El Tri empata y gana el derecho a ilusionarse

SANTIAGO (Rafael Ramos)-- Empate. Indulto. Respeto. Esperanza. Así sale México del Estadio Nacional. 3-3 ante Chile, tras 90 minutos de zozobra, de emociones, de intensidad, de fascinación en una Copa América con las páginas en blanco todavía.

Con dos puntos, el Tri se jugará su futuro ante Ecuador el viernes en Rancagua, mientras que Chile, con cuatro unidades, resolverá su posición en el grupo ante Bolivia, que suma tres. El suspenso tiene las manos libres en el Grupo C.

Juego cargado de errores defensivos, generados por la persistencia, la búsqueda, la ansiedad de hacer daño por ambos equipos. Esta vez el árbitro peruano Víctor Carrillo se equivoca a favor de México invalidando un gol legítimo a Chile.

El Tri mostró otra cara. La patética mueca ante Bolivia, se redimió la noche del lunes. Ante Chile recuperó respeto y credibilidad. Encaró al favorito del torneo, y lo tuvo dos veces abajo en el marcador. Chile hizo valer todos los atributos del anfitrión, pero México no se invadió de miedo, y hasta hizo estremecerse a 35,583 almas trémulas entre la agonía y el éxtasis.

EL DULZOR DE LOS ERRORES...

Sin nervios. Sin precipitaciones. Pero sin capacidad de respuesta. Así controlaba México las embestidas de Chile. El balón era todo andino. La resistencia sin angustias era mexicana.

La Roja ensayaba. A bayoneta calada por los extremos. O a retoques cortes por el centro. México sorprendía por la ubicación sensata. Anticipaba o sorprendía en los fuera de lugar.

El 0-0 parecía tener un cascarón muy duro en el forcejeo intenso. Chile dominaba en terreno, en opciones y variantes. La mejor fortaleza en respuesta del Tri era una serenidad pasmosa.

En esas ironías, cuando México jalaba aire, enciende las alarmas de lo inesperado. El marcador se retuerce más que retozar por el gol mexicano.

Minuto 20. Corona por izquierda se enreda con el balón. Recompone. Y visualiza. El servicio es perfecto a segundo poste. Raúl Jiménez entrega sin mucha etiqueta a Matías Vuoso. Y el que es argentino cuando falla y mexicano cuando anota, la remata mal, pero la dirige bien. Claudio Bravo no descifra ek galimatías. La pelota se escucha impactando la red, entre el silencio doliente del siempre e imponente y hasta antes impetuoso Estadio Nacional. 0-1.

La ventaja dura menos que un café caliente en la inclemencia hipertérmica del estadio. Tiro de esquina. Charles Aránguiz cobra desde el rincón derecho. Hugo Ayala se distrae. Pero Arturo Vidal no. Su cabezazo en solitario es seco, rabioso, dirigido, a la derecha de Corona. 1-1, al minuto 22.

Los goles equilibran la batalla en lo táctico. México se da cuenta que puede y, entonces, quiere. Y desde el tiro de esquina, a los 29', encuentra la distancia. Un remate incómodo, forzado, contorsionista de Raúl Jiménez, le permite colocar el balón al ángulo derecho, hasta donde llega Bravo, peor su roce con el balón sólo embellece la escena. 2-1 al 29'.

El Nacional vuelve a transfigurarse, a reconfigurarse. De las butacas le brota vida, sonidos, arenga, rabia, solidaridad y fe. En el deleite del juego, los chilenos arrastran ese sabor amargo de la ansiedad y ese dulzor de la esperanza.

Mientras Chile embiste, México aguarda y administra. Ensaya el Tri con escarceos ofensivos que se marchitan ante una defensa que sufre, pero responde.

En ese frenesí por hacer el tercero, a México le asaltan la retaguardia con el 2-2 al 42'. De nuevo Hugo Ayala pierde la marca. Esta vez Vidal penetra por derecha y su centro es preciso al corazón tricolor. Eduardo Vargas salta de manera impecable y la sinfonía de su cuerpo es exacta. El balón entra por la misma zona del 1-1: abajo a la derecha de Corona.

Con el regocijo colectivo, porque Chile amenaza con ganar y México con seguir sorprendiendo, el 2-2 abre una puerta amplia de suspenso para la segunda mitad.

LA DISTANCIA

Chile retoma la cancha y retoma el control. México retoma su guarida y retoma la paciencia. Las apuestas cambian poco, las intenciones se mantienen.

La fatalidad entrampa al Jerry Flores. Llega tarde a una disputa en el área. Vidal ya le escondió el balón, pero le dejó un anzuelo. Y el mexicano lo trompica. Falta y al manchón. El mismo Vidal resuelve. La pelota cobra vértigo a la izquierda de Corona, quien se traga el amague sobre su derecha. 3-2, al 55'.

El gol retoca el drama. Chile valora la sensación de victoria. Y México se ingre. Se retocan los roles. México obligado a cazar. Chile a cazar al cazador. Aquino ingresa por Medina. Al todo o nada.

En el contraste del arbitraje, el peruano Víctor Carrillo anula una jugada legítima a Chile por supuesto fuera de lugar, y enseguida valida la descolgada dudosa de Vuoso, a pase preciso de Adrián Aldrete. Controla y perfila. Sobre la salida felina de Bravo, la raspa suavecito, eludiendo la embestida y el balón retoza lentamente con el empate del Tri 3-3, al 66'.

La tribuna reclama el fuera de lugar, pero Vuoso celebra en la cofradía mexicana que endosa a Chile, de nuevo, la obligación del resultado.

Aldrete sale lesionado, con el tobillo entablillado. La aparición de Carlos Salcedo, con reacomodo de la zaga. México perderá salida, pero enmendará en la marca en la zona de fusilamiento. En esa labor de control y desesperación, ingresa Mario Osuna por el Tecatito de noche sobresaliente.

Y el peruano Carrillo de nuevo rescata al Tri. Jugada impecable de Chile. Alexis entra y define. El juez de línea inhabilita por fuera de lugar. La honorabilidad de la santa madre del árbitro Carrillo se resquebraja en 35 mil gargantas chilenas.

3-3. Dos puntos en su haber. México se lavó la cara. Con la colaboración de un Chile agresivo y un silbante solidario.