Irán empata de penalti por el VAR y deja a Portugal segundo

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(Alfonso Duro, ESPN Digital) -- Viendo a Cristiano Ronaldo Ronaldo arengar a los suyos durante la ceremonia de himnos del Portugal-Irán, era imposible no comparar su imagen con la de Lionel Messi ante Croacia. Y es que nadie estaba más metido en el plan que había trazado Fernando Santos que el goleador y capitán del equipo, Cristiano Ronaldo, que veía una oportunidad magnífica ante Irán de seguir colocando su nombre entre los jugadores más destacados de este Mundial 2018. Sin embargo, cosas del futbol, Ronaldo pudo ser el héroe de su equipo, pero acabó siendo uno de los protagonistas negativos de un partido que reservó toda la emoción para el último cuarto de hora. Y todo gracias al VAR.

Para el encuentro, en el cual Irán también mantenía sus opciones de clasificar intactas, el seleccionador portugués tomó medidas tras ver el partido de su rival ante España cuatro días antes. Cambió su alineación y su disposición táctica, incluyendo a Ricardo Quaresma por Bruno Silva en la derecha, para forzar el uno contra uno en la banda en lugar de añadir mayor manejo del balón, pues ese plan no le funcionó a Fernando Hierro con La Roja ante una conjunto iraní que tiene muy claro que su mejor virtud es la forma en la que logra replegarse y mantener la cabeza fría. Adrien Silva por el renqueante Joao Moutinho y André Silva por el inoperante Gonçalo Guedes, fueron las otras variaciones de Portugal con respecto al partido ante Marruecos, siempre con la idea de ser mucho más directos, mucho más punzantes.

Carlos Queiroz, por su parte, dejó en el banquillo al habilidoso Ansarifard para dar entrada a Jahanbakhsh, el extremo que ha marcado este año 21 goles en el AZ Alkmaar holandés, y que ya fue de la partida en el primer juego del Mundial contra Marruecos. Sus opciones eran mínimas, pero el veterano técnico portugués quería intentarlo hasta el final.

Cualquiera que esperaba un partido diferente al que se dio en Saransk seguramente no había visto jugar mucho a estos dos conjuntos, que llegaban al partido definitivo en el grupo con opciones de pasar a segunda ronda tras haber ganado ambos a Marruecos sin merecerlo en ninguno de los casos. En ese sentido, a Portugal se le podía al menos aplaudir el arrojo ofensivo de Ronaldo y la seguridad demostrada ante Marruecos durante una hora larga de juego, mientras que Irán sólo podía agarrarse a los últimos 20 minutos de juego de ataque que firmaron ante España cuando se vieron por debajo en el marcador.

Pero nada cambió y el partido pasó rápidamente a convertirse en un toma y daca de insulsa posesión portuguesa en el que parecía que ninguno quería hacerse daño. Ronaldo se aburría tanto entre la marea de iraníes que poblaban el balcón de su propia área, que intentaba bajar cada vez más a entrar en contacto con el balón para por lo menos recordar de que marca era.

Como todo buen partido demasiado enfocado en el aspecto táctico, el marcador tenía que romperse por un error o por una genialidad. Si ante España, Irán acabó hincando la rodilla por el error en el despeje de un defensa que rebotó en la rodilla de Diego Costa, el de Portugal se solucionaría con una magistral jugada del veterano Quaresma.

El mejor amigo de Ronaldo en la selección portuguesa hizo justo lo que le pidió su técnico: atrajo la marca a la banda derecha, conectó por dentro con Adrien Silva que se la dejó de tacón, y la empalmó desde el borde del área con el exterior de su bota derecha para mandar el balón a la escuadra opuesta del marco defendido por Beiranvand.

Era el minuto 43 de partido y el golazo del jugador del Besiktas echaba por tierra todos los planes de la Irán de Queiroz. Pero el portugués ni se inmutaría de cara al segundo tiempo.

El plan para Irán seguía siendo el mismo, esperar con paciencia su oportunidad, e intentar aprovecharla. Portugal cayó en su tela de araña y no supo darle dinamismo a un partido que necesitaba ganar si pretendía ser primera de grupo y evitar así a la temida Uruguay en octavos.

Pero nada parecía funcionarle a la vinotinto, que controlaba el balón pero no inquietaba su rival. Fue entonces cuando el VAR hizo su primera aparición en el partido.

En una jugada que generó muchísimas dudas, Enrique Cáceres buscó la corroboración del VAR y el veredicto fue un penalti que, sorprendentemente, Cristiano Ronaldo falló ante Beiranvand. El portugués perdió así la oportunidad de igualar a Harry Kane en la carrera por la Bota de Oro, pero las noticias del partido de España (en ese momento empataba aunque en el 83 iría perdiendo 2-1) no convertían en un drama ese fallo.

Sin embargo, Portugal pareció verse afectado por el fallo de su capitán y estuvo desenfocado durante los siguientes 35 minutos. Con el equipo roto y sin ideas en el medio, y con Ronaldo más ocupado de maldecirse por su fallo que de buscar la redención, pasaban los minutos sin que los de Fernando Santos consiguieran dar la puntilla. Y eso, con tanto en juego, puede tener un alto costo.

Ronaldo estaba alterado y el VAR le castigó con tarjeta amarilla en una agresión en el minuto 80 que perfectamente pudo haber sido una roja. Algo iba mal en Portugal, pero nadie podía imaginar el final de infarto que se viviría.

La noticia desde Kaliningrado lanzó un escalofrío en la espalda de los fanáticos portugueses. Iago Aspas --también con decisión del VAR incluida-- marcaba el gol del empate para España ante Marruecos en el 92, con lo que Portugal necesitaba ganar para asegurar el primer puesto del grupo. Segundos después, un balón llovido en el área portuguesa impacta en el brazo de Cedric cuando intentaba despejar y, como no, el VAR decidía que era penalti a favor de Irán.

En lo que bien puede ser la decisión más controversial del VAR en lo que llevamos de Mundial, Irán logró empatar a traves de Ansarifard, que transformó el gol que no había logrado Ronaldo 40 minutos antes.

Con todo, la jornada acabó como empezó, con España primera de grupo y Portugal segunda por diferencia de goles, pero Ronaldo y compañía no podrán dejar de pensar que tuvieron ese primer puesto en la mano... y que el VAR se lo quitó.