Pese a tener contrato en vigor aún por un par de años más, Cúper es consciente -al menos, así se lo dejan ver las distintas voces llegadas desde el seno del club- de que su continuidad la próxima campaña en el Inter pasa por ganar algo. Este "algo" es o el ansiado "scudetto" italiano o la prestigiosa Liga de Campeones.

El "scudetto", perdido la pasada campaña en la última jornada, empieza a tenerlo mucho más complicado tras el empate casero del pasado domingo ante el Roma (3-3) que ha dejado al Inter a cinco puntos del líder, el Juventus de Turín.

Por ello, ahora la salvación del banquillo de Cúper pasa por conquistar la Liga de Campeones. Un torneo que falta en el club desde la campaña 1964-65, cuando se denominaba Copa de Europa, y que el técnico argentino rozó en dos ocasiones, justo con el Valencia, en las finales perdidas contra el Real Madrid y el Bayern Munich.

Héctor Cúper lleva tras de sí pegada la etiqueta de "segundón", de perdedor en los partidos decisivos. Una etiqueta que se le puso tras caer en las tres finales continentales consecutivas disputadas con el Real Mallorca (Recopa ante el Lazio) y Valencia (Liga de Campeones ante el Real Madrid y Bayern Munich) y que se subrayó tras ceder la pasada campaña el "scudetto" italiano en la última jornada.

Sin embargo, se olvida, sobre todo en tierras italianas, que Cúper ha logrado una unidad y seriedad al vestuario del Inter que adolecía desde hacía lustros.

Eso sí, la espantada del brasileño Ronaldo al Real Madrid y los últimos roces con Christian Vieri son misiles que pueden explotar en su línea de flotación si no se logran los resultados. Pero estos conflictos entran en una filosofía de Cúper que ve a todos los jugadores por igual y no accede a los caprichos de las "estrellas".

Ahora llega el Valencia. Y lo hace en el momento crucial de la temporada; en el último mes y medio donde todo se decide, donde las esperanzas terminan de ser tal y se convierten en éxito o en fracaso.

Se presenta un Valencia que Cúper sigue llevando dentro, que respeta quizás más que a ningún otro. Pero que ahora es lógico que vea como un enemigo a batir, sea como sea.