La fiesta termina en silencio

(ESPN.com.mx / Carlos Barrón) MÉXICO -- En la siempre festiva San José, México convirtió el partido de eliminatoria en un recreo apacible. Llevó el ritmo con mano de hierro hasta que en la parte final los cambios hicieron quedar cojo al equipo y por poco pierde el invicto en el hexagonal, el empate de cualquier manera, lo mantiene en la cima de la ronda final en Concacaf.

Getty Images

El Tri, calificado al Mundial, se tomó con cierto rigor el juego. Que quietud y tranquilidad expelen los estadios centroamericanos cuando no hay provocaciones en juego. Las guerras de las décadas anteriores han quedado enterradas, sobre todo en Costa Rica, un equipo que se ha refinado con los años y que ya no vende su prestigio primitivamente.

Durante casi todo el trámite del partido hubo silencio, sobre todo por el autogol de Gamboa. Y no hubo patadas ni juego desleal. Por el contrario, los Ticos aceptaron con mansedumbre el dominio de México tanto en el campo como en el marcador. El carácter de la roja se permeo en el público que guardó calma y paz en las tribunas en espera de alguna reacción.

Otra vez Juan Carlos Osorio alteró el sistema de la alineación al poner siete cambios con respecto al último juego con Panamá. Sin embargo, el partido pareció ser un simulacro de lo vívido ahí en el 2013. No había fanfarrias de guerra ni antorchas ardiendo, tampoco clamores de vida o muerte, sólo el Tri que manejaba el juego como si fuera un ensayo, sin que se notaran fisuras en la zona baja, bien adheridos sus centrales y en explosión de calidad Edson Álvarez por el lado derecho. Jonathan Dos Santos comiendo terreno por en medio del campo e Hirving Lozano como si trajera la camiseta del PSV. Raúl Jiménez también tuvo destacada actuación y hasta Giovani Dos Santos que influyó en el autogol de Gamboa.

Imago7

De Costa Rica había algunos indicios lacónicos de recuperación pero cuando Bryan Ruiz anda despistado y Borges se fatiga, el equipo pierde nociones y entonces tuvieron que echar leña a los calderos para prender las máquinas, Si en este equipo centroamericano corrieran todos como lo hace Marco Ureña, serían un rival imposible de doblegar. El delantero se mueve hasta que el corazón le queda en los huesos y puso el empate casi sobre la hora en un soberbio golazo. Viene en forma pues él mismo aplastó a los Estados Unidos en la fecha pasada.

Guillermo Ochoa ya había salvado en dos ocasiones la meta del Tri. Cuando México avanzaba con bandera desplegada y sin perder los estribos en San José, los movimientos de Osorio desestabilizaron al equipo. Carlos Vela jamás se enganchó al partido y Jesús Corona se perdió la oportunidad de sepultar a los Ticos. Paradójicamente, cuando metió a César Montes y puso a tres centrales para abrochar el triunfo, vino el gol de Ureña por en medio del área en un tiro imposible de detener. El tico que juega en el futbol danés puso una media vuelta de pura dinamita lejos de Ochoa para poner en vibración total al estadio.

Entonces el Nacional volvió a respirar como un dragón que echa humo al despertar. Se volvió a sentir ese espíritu de adversidad para un equipo mexicano y la estrategia de aguantar de costa a costa los últimos minutos, puso en predicamentos al Tri. Un disparo formidable de Johan Venegas raspó el poste derecho de Guillermo Ochoa y prendió las alarmas.

Lo que era una noche para gozar en San José, presentó lunares en el equipo mexicano que no redondeó una buena actuación. Al final el apretón de manos de Juan Carlos Osorio y Óscar Ramírez testificaba la realidad: sus selecciones están en Rusia 2018.