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Kisner y Olesen lideran el PGA Championship, con Koepka a un golpe

Koepka, que va segundo, ya demostró en el US Open que tiene clase para ganar Majors Getty Images

Los inesperados de siempre. Ni Kevin Kisner (Estados Unidos) ni Thorbjorn Olesen (Suecia) tuvieron un buen año. Son las sorpresas mayores en el tope del leaderboard. Hay alguna otra, pero ellos dos son una especie de adorno exótico en el tablero, al menos por ahora. Kisner quedó en el puesto 43° en el Masters, en el 58° en el US Open y en el 54° en el British Open. Olesen no calificó para jugar ni el Masters, ni el US Open. En el British Open quedó en el puesto 62°. ¿Quiere decir que no pueden ganar el PGA Championship? Sí, lo más probable es que no ganen.

No hubo muchas más sorpresas. Casi todos los demás, los que están dentro de los cinco golpes de la punta, son los que tienen que estar; nombre más, nombre menos.

Brooks Koepka (Estados Unidos), que va segundo con -3, ya demostró en Erin Hills, en el US Open, que tiene clase y temperamento para ganar Majors. Koepka es el primero de la larga lista de los que jugaron bien en esta temporada y que, en los papeles, pueden llevarse el trofeo Wanamaker, y el título del cuarto Major este domingo por la tarde: Gary Woodland (Estados Unidos) -3, Tony Finau (Estados Unidos) -2, Patrick Reed (Estados Unidos) -2, Paul Casey (Inglaterra) -2, Ricky Fowler (Estados Unidos) -2, Brian Harman (Estados Unidos) -2, Hideki Matsuyama (Japón) -1, Tommy Fleetwood (Inglaterra) -1, Louis Oosthuizen (Sudáfrica) -1, Jason Day (Australia) -1, Jon Rham (España) -1, Matt Kuchar (Estados Unidos) Par, Jordan Spieth (Estados Unidos) +1, Rory McIllroy (Irlanda del Norte) +1. No falta nadie en esta fiesta.

La cancha de Quail Hollow, en Carolina del Norte, es protagonista. Larga en números, 7600 yardas, pero más larga aún porque los fairways están blandos y la pelota no corre mucho después de picar. Eso hace que los segundos tiros a los greens, que están muy firmes porque son nuevos y de pasto bermuda, sean casi siempre con hierros largos, con los que resulta más difícil controlar la trayectoria y aplicar efecto para que se detengan. Los greens están más rápidos que lo habitual para un PGA Championship, más parecidos a la velocidad de un US Open. El campo se presenta difícil. Los registros de la primera vuelta lo reflejan. Sólo 24 rondas bajo el par sobre 156.

En este paisaje tan hostil, la performance de los tres jugadores latinoamericanos fue poco feliz. El argentino Emiliano Grillo y el venezolano Jhonattan Vegas terminaron sus vueltas con 78 (+7) y están en el puesto 119°. Llamativo lo de Vegas, que acaba de ganar el RBC Canadian Open hace poco más de una semana. El paraguayo Fabrizio Zanotti hizo 81 (+9) y quedó en el puesto 138°. Los tres necesitarán un milagro en la segunda vuelta para pasar el corte clasificatorio y quedar dentro de los 70 mejores.

Hubo también algunas sorpresas de las malas. El estadounidense Jimmy Walker, campeón defensor, hizo 81 golpes (+10); muy mal comienzo. Su compatriota, Phil Mickelson, candidato para algunos, hizo 79 (+8). Otro estadounidense, Bubba Watson, hizo 77 (+6). Justin Rose (Inglaterra) hizo 76 (+5). El español Sergio García, campeón del Masters, hizo 75 (+4).

RORY VS. JORDAN
Tanto necesita el golf una rivalidad, que hasta en las apuestas estuvieron cabeza a cabeza. McIllroy pagaba 7 a 1 y Spieth 8 a 1. Ambos se cruzaron elogios en la previa. Se conocen bien y se respetan. Son, por pergaminos y en una actualidad golfística bastante escasa de fenómenos, los mejores candidatos a heredar el aura que por ahora está vacante, desde que desapareció Tiger Woods. En la primera vuelta, los dos jugaron con excesiva prudencia y con algo de nervios. Hicieron algunos birdies, pero siguen en deuda con los que esperan un duelo épico. Si en la segunda ronda frotan sus lámparas con acierto, seguramente aparezcan sus genios. Por ahora marchan empatados con +1.

La expectativa más grande está claramente puesta sobre Spieth. El joven texano ha tenido en su corta carrera muchos e importantes desafíos. Y la verdad es que, en la mayoría de los casos, los ha superado con éxito. Todo va muy rápido para él, pero parecería que, frente a esa enorme velocidad, su receta es ir despacio. Al menos así quiso ponerlo claro en la conferencia de prensa previa. Fue casi una confesión muy íntima y extensa; dijo: “En todas esas situaciones de muy alta presión, en las que parezco estar fuera de curso, cometiendo errores inexplicables, no hay un pensamiento negativo en mi mente, todo lo contrario. Quizá sea esa la diferencia. No está en mí el miedo a que las cosas no vayan bien, ya he tenido suficiente de "cosas no yendo bien” y he aprendido a aceptarlo. Si las cosas no van bien, OK, que no vayan bien. Ya tendré otras oportunidades. Esa especie de libertad que siento me permite sacar el miedo de mí. Ya he pasado por algo que fue malo, muy malo, la peor pérdida que he sufrido deportivamente, y espero no tener que pasar por algo así otra vez en mi carrera. Y eso fue en el peor lugar y en el más expuesto de todos los escenarios del golf, frente a la mirada de medio planeta. Todo lo malo que pueda venir después de esa debacle en el hoyo 12 de Augusta, no podrá ser peor. Y esa experiencia seguramente me esté ayudando a pensar y a enfocarme en lo positivo. Cuanto más pienso en embocarla, más cerca me siento de hacerlo. Somos todos buenos ahí afuera, pero cuanto más te enfocas en hacerlo bien, más posibilidades hay de que eso realmente ocurra. Cuando le das lugar a los pensamientos malos es precisamente cuando lo malo tiene más chances de pasar”.

No es de extrañar que alguien con este nivel de madurez, aún con 24 años, sea la futura estrella del golf. Esa especie de “El Elegido” en la película “The Matrix”, o el Luke Skywalker que pondrá equilibrio en la “fuerza”. Algo tiene Jordan Spieth. Es distinto. Como dijo alguien con acierto, “Jordan Spieth no es parecido a ninguno. Es único. Se parece a Jordan Spieth”.

Mientras tanto en Quail Hollow, Carolina del Norte, la segunda vuelta del PGA Championship comienza...