Liverpool no cree en los milagros y es finalista de la Champions

Luis Díaz celebra su gol en semis de Champions
Luis Díaz celebra su gol en semis de Champions
EPA

CASTELLÓN (Jordi Blanco, enviado) -- Liverpool jugará la final de la Champions, tres años después de conquistar su sexto título frente al Tottenham, tras eliminar a un Villarreal que le tuvo contra las cuerdas en una primera mitad en la que llegó a igualar la eliminatoria para desfondarse y entregarse a la superioridad red tras el descanso.

Pasó del susto a la alegría el equipo de Klopp, agobiado y sorprendido en un primer tiempo sensacional del Submarino Amarillo, que demostró un orgullo y fortaleza impensable. Sufrió y no poco el conjunto inglés... Para acabar sonriendo.

Y eso que no pudo comenzar mejor la noche para el Villarreal. Hizo diana en su primera llegada al área de Alisson, lo que más podía temer Klopp y más desear Emery para meterle el miedo en el cuerpo a un Liverpool que se vio desbordado por el ánimo local. Una jugada rápida y al primer toque, con el balón llegado a Capoue en el segundo palo y una asistencia magnífica, a saber si deseada o en un remate fallado, que dejó franco el remate, solo, a Dia, que empujó a la red ante el delirio de la hinchada local.

Fue en preludio de una primera mitad primorosa del Villarreal, que no solo tuteó al poderoso Liverpool, sino que llegó a empequeñecerlo, dominando con una solvencia absoluta el centro del campo y lanzando balones a sus delanteros para poner de los nervios al excelente Van Dijk y a Konaté, mientras en las bandas Alexander-Arnold y Robertson debían estar más atentos a las incursiones de Lo Celso o Coquelin que a buscar a sus delanteros.

Mantenía el tipo Thiago ante la dimisión de Fabinho y la irregularidad de Keita, pero eso no le bastaba, ni de lejos, al equipo red, cada vez más agobiado por el empuje de un Villarreal crecido, ansioso, valiente y que en naad, absolutamente nada, se parecía al tímido que pasó por Anfield en la ida.

Impotente y nervioso, el Liverpool apenas si encontró a Salah en un par de ocasiones y a Mané en otra, pasando totalmente desapercibido un Diogo Jota que fue sustituido al descanso por Luis Diaz, cuando la eliminatoria ya estaba igualada.

Igualada gracias al gol, golazo, de Coquelin, rematando imperial de cabeza un centro de Capoue (segunda asistencia), poco después de que el árbitro, el neerlandés Danny Makkelie, no quisiera ver un clarísimo penalti de Alisson a Lo Celso, que avisó del peso que tiene el color rojo en el concierto continental, mucho mayor que el amarillo, tal como se habñia visto en más de una y de dos decisiones cuanto menos discutibles, siempre favorables a los de Klopp.

DEL SUEÑO A LA PESADILLA

2-0 al descanso y, se supone, una bronca descomunal del entrenador alemán a sus jugadores en el vestuario... Puesto que la puesta en escena del Liverpool en la segunda mitad no tuvo nada que ver con lo visto anteriormente. Falló probablemente el Villarreal al rebajar su nivel de intensidad y, de repente, se vio atropellado.

Cuando quiso darse cuenta Emery del cambio de guión ya parecía encaminarse su equipo a un sufrimiento extremo... Que apenas si duró 22 minutos, los que tardó el Liverpool en igualar. Fabinho le coló a Rulli un disparo entre las piernas primero y Luis Díaz un cabezazo después. Del 2-0 al 2-2 para desespero y decepción de la hinchada local, ilusionada y después derrumbada.

Tal como el propio equipo amarillo, que descubrió de pronto que el milagro había desaparecido y el sueño se convertía en pesadilla, golpeado otra vez por el error de Rulli en una salida sin ton ni son en la que fue retratado por Mané para lograr el 2-3. El castigo más cruel.

Derrotado en la ida y remontado en la vuelta, el Villarreal mostró grandeza pero cedió a la mayor consistencia, veteranía y capacidad de un Liverpool que dejó claro estar, todavía, dos pasos por encima suyo en Europa