Honda pone en efervescencia a la Liga MX

(Por Carlos Barrón | ESPN.com.mx) PACHUCA -- No corre como cuando traía puesta la camiseta del Milán, tampoco tiene la potencia de cuando llegó al CSKA de Moscú, pero lo que tiene sirve y basta para emocionar a la Liga MX, ansiosa por verlo en la cancha. Keisuke Honda ya jugó en México y en su primer partido anotó con el Pachuca en un sencillo triunfo de los Tuzos 4-1 sobre el Veracruz.

Imago7

Aprovecharon que su rival se volvió una catástrofe apenas cruzó la puerta del estadio. Si el debut del japonés estaba previsto, los Tiburones Rojos se encargaron de tenderle una alfombra roja con pasarela posterior. En el gol de Honda, los defensores jarochos se vieron como un grupo de geriátricos a su lado. Entonces cualquiera que haya visto futbol se pone a pensar, ¿qué hubiera sido de estos defensas, de Kristian Álvarez y Paganoni si les hubiera tocado competir contra la mejor versión de Honda? Aquella en la que por ejemplo hacía pases de filigrana en el Milán o que era capaz de arrancar de cero a cien en breves segundos y poner un pase fantástico al compañero.

Algo pasó con Keisuke Honda en un momento de su vida futbolística. Fue un talento precoz que vio a su país hacer un Mundial en el 2002 y contagiarse de una fiebre por todo el cuerpo. Él tenía 16 años y por aquel entonces forraba sus cuadernos con la imagen de Shunsuke Nakamura que comandó a su selección apenas a los octavos de final. Al menos sintió la fiesta en casa. Sin embargo, desde que estudiaba en el instituto, la liga japonesa de futbol lo metió en el programa de desarrollo de talento pensando en que él haría mucho más por el combinado nacional que Nakamura. A los 19 años debutó en primera. Luego se fue a Holanda, embarcó a Rusia con mucho dinero en la maleta y recayó en Milán en donde pasó los últimos tres años con apenas 13 goles. El chico promesa del Japón brilló hasta donde pudo.

Quizá esos recuerdos le pasaban por la cabeza cuando asomó del vestidor al atardecer. No se sabía exactamente dónde estaba el espectáculo en el estadio Hidalgo, si en la cancha o en el banquillo. Honda salió a calentar y extrañamente en Pachuca brotaron banderas de Japón por todos lados y gente de ojos rasgados colmando las tribunas. Keisuke le murmuraba algo en inglés a Omar González mientras veía la oda de los Tuzos en el partido.

Juega bien el equipo de Diego Alonso y avisa que viene de regreso con su tercera victoria al hilo, porque no le han arrancado la raíz a este equipo a pesar de la salida de Hirving Lozano. Así es el futbol en su versión extrema viviendo del gol y del presente. Ayer era el Chucky que curiosamente como Honda, ha empezado su andar europeo en Holanda.

Los Tuzos, en su éxtasis futbolístico, atropellaron al Veracruz. Jugando así de bello parecía difícil encontrarle un sitio a Honda. Enganchados Sagal, Puch y Urretaviscaya, además de Guzmán y Erick Gutiérrez, hacen ver al Pachuca como un equipo enseñoreado. No se puede escatimar tampoco el esfuerzo de Hernández, Murillo y Emmanuel Herrera.

Keisuke Honda anotó en su primer partido de Liga MX con Pachuca.
Keisuke Honda anotó en su primer partido de Liga MX con Pachuca.
Imago7

Fue un equipo el de Alonso que interpretó estupendamente la posesión del esférico y la rapidez de los traslados desatando un vendaval en el primer tiempo, ganando con buenos goles y varias llegadas de peligro. Del Veracruz, lo más sobresaliente fue la lesión del portero Pedro Gallese.

Luego, al minuto 57 vino el debut de Keisuke Honda al que le bastaron 15 minutos para anotar. Aunque perdió ritmo el Pachuca con su ingreso y con los cambios tácticos, se dio el tiempo justo para que el japonés se regodeara hasta encontrar su mejor punto. Perdió balones, dio malos pases y de cualquier manera, le bastó un brochazo para dejar en claro su incalculable calidad, no por algo lo admiraron en Holanda y lo llegaron a apreciar y estimar en Rusia e Italia. En México da la impresión de que no tardará en ganarse el encandilamiento de la afición. A todo esto, le viene bien al Pachuca, un equipo ya cuajado y definido, al que sólo le falta una imagen de ídolo. Lo consiguieron a más de 9 mil kilómetros, pero ya está aquí.