Arda Turan brilla en el triunfo del Barcelona

BARCELONA (Jordi Blanco, ESPN Digital) -- Al cabo de tres años, el Barcelona recuperó la Supercopa al imponerse a un Sevilla disminuido en jugadores y vencido de antemano, que tras el 0-2 de la ida acudió al Camp Nou, simplemente, a cumplir el trámite.

Fue una noche insulsa, extremadamente calurosa y que le regaló a Messi el privilegio de, por fin, levantar un trofeo como capitán. Pero fue, por encima de todo, una noche para que Arda Turan enseñase al barcelonismo una pizca de lo que es capaz.

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Luis Enrique, que conquistó el único título que se le resistía como entrenador del Barça, puso pimienta en la alineación, al dar entrada en el equipo a todos los nuevos con un once revolucionario. Y se demostró lo que quería el entrenador asturiano: este equipo tiene, o lo parece, el fondo de armario que quizá le faltó el curso pasado.

Y sin embargo, quien más destacó en una noche dirigida a despedir probablemente a Bravo fue Arda Turan. Calmado Umtiti, brillante Digne, cautelosos Denis y André Gomes... El '7' se quedó el escenario. Con permiso de Messi. Claro.

El turco, dicen quienes le han tratado de cerca, es un tipo que necesita sentirse arropado, que precisa de la confianza de sus próximos (sus compañeros) y del favor de su afición para transmitir felicidad con su fútbol. Y bajo el bochorno de esta madrugada de agosto, con ocho meses de retraso, llamó a la puerta.

El Barça, tras sentenciar el título en la ida, ejecutó al Sevilla en un santiamén en la vuelta. El equipo andaluz disfrutó de cuatro minutos mágicos de entrada, con tres ocasiones consecutivas con remate al palo incluido. Y a los diez, Leo se sacó de la chistera una asistencia matemática para que Arda, entrando desde el costado izquierdo, abriera el marcador.

Si los de Sampaoli creyeron tener el derecho a soñar, la sociedad Messi-Turan les despertó de golpe. El partido se entró en una suerte de relajación de la que sólo despertaba por medio de la magia de la 'Pulga', escondido en la banda derecha para aparecer a fogonazos y dar

razón de ser al partido.

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Del escondite salía fugazmente para disfrazarse de Xavi y provocar el delirio en una afición desconocida en el estadio y dispuesta a aplaudir cualquier síntoma de excitación futbolística. Y que disfrutó a lo grande cuando el claro penalti cometido por Umtiti acabó en nada por el paradón de Bravo frente a Iborra.

Así se despidió el primer tiempo para comenzar el segundo con una maravilla de Arda, quien aprovechando un mal pase y de forma inesperada, lejana e ilógica, lanzó una parábola de primeras que provocó el delirio cuando apenas comenzaba el segundo acto.

Faltaba el tercero, la guinda, que merecía llevar la firma del hombre orquesta de este club. Lo marcó con un cabezazo sublime y que recordó al que le marcó a Van der Sar en la final de Champions de Roma.

Debería, sin embargo, darse el justo merecimiento en esa jugada a Digne, el lateral zurdo que puso un centro justo y ajustado, perfecto al área para redondear su puesta de largo en el estadio.

Un Barça sin Iniesta ni Mathieu, sin Piqué, Sergi Roberto, Rakitic o Luis Suárez solventó de madrugada, sin aspavientos pero con contundencia, el primer título de la temporada. La primera de Luis Enrique en una noche que vio el primer gol del rubio Messi y la primera exhibición de Arda Turan.

Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena...