubren todas las paredes de la casa, junto a los trofeos de su hermana Alma, quien compite en torneos de natación. Igualmente, se pude ver lo delgado que era Miguel de jovencito. Lo cual era todo un problema para algunos técnicos, a raíz del juego paraguayo, caracterizado por su fuerte componente físico y directo.

Previo a la temporada 2011 de la escuadra sub-17, se le dijo a Almirón que sería descartado en Cerro Porteño, según recuerda Acuña, quien acudió en defensa del jugador en ese crítico momento.

“Yo lo veía a Miguel jugar, bueno, en las prácticas, porque no jugaba…”, recuerda Acuña, en una entrevista hecha en su residencia. “No, no jugaba, él fue fichado en la Sub 15 de Cerro, pero no jugaba, en la 15 no jugó casi nada, en la Sub 16 no jugó casi nada, al punto de que… en noviembre de 2010, cuando se hacen todas las podas, cuando se hacen los descartes de los planteles, Miguel estaba entre los descartes, entonces le dije al Coordinador de las formativas: “Yo no quiero que se largue este chico”.

Acuña, quien actualmente es coordinador de equipos juveniles en el Fernando de la Mora, era en aquél entonces entrenador de la sub-17 del Cerro Porteño y después se convirtió en coordinador del sistema de formativas durante un periodo en el cual Oscar Romero, Junior Alonso, Danilo Ortiz y Diego Godoy surgieron en el mundo del balompié. Educado, de hablar directo y claramente obsesionado por el fútbol, Acuña le dio a Almirón un periodo de seis partidos para demostrar su capacidad a principios de 2011. Crucialmente, Acuña cambió el sistema táctico para ajustarlo al perfil de Almirón, utilizando un enganche para así romper con el 4-4-2 en el cual Almirón no parecía encajar. Sin embargo, Acuña le insistió a Almirón que en el fútbol moderno, un creador tenía que trabajar duro cuando no se encontraba en posesión del balón y no podía convertirse en un jugador de poco esfuerzo.

Cuando vio por primera vez a Almirón, Acuña dice haberse cautivado inmediatamente por su velocidad en distancias cortas y la técnica que demostró con su pie izquierdo, pero destaca que cuando llegó a Cerro, el joven necesitaba trabajar con su pie derecho y capacidad de manejar los cabezazos. Fuera de la cancha, Almirón mostraba una mentalidad aplomada.

“Siempre demostró mucha nobleza, es muy noble, sí, es muy noble, es muy buen compañero, nunca entra en rencillas, es muy obediente”, expresa Acuña. “Yo hablaba mucho yo con él y me contaba a nivel familiar cómo andaban, gente muy sacrificada, creo que su papá estuvo en Argentina un tiempo, después vinieron acá, yo sé que ellos deambulaban, por ejemplo, en casas de alquiler…”

Tras ver el éxito de Almirón en Atlanta y hablar del trayecto recorrido, se puede notar que es todo un orgullo para el entrenador.

“A nosotros nos pagan, o sea, tenemos una remuneración por el trabajo que hacemos a nivel formativo, pero yo siempre digo que eso no tiene comparación cuando a uno le reconocen algo”, indica Acuña. “Entonces, ¿qué eso hace en mí?, renuevo mis ideales y mis ganas, mi voluntad para seguir enseñándole a otros”.

Este sábado, Acuña, la familia Almirón y todo Paraguay estarán viendo a Almirón, quien se convierte en una figura cada vez más importante en la selección de su país, la cual pasa por un proceso de cambio generacional bajo las órdenes del DT colombiano Juan Carlos Osorio.

“Creo que tiene un techo todavía muy alto para seguir creciendo, tanto a nivel club como de selección”, afirmó Justo Villar, director deportivo y exjugador de la selección paraguaya a ESPN FC.

De vuelta en San Pablo, Almirón solía llorar cuando el 3 de Noviembre perdía partidos importantes. Independientemente del resultado que obtenga el Atlanta contra el Portland Timbers, su familia y barrio le darán la bienvenida con brazos abiertos a su regreso, mientras cruzan los dedos para desear que, después de una exitosa actuación en la MLS Cup, su pase a Europa no esté muy lejos.

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