UN RIVAL A LA MEDIDA DE LAS EXIGENCIAS
No había posibilidad de especulación. Con la ajustada victoria de Brasil sobre Uruguay (2-1 sobre la hora) no quedaba otra posibilidad que ganar. O sí, porque cualquier otro resultado no empañaba la clasificación al Mundial de Emiratos Árabes, pero dejaba un sabor amargo al saber que el título se podía escapar en la última jornada.

Por eso, el primer tiempo entre Colombia y Argentina mostró dos equipos prolijos en la posesión pero imprecisos en la zona de creación. Porque los cafeteros también llegaban con chances de campeonar, a partir de sus siete puntos en cuatro partidos y mejor diferencia de gol que Brasil.

La nueva defensa argentina se paró con Walter García (en lugar de Gonzalo Rodríguez) como líbero, Joel Barbosa (por Mauricio Romero) como stopper derecho y Javier Pinola manteniéndose por izquierda. En el medio Fernando Belluschi reemplazó al lesionado Carrusca pero nunca pudo aportar demasiado en ataque.

Nuevamente Javier Mascherano y Hugo Colace se repartieron la marca. El de River Plate generó una jugada de peligro con un remate de media distancia y fue el más punzante a la hora de habilitar a sus delanteros. Un signo de que el circuito de juego del Tridente ofensivo de Carlos Tevez, Fernando Cavenaghi y Emanuel Rivas todavía no había aparecido.

A los 35 Tocalli decidió mandar a Colace por izquierda y colocar a Belluschi por el medio para generar juego. Colombia tampoco inquietaba demasiado a los defensores argentinos. A lo sumo sus movedizos delanteros, Victor Hugo Montaño y Jaime Ruiz, cuando se recostaron sobre las bandas. Todo muy chato, digno de un empate 0-0.

Inconscientemente ambos sintieron el miedo a perder y dejaron su atrevimiento para el segundo tiempo.

EL CAMPEON QUE FUE A BUSCAR LA CORONA
Con todo por ganar y en búsqueda del fútbol perdido, el técnico argentino optó por Leonardo Pisculichi. Quién había convertido el empate contra Uruguay, también en el Centenario, se vistió las ropas de enlace. Afuera Belluschi, muy incómodo en su posición inicial de volante por izquierda.

Argentina comenzó a tocar corto y a rotar. Sin embargo era Mascherano el que más asistía. A los 15 del segundo tiempo, quizás sorprendido por el pase del número cinco, Carlos Tevez definió mal su inmejorable mano a mano ante Landazuri. El "10" de Boca no mostró todo lo que sabe ni pudo gritar su gol en el Sudamericano pero aportó sus piernas, para que le peguen, y su fuerza para aguantar la pelota.

Dos minutos más tarde Eberto demostró que se agranda en las difíciles y sacó un tiro libre de Araujo abajo sobre su palo izquierdo. Y quién después tuvo vía libre para patear fue Fernando Cavenaghi. Corrían 29 minutos del complemento.

El Torito se paró frente a la pelota y clavó un derechazo al palo derecho del arquero colombiano. Mucha clase para convertir su segundo gol de tiro libre y octavo en la competición. Mucha euforia para festejar junto al equipo lo que sería una victoria consagratoria.

El final fue a pura sangre. No por la violencia, sí por la entrega. El corazón de Pinola para empujar. El aire de Colace y Mascherano para quitar. Las manos de Eberto para descolgar lo que lloviera sobre su área. La polenta de Tevez para poner la pelota debajo de su suela. El atrevimiento de Pisculichi y Perez (ingresó por Rivas). La solidaridad de Cavenaghi.

La Selección argentina dejó correr los minutos dando margen para alguna contra que sepultara las esperanzas colombianas. De Eberto para Tevez nació lo que parecía gol cuando el de Fuerte Apache abrió para Patricio Perez y Landazuri le ahogó el grito al chiquitín de Velez Sarsfield.

UN FESTEJO LOCO Y MERECIDO
Cuando el uruguayo Jorge Larrionda pitó el cierre del partido fue el principio de la alegría para los "Tocalli Boys" y el final para el sufrimiento de los casi 200 hinchas que llegaron al Centenario.

Argentina fue de menor a mayor en un torneo parejo y consiguió merecidamente su primer logro en la República Oriental del Uruguay y su cuarto torneo Sudamericano en 21 ediciones; además contó con Fernando Cavenaghi, máximo anotador del certamen con ocho tantos.