El triunfo del equipo del uruguayo Luis Garisto fue dramático porque Walter Jiménez definió el partido casi sobre la hora, para máxima preocupación de Independiente y suprema alegría de Boca Juniors, el otro candidato al título que se viene a la carga al galope y que ya dejó de depender de terceros.

La única duda que genera la victoria de los albiverdes pasa por la ubicación que tenía el Lorito cuando partió el centro rasante clave que le envió el grandote Daniel Bilos desde la izquierda.

Por méritos el triunfo de Banfield fue inobjetable porque fue superior a su encumbrado adversario durante todo el cotejo y hasta le anularon incorrectamente un conquista de Roberto Colautti en el comienzo del segundo tiempo, ya que de ninguna manera el artillero empujó la pelota con su brazo derecho.

Banfield jamás se mostró temeroso frente a un equipo que salió a la cancha con chance de consagrarse campeón y que hasta se puso en ventaja a los 10 minutos por un remate de Federico Insúa desde fuera del área grande.

El equipo verdugo triplicó a su rival en cuanto a situaciones favorables antes y después del empate que obtuvo el defensor Adrián González, a los 22 del segundo período, también al valerse de un centro bajo que partió desde la izquierda.

En el ganador, Darío Cavallo se destacó por su capacidad para recuperar la pelota y el Lorito Jiménez e Iván Moreno y Fabianesi por jugar y hacer jugar a sus compañeros.

En este Independiente que fue incapaz de ponerse el traje que esperaba la multitud que lo acompañó hasta Liniers sólo estuvieron a la altura de las expectativas el arquero Leonardo Díaz, el defensor y capitán Gabriel Milito y el dignísimo armador Daniel Montenegro, quien volvió a salir a la cancha con su tobillo izquierdo tan lesionado que tuvo que retirarse antes del cierre de la primera etapa.

A todas luces fue injusta la ventaja parcial de Independiente. El candidato se impuso en el parcial sólamente por la gran actuación de Leo Díaz, quien tapó cinco jugadas con destino de red, en la gran categoría de Milito y en el oportunismo del Pocho Insúa para clavar una pelota junto al poste izquierdo de Christian Lucchetti.

Eso sí, la oportunidad para Insúa la preparó el Rolfi Montenegro, quien pensó con celeridad, aplicó la pausa necesaria y le cedió la pelota a su compañero de creación en el momento adecuado. Cuando Independiente convirtió Banfield ya era el dominador y había hecho méritos para ubicarse arriba en el marcador.

Garisto recurrió a un esquema similar al que le permitió golear a River Plate, pero a Américo Gallego y los suyos esa medida tan previsible pareció sorprenderlos.

El extrañamente local en Liniers se apropió de la pelota y de la mitad de la cancha con un pressing exigente que impusieron Pablo Fernández y Cavallo.

Jorge Cervera y Colautti explotaron las espaldas de Juan José Serrizuela y Mariano Pernía, mientras Moreno y Fabianesi y el Lorito Jiménez tiraron pases cruzados importantes como para generarle dificultades al rival.

Serrizuela fue lo más flojo de Independiente y en el segundo capítulo por su sector llegaron los dos goles que convalidó el árbitro Angel Sánchez, quien volvió a dirigir el juego desde la larga distancia.

Muchas veces Milito solucionó los problemas de sus compañeros al tiempo que en todo el período inicial Independiente sólo aportó el tanto de Insúa y una proyección del Tanito Pernía.

De los dos cambios obligados por lesiones (Christian Gómez tuvo que entrar por Montenegro y Bilos, por Cervera), ambos realizados a los 25 minutos de la primera parte, el más afectado fue Banfield, porque perdió volumen de juego.

El Rolfi ya había ingresado muy disminuido físicamente, pero el intento se hizo por todo lo que vale y representa. En la etapa decisiva Banfield se volvió a animar, inclusive a pesar de la conquista anulada a Colautti.

La igualdad que logró González de ninguna manera resultó sorpresiva, pero Independiente siguió sin reaccionar en una medida parecida a lo necesario. Sobre el epílogo Independiente recibió el golpe demoledor, justo castigo por lo poco que hizo una tarde que podía haberle servido para ponerse, como mínimo, medio título bajo el brazo.

SINTESIS DEL PARTIDO