Ochoa eleva sus bonos

ATLANTA (Rafael Ramos)-- El 0-0 queda como oprobio para el Tri, para una selección que El Piojo Miguel Herrera acostumbraba a golear.

Pero ante Nigeria, el Tri además reduce, pero fortalece dudas: Guillermo Ochoa es un magnífico responsable del cero de la discordia en su casillero, mientras que Andrés Guardado reprobó en todos los fundamentos a que fue convocado: mal en defensa, pésimo en ataque.

El saldo del resto entra en el archivo de lo presupuestado: Héctor Moreno intocable; Héctor Herrera, un relevo condicionado; Chicharito Hernández, guerrero, pero desubicado, mientras que Javier Aquino entró con obligaciones en tiempo de crisis, y Diego Reyes debió cargar con el trabajo más pesado por las desatenciones en media cancha.

El pedirgrí de jugar en Europa es un perfume que se queda sin aroma.

Y en el desconcierto general, este Tri-tanic arrastró al colectivo al que solo, y por momentos, enderezaron Gullit Peña, de relevo, y Oribe Peralta, sin el rezago de fatiga que mencionó Caixinha.

El Piojo Herrera debe tener menos dudas, pero no por eso menos deudas. Para su fortuna el juego contra Estados Unidos el 2 de julio en Phoenix cobra una importancia extraordinaria.

Y claro, inevitablemente hay damnificados. Aficionados de Chicago, Sacramento, Los Àngeles, Alaska, México, que hicieron el viaje por avión, más hotel y boletos.

¿Les consuela a la mayoría de estos 68,212 aficionados la sangría por ese gasto con el hecho de decirles era un partido de preparación y de observación por eso el espectáculo no era prioridad? Un insulto.

LO HACEN TRI-ZAS...

En las primeras zacapelas, Nigeria impone. Dos exigencias dramáticas para Guillermo Ochoa. Sobre su izquierda ataja un obús, y enseguida se zambulle sobre el olfato aniquilador de un nigeriano.

México no encuentra la salida. Se reduce los espacios a sí mismo por desconfianza y desorden. Temen más a perder la pelota que a evocar la aventura del desborde o la pared.

Y mientras Ochoa obliga a reflexionar a El Piojo, Andrés Guardado entrega las pelotas correctamente, pero hacia atrás o de manera lateral. Por izquierda México se burocratiza. Y no es que el jugador del Bayer Leverkusen no sepa o no pueda, sólo no quiere equivocarse.

El Tri requiere del otrora Guardado temerario, y no al de esta noche: pusilánime.

En ese descontrol, en esa inmediatez para perder el balón, Nigeria es un acordeón de velocidad y amenaza, y la mejor respuesta es en un balón parado, que Rafa Márquez remata con potencia a los 26, sólo para encontrarse reflejos de pantera de Enyeama, para dejar en bufido a la tribuna.

¿Quién falla en el proceso? Héctor Herrera, que se destaca por un balazo desviado, pero sin ser ese socio de desahogo y complicidad para Luis Montes, quien lejos de asumirn el mando y orientar, se contagia en ese cuarto a oscuras en el que se convierte la media cancha del Tri.

Sin embargo, cuando Oribe colabora y sacrifica aún más, es el detonante para Herrera, quien se atreve a tomar el mando tras par de gritos de El Piojo, México equilibra y entonces llega un disparo de Oribe que olisquea apenas el marco de Nigeria, y luego el mismo Enyeama se sublima y se subleva para interceptar dos telegramas de gol en sus dominios.

Al reposo. El 0-0 se cuelga de las paredes del GeorgiaDome. 0-0 Que venera a Ochoa y a Enyeama.

DESPERTAR OBLIGADO...

Seguro hastiado del piojoso rendimiento, Miguel Herrera hace cambios drásticos. Alan Pulido por un lesionado Chicharito, y Javier Aquino por Montes. Urgencia buscando profundidad y orden.

Pero los cambios hacen corto circuito. Entorpecen a Nigeria pero entorpecen más al mismo equipo mexicano. Fue como ponerle los zapatos al revés al que sufre de juanetes.

Para tratar de rescatar el resultado, El Piojo envía al Gullit quien es escoltado de ovaciones al relevar a Medina, mientras que el Maza se lleva sonoros abucheos al suplir a Diego Reyes.

Y con el Gullit, México cambió de rostro. El reacomodo de Herrera funciona en beneficio de todos. México llegas, genera poco, pero genera, aunque Oribe y Pulido, las dos mejosres posibilidades fallan, mientras se agiganta la figura de Enyeama, quien compite con la eficiencia Guillermo Ochoa, quien ya empieza a sentir el rigor de exigencia de cada fin de semana en el Ajaccio.