España sucumbe en los penaltis y está eliminada

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(Jordi Blanco) España se marcha a casa. Cayó en los penalties (3-4) después de no saber ni poder hacer valer su superioridad ante una Rusia muy menor que llegó a esa tanda final, después de un partido que se mantuvo muy plano durante 70 minutos y en el que solamente buscó con decisión el triunfo en la recta final y la prórroga, antes de llegarse a la suerte final desde los 11 metros.

Mereció ganar España porque lo quiso más que Rusia. Pero se debió saber tan superior que no fue a machacar desde el minuto cero y en cuanto le entró la urgencia le faltó el tiempo.

Sorprendiendo la suplencia de un Iniesta que desde el Mundial de 2010 había enlazado los últimos 21 partidos de España en una fase final, Fernando Hierro solventó meter en su lugar a Asensio y darle a Isco el mando del juego, acompañado por Koke y en una apuesta que no se cumplió en el terreno de juego.

Lento y previsible, falto de profundidad y cansino, el ritmo que imprimió al juego la selección española fue un regalo para el equipo de Stanislav Cherchesov, que ni con el 1-0 varió sus planes, se dejó dominar sin agobios esperando un golpe de suerte y acabó por encontrarlo cerca del descanso.

Solo 12 minutos necesitó la Roja para sonreir, en pleno dominio, en plena demostración de su superioridad, cuando una falta sobre Nacho en la banda desembocó en un centro largo que peleado por Sergio Ramos e Ignashevich acabó con el balón rebotando en el talón del central ruso y superando al sorprendido Akinfeev.

Con el 1-0 dio la sensación de estar el duelo finiquitado. Primero porque Rusia no tenía respuesta y, segundo y más importante, porque España se paseaba como quería por el césped, dirigiendo el balón sin problemas hasta la frontal del área... ¿Algo más?

Ahí radicó, probablemente, el gran pecado del equipo español. Sobó el balón, se lo dejó a Isco para que lo dirigiera con brillantez pero sin profundidad, lo llevó de banda a banda sin buscar el pase en profundidad, sin aprovechar a un Silva invisible, sin sacar provecho de un Asensio que no pudo reinvindicarse, sin buscar a un Diego Costa desplazado del mundo. Sin más.

Y pagó España su indolencia. Rozando el descanso y en la segunda jugada de cierto peligro ruso en el área de De Gea, un balón colgado lo tocó de cabeza Dyzuba y fue a rebotar en el brazo en alto de Piqué. Penalti, claro, y gol del tanque ruso para llegar al descanso con empate.

QUERER... ¿PODER?

Fernando Hierro no es amigo de revolucionar a la selección en el descanso. Si en toda la primera fase no hizo el primer cambio hasta el minuto 70, ante Rusia tardó 66 minutos en dar entrada a Iniesta, contemplando que la imagen de su equipo era cada vez más plana.

Quería España, dominando igual, pero no podía, igual de impotente. La entrada del veterano mediocampista pareció cambiar el argumentario del encuentro, retrasándose cada vez más el equipo de Cherchesov y encaminándose a un final cantado, un ataque desordenado, una búsqueda de las bandas y la entrada final de Iago Aspas, por fin, para imprimir el ritmo que nunca existió antes.

Y el partido se fue a la prórroga, con la entrada postrera de Rodrigo y ya un dominio absoluto de España, desesperada por encontrar ese hueco imposible y el gol decisivo, con Rusia aguantando el tipo como podía y convirtiendo ese desenlace en dramático. Llevándolo sin remisión a la tanda de penalties. A cara o cruz.

Ahí salió cruz. Empezó marcando Iniesta, siguió Piqué pero falló Koke, colocando a España contra las cuerdas... Y eliminada con el error de Iago Aspas en el quinto lanzamiento. A casa sin más. Muy triste. Demasiado.