Golf
Ignacio Colombo 6y

Tiger Woods, víctima de sí mismo

En una entrevista después de las dos primeras vueltas del Masters le preguntaron a Tiger: “¿Cómo te sientes de estar aquí y haber pasado el corte? Hace apenas unos meses no sabías si ibas a poder jugar golf competitivo nuevamente y aquí estás, preparándote para el fin de semana del Masters en Augusta". Y con una sonrisa Tiger respondió: “Sí, es increíble que después de las cirugías y de todo lo que pasé, pueda estar aquí jugando un fin de semana en el Masters”.

¡Qué linda mentira! Tiger no vino a Augusta este año a pasar el corte. Tiger vino a hacer lo único que siempre quiso hacer en el golf. Ganar, ganar y ganar. Porque además de su extraordinario talento, nadie cuenta con esa inagotable sed de triunfo.

Y hoy es una ironía que Tiger caiga, a su modo de ver derrotado, porque para él estar en el puesto 40 es estar derrotado, precisamente por la generación de golfistas extraordinarios que él mismo creó. Porque fue Tiger quién llevó el golf a este extraordinario nivel. Fue Tiger quien obligó a alargar las canchas a extremos impensados gracias a su potencia y a su precisión. Fue Tiger quién llevó a convertir los greens en superficies de mármol pulido, haciendo que los desniveles sean prácticamente imposibles de jugar.

Porque una cosa era pelear contra dos o tres dotados como Phil Mickelson, que podían inspirarse durante una semana y hacerle frente eventualmente. Otra muy distinta es tener 30 o 40 jugadores que puedan hacerlo. Porque siempre habrá “Rory McIlroys”, “Patrick Reeds”, “Jordan Spieths” o “Justin Thomases” que se iluminen y sean imposible de batir, aún para el inmortal Tiger Woods.

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