Barcelona se da una 'mano' sin Leo Messi

EFE

GIJÓN (Jordi Blanco, corresponsal) -- A falta de Messi, sin el tridente en plenitud, el Barcelona echó mano del colectivo para mostrar galones en El Molinón, llevándose con más calma que brillantez una victoria cantada y que acabó en goleada.

El Barça exhibió la grandeza de plantilla que exigía su entrenador y acabó goleando a un Sporting sin argumentos futbolísticos para frenar su victoria y que fue liquidado sin excusa posible.

Piqué en defensa, Rafinha en el centro y Sergi Roberto en todos sitios se erigieron en el tridente sobre el que el Barcelona certificó el 0-5. Por más que anotase dos goles Neymar o abriera el marcador Suárez, por más que los cambios en el once no hicieran sufrir al equipo, ellos tres fueron, con especial relevancia para Sergi Roberto, los cracks de la tarde.

Luis Enrique revolucionó, otra vez, el once inicial y su equipo le respondió con suficiencia ante un voluntarioso pero inferior Sporting, que mantuvo el tipo durante media hora y entendió la imposibilidad de echarle mano al campeón en cuanto recibió dos goles en un santiamén.

Tres días después de que el Atlético rebajara la euforia azulgrana en el Camp Nou, el grupo de Luis Enrique recuperó el tono con una demostración de sobriedad, en la que fue tan superior en el juego de posición como mantuvo la cara cuando el Sporting, en la segunda mitad, le quiso echar un pulso con un partido de ida y vuelta.

Claramente incómodo en ese escenario, el Barça, que había enseñado la plenitud de Rafinha y la capacidad de Sergi Roberto en el primer tiempo, apretó los dientes y descendió paulatinamente el ánimo local, que avisó en un par de ocasiones a Ter Stegen cuando mayor fue su ímpetu en el primer tercio del segundo tiempo.

Con Digne demostrando su capacidad para pelear por el puesto y Mathieu más sereno y colocado que de costumbre, fue Gerard Piqué quien completó un partido soberbio en defensa y aguantó los mejores intentos de un Sporting que tuvo en Burgui a su mayor peligro.

Y que se acabó en cuanto quedó con diez sobre el campo. La segunda amarilla a Lora por una durísima entrada a Sergi Roberto enterró a los 74 minutos cualquier sueño local. Por más que, en el fondo, se entendiera desde mucho antes que solo podía existir un ganador.

De hecho, a la que se quedó en inferioridad el Sporting, la furia azulgrana desembocó en tres goles más que castigaron probablemente con demasiada crueldad al equipo de Abelardo.

HUNDIDO CON ORGULLO

Podría decirse que el Sporting cayó con orgullo... Pero lo hizo, más allá del resultado final, con una evidencia muy clara. Le salió respondón de entrada y hasta hizo sospechar a su hinchada que tendría alguna opción de restarle puntos al Barcelona, pero en cuanto Rafinha se puso los galones de director la superioridad del campeón se hizo presente.

Y en un abrir y cerrar de ojos el marcador se puso 0-2. Primero cuando la zaga rojiblanca midió horriblemente un fuera de juego para que Luis Suárez acudiera a la cita, superando la salida de Cuéllar y marcando a puerta vacía; después, con el Sporting aún recuperándose del golpe, remachando Rafinha un medido centro de Sergi Roberto.

32 minutos y fin de la película. No era el final, claro, pero sí se conocía ya el desenlace definitivo. Solo un milagro podría resucitar al equipo de Abelardo y ante un rival como el Barcelona se adivinaba poco menos que una quimera que pudiera lograrlo.

Luego llegó el achuchón con que presentó Abelardo el segundo tiempo, el apretar los dientes del Barça, la mezcla habitual de Ter Stegen, capaz de poner de los nervios con algunos errores inadmisibles (su salida fuera del área con las manos fue casi ridícula) o de intervenir a lo grande y empezar la jugada como un futbolista más, el enfriamiento del campeón y la expulsión de Lora que cerró el argumento del partido.