Real Madrid gana con muchos apuros

Benzema celebra gol contra Viktoria Plzen
Benzema celebra gol contra Viktoria Plzen
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MADRID -- (Paola Núñez, corresponsal) -- Real Madrid cumplió (a secas) con una victoria por 2-1 ante el Viktoria Plzen. Suficiente para mantenerse en la pelea por el boleto a octavos, pero que no ha convencido a nadie.

Real Madrid ya no sabe cómo tapar sus miserias. Su pobreza de juego y espíritu. Ha llegado al punto en que cualquier cosa que no sea hacer un ridículo monumental es ganancia. Ante el rival más débil posible, probablemente el más limitado al que se ha enfrentado en toda la campaña, particularmente en defensa, el Real Madrid acabó agradeciendo los golpes de suerte que le permitieron salvar la noche.

Fueron las carencias del cuadro checo y no las virtudes merengues las que decidieron el encuentro, alargando la agonía de Julen Lopetegui, no se sabe si para angustia de la directiva - que se debate entre ejecutar la sentencia y dinamitarlo todo de una buena vez, o postergarla una vez que pase el clásico - o un grupo de jugadores que ha perdido el norte, la ambición y la fe en su líder.

No supieron cómo llegaron al medio tiempo con el 1-0 en el marcador. Hacía un mes, desde la victoria por la mínima sobre el Espanyol, que el conjunto merengue no se ponía en ventaja; cinco partidos en que no habían logrado marcar más que un tanto y con mucho sufrimiento. Esta vez llegó por pura inercia. Un cabezazo de Karim Benzema a los diez minutos de juego en el enésimo centro largo desde la derecha de Lucas Vázquez.

El gol le quitó un peso de encima al conjunto merengue, sometido a juicio por una grada que ha perdido la paciencia con su dejadez y pobreza de juego. En particular a Lucas, que a pesar de sus muchísimas limitaciones defensivas jugaba de lateral ante la necesidad de reservar a Odriozola para el clásico, y para Benzema, chivo expiatorio de cajón en cuanto las cosas empiezan a torcerse.

Y si no llegaron a ese punto fue porque el rival no daba para mucho más. Se pudo ir al descanso 1-2, pero desperdició dos oportunidades clarísimas (y regaladas por la defensa merengue) pues resulta que algo tiene en común con el 'gigante' blanco. Tampoco tiene un goleador de referencia.

La fragilidad defensiva del rival invitaba a una goleada. Evidente para el estadio entero, menos para los once merengues en la cancha. Al correr de los minutos sin que se les viera la menor intención de sorprender, el Bernabéu empezó a dar señas de exasperación. Hasta el 'bienamado' Isco se llevó una recriminación a modo de rechifla después de regalar un balón tras otro.

En esas estaba el Madrid, empezando a sucumbir a los nervios al saberse enjuiciado por su propia afición, cuando Marcelo compró algo de tranquilidad con el 2-0 después de que Bale se avivara al pescar un rechace y le pusiera el balón.

Hasta ahí la contribución del galés, que a 15 del final dejó su lugar a Marco Asensio, después de trotar prácticamente todo el tiempo que estuvo en la cancha. No por mala actitud, si no por cauto pues le bastó el primer sprint para empezar a cojear.

Lo justo dio también la defensa, habitualmente endeble y frecuentemente exhibida por confiada. Durante casi 80 minutos se le había exigido poco (y de todas formas se había estado salvando casi de milagro) hasta que llegó el contragolpe fulminante para que los checos descontaran por conducto de Hrosovsky.

De los males, el menos. Madrid acabó con diez después de que Marcelo se llevar un duro golpe en un tobillo.

Tan triste resulta el juego merengue, que acabó agradeciendo que un rival pequeñito, que visitaba por primera vez en su historia el Bernabéu después de comerse cinco goles en Roma, no le hiciera más daño.