Panamá lo abre en canal... de desagüe

LOS ÁNGELES (Rafael Ramos Villagrana) -- Panamá lo abrió en canal y mandó a México por el canal del desagüe de la derrota a zona tóxica de desesperación y de angustia, en el arranque de la Copa Oro en el Rose Bowl de Pasadena, ante 56,822 estoicos, resistentes y decepcionados aficionados.

Sí: 2-1, pero México fue dominado claramente. México fue indultado por Panamá. México recibió piedad y compasión, ante su lastimera exhibición de desorden, sin idea, sin convicción y hasta de patética pusilanimidad de algunos de sus jugadores.

Los canaleros pudieron haber desatado heraldos de escándalo por el mundo, pero Alberto Quintero, Cecilio Watterman y Carlos Torres, perdonaron de manera sobrecogedora a Jonathan Orozco.

Ojo: no sólo quedó expuesta la crisis de México como equipo, sino que gran responsabilidad de ello es atribuible a las virtudes de Panamá: velocidad, hambre, heroísmo, desparpajo, compromiso y personalidad, que le permitían encarar al Tri, superarlo, despojarlo, hasta tirarle un par de túneles y taquitos, ya como cerezas de burla a un pastel goloso en el Rose Bowl.

Sin duda, la mejor radiografía del desprolijo, desordenado, confuso y desesperado parado del Tri en la cancha, se apreciaba en las pausas del juego: sin ubicar posiciones, amontonados en la zona del centro de la cancha y apeñuscados en ese monumento a la desorientación.

Ahora el Tri viaja a Seattle para enfrenta el jueves a Canadá, que fue borrado, pero también perdonado por Martinica que sólo ganó 1-0.

SUFRIMIENTOS...

Panamá demuestra autoridad. Y las consecuencias del trabajo. Presiona, asfixia, despoja y corta los escarceos de control de México.

Y pronto cobra ese dominio. Antes de lo deseado por México y seguramente antes de lo presupuestado por Panamá. Raúl Jiménez es el primer chivo expiatorio del desorden mexicano apoyando en labores defensivas: penalti indiscutible sobre Alberto Quintero al minuto 6.

Gabriel Torres se confía con Jonathan Orozco, pero si su cobro es anunciado y sin mucha potencia, alcanza a esquivar el lance del arquero. 1-0.

La mejor reacción del tri son tres yerros espectaculares de Rafael Márquez Lugo: uno con los pies, trompicándose, otro con la cabeza por rematar al centro y otro de piernas, al no poder cerrar a tiempo en tres posibilidades de ataque del Tri.

Al 38', Quintero, Watterman y Torres, en tres intentos terminan estrellando en la defensa los balones y al final arrojando a un balón, ya con Jonathan vencido, y unos minutos después, el mismo Watterman tras combinación con Quintero, estrella el balón en el poste.

Y justo cuando Panamá abre en canal a México, el Tri encuentra el empate de manera angustiosa, con el cronómetro desfalleciendo, y en una reacción desesperada: trazo de Israel Jiménez justo a la llegada de Marco Fabián quien forma por abajo del arquero. 1-1, en el 46. El empate injusto en el momento justo.

CONSUMATUM EST...

México trataba de acomodar los cambios: Valenzuela por Pereira y Gullit Peña por Castro, cuando Panamá vuelve a poner de espaldas planas a México.

2-1, cuando Quintero sirve por derecha. Huiqui se entera demasiado tarde que el juego se había reanudado y Torres, de nuevo, con velocidad y astucia marca el tanto de la ventaja.

Con la distancia mínima en el marcador, Panamá recupera la formación en su trinchera. Cede terreno, cede iniciativa, endurece la marca y sabe que tiene dos hombres para latigazos de contragolpe de Quintero y Torres.

Víctimas del esfuerzo, los jugadores de Panamá empiezan a caerse a pedazos, pero resisten. El sacrificio empieza a acalambrarlos y su transición desaparece en media cancha, yendo a la ruta expedita del pelotazo.

Con el reloj ansioso por soltar las amarras a la victoria histórica de Panamá, los aficionados empezaron a soltar las amarras a su frustración y pesadumbre con el ya conocido estribillo que no por ser, para la FMF, la voz del pueblo, es la voz de Dios: "Fuera Chepo, fuera Chepo".

Encima la tribuna entretiene la salida del Chepo porque cae sobre él una lluvia de botellas, vasos y otros objetos. Las tragedias las inician los pueblos.