Griezmann ilumina el triunfo del Atlético en el Wanda

Griezmann, figura en el equipo de Simeone, fue elogiado por el DT.
Griezmann, figura en el equipo de Simeone, fue elogiado por el DT.
EFE

MADRID (Paola Núñez) -- Antoine Griezmann ilumina el Wanda. El Atlético de Madrid venció por 3-1 al Brujas de Bélgica en su debut como local en Champions League, gracias a un doblete del francés y un tanto de último minuto de Koke.

Si hay una pieza imprescindible en el Atlético de Madrid es Antoine Griezmann. El hombre que ha marcado 14 de los últimos 20 goles rojiblancos en Champions League. Y la noche de este miércoles, el motor que sacó al equipo adelante cuando estaba a punto de naufragar.

Es difícil sorprender a la defensa del Atlético de Madrid. Dejarla sembrada, sin saber por dónde les llegó el tiro o dejar a Jan Oblak viendo luces. Más cuando hay cinco hombres perfectamente colocados para cubrir todos los huecos posibles. Encima, por aire.  Pero no imposible.

Diego Simeone había estudiado al Brujas como suele, hasta el punto de la obsesión. Había advertido en la previa que no se podía tomar a la ligera el juego por las bandas del cuadro belga, ni su velocidad, o la dureza de su juego. Que cuando saltaran a la cancha para dar por inaugurada la campaña europea en el Wanda Metropolitano, el mundo vería que "no mentía".

Hubo que darle la razón en cada una de sus advertencias. Aunque cedió la iniciativa al Atlético, Brujas tenía un plan. Con muy poco, a partir del robo, generaba peligro al tiempo que frustraba eficazmente al ataque rojiblanco. Recordaba un poco a ese equipo que en 2014 se coló hasta la final jugando a ocultar sus limitaciones y "potenciando" el juego colectivo a falta de individualidades de peso. Que sacaba petróleo del mínimo error del rival.

Simeone lo tenía contemplado. A una defensa de cinco, respondió con una línea de tres centrales acompañada por Arias y Saúl como carrileros. Envió a Koke como hilo conductor, a Partey en la contención y Thomas Lemar para todo lo demás, justo por detrás de sus dos atacantes estrella. Estaba listo para soportar la presión y abrirse huecos a golpe del inmenso talento de Lemar. Para todo, menos para la soberbia lectura del juego de Arnaut Groeneveld.

El conjunto rojiblanco había tomado la delantera a la media hora de juego y no sin gran esfuerzo para abrirse camino. De tan cerrada la defensa belga, no había logrado realmente probar a Letica más allá de un tanto anulado a Griezmann por fuera de lugar. Hasta ese momento, las carreras de Saúl por banda o los intentos de Lemar por filtrar balones se habían estrellado con una pared. Pero quiso la suerte que el despeje del arquero en un tiro de esquina le cayera a Lemar. El '11' sirvió un centro bombeado al área para Griezmann, que acorde a su condición de segundo jugador mejor pagado en la Liga, puso el 1-0 después de acomodarse el balón con el pecho y utilizar al central de escudo para engañar a Letica con un cruzado casi sin ángulo. Un golazo.

Entonces fue cuando el Atlético empezó a complicarse la vida. Como suele. Inmediatamente intercambiaron papeles y asumió el del equipo que espera a que algo pase. Y pasó. Poco antes del descanso, Groeneveld se sacó de la manga un disparo cruzado desde fuera del área que dejó sembrados a la defensa entera y a Jan Oblak.

El tanto dejó helado al Atlético de Madrid. Había batallado lo indecible para abrir la lata y veía cómo le arrancaban dos puntos de un tirón.

No fue la única complicación. Giménez no pudo volver para la segunda parte, dejando su lugar a Filipe Luis. 20 minutos después, perdió a Diego Costa.

Pero el Atlético tenía una solución en la cancha a todos sus problemas. Antoine Griezmann.

El francés recibió un balón de Diego Costa - su última acción antes de abandonar la cancha, pues se lesionó en el recorte antes de servir - para poner el 2-1 haciendo gala, otra vez, de su talento y picardía con un tiro entre las piernas de dos defensas.

A partir de entonces, el Atlético se dedicó a sufrir para evitar el empate. A intentar marcar el tercero a la desesperada cada que veía acercarse a los hombres de Leko, hasta el último suspiro en que Koke, de una manera un tanto atrabancada, consiguió poner el 3-1 definitivo.