Griezmann asegura el pase del Atlético a octavos con un doblete

MADRID (Paola Núñez, corresponsal) -- Un doblete de Antoine Griezmann fue suficiente para sellar la clasificación del Atlético de Madrid a octavos de final de la Champions League, aunque no fue fácil para los colchoneros conseguir la victoria por 2-1 sobre el Rostov en el Vicente Calderón.

Antoine Griezmann apareció tras un mes sin marcar y lo hizo con una genialidad. Una volea preciosa anticipándose a una defensa que durante media hora había hecho la vida imposible al Atlético de Madrid para poner el 1-0 en el marcador. El Calderón celebró como si de la primera piedra de una goleada se tratara. El Atlético había salido con un equipo lo suficientemente fuerte para sellar el pase a octavos y el rival no daba gran muestra de querer siquiera acercarse a Jan Oblak.

Pero el gusto de verse merecidamente delante en el marcador después de varios intentos les duró menos de dos minutos. Una distracción momentánea permitió que el Rostov se encontrara con un balón en la media y su delantera, que no había intervenido gran cosa hasta el momento, se sacara una gran jugada de la manga con la combinación entre Dimitri Poloz y Azmoun para que el último batiera a Jan Oblak.

Fue el primer tanto encajado por el esloveno en la competición; doloroso por inesperado, pero también porque el Atlético se veía obligado a empezar de cero de nuevo. Resulta que aunque sus posibilidades de colarse a los octavos de final oscilaran entre remotas y nulas, el Rostov no había viajado hasta Madrid nada más a veranear.

Muchas ideas para salir jugando no mostraban, pero los rusos tenían bien medido al Atlético de Madrid y lo combatieron con el tipo de juego que más se le atora. Una defensa por zonas perfectamente medida y sincronizada. De ahí que fuera necesario un destello de genialidad de Anotine Griezmann para lograr marcar.

El Atlético lo intentó todo, primero para adelantarse, y después, para romper el empate. Combinaciones imposibles entre el francés y Yannick Carrasco; balones venenosos de Fernando Torres. Incluso cuatro o cinco remates en la misma jugada. Nada. El Atlético disparó hasta 15 veces sólo en la primera parte, provocó un tiro de esquina tras otro y nada. Difícil tumbar el muro y casi imposible en jugadas aéreas.

El guión no cambió gran cosa tras el descanso. El Atlético buscaba como fuera el gol que le restaurara el orgullo (que mientras se mantuviera el empate tenía resuelta la clasificación) y el Rostov se dedicaba básicamente a entorpecerle el camino.

El Cholo movió a Koke a la contención y a Saúl a la banda para dar a la vez mayor velocidad y seguridad, pero el problema no era que su juego no fluyera como debía o que no crearan oportunidades; de hecho no habían tenido un partido tan productivo en ese sentido en toda la campaña. El problema era que los rusos no se equivocaban atrás. Después probó enviar a Kevin Gameiro a la cancha en lugar de Saúl. Tampoco cambió substancialmente la situación.

Por momentos el partido parecía más abierto, pero el Rostov seguía anulando cada ocasión de gol de los rojiblancos. El tiempo se agotaba para los locales y comenzaron las prisas.

Entró Ángel Correa para reemplazar a un exhausto Yannick Carrasco con poco más de diez minutos por jugarse. Pero el balón tampoco quería entrar. Se acabó el tiempo reglamentario y el árbitro añadía cuatro tortuosos minutos más, para el Atlético, que seguía desesperado por marcar, y para el Rostov, que se sabía moribundo pero tenía la esperanza de volver a la pelea con el empate.

Pero de nuevo se les atravesó Griezmann.

El francés disparó con todas sus fuerzas para que el balón se colara en la portería de Dzhanaev después de pegar en el travesaño. Protestó el equipo ruso entero un posible fuera de lugar, pero ya era demasiado tarde. El árbitro lo había dado por bueno y con ello la clasificación a los octavos.