Golf
ESPN.com (Traducción) 6y

Testigos sin invitación a la coronación

AUGUSTA – El padre de Patrick Reed lloraba en el teléfono. Yo también lloraba. Los dos teníamos buenas razones para hacerlo.

El hijo de Bill Reed acababa de ganar el Masters, y él quería abrazar a su hijo. Mi madre había muerto demasiado joven años atrás, y yo quería darle un gran abrazo a ella.

Ninguno de los dos podía tener lo que más quería en ese momento.

Por lo que lloramos juntos el lunes por la mañana, dos padres de unos cincuenta años hablando de arrepentimientos y divisiones familiar y de las cosas que todos en algún momento hubiesen deseado decir o hacer de manera diferente antes de que un ser querido se terminara marchando. También hablamos de las chaquetas verdes. Patrick ganó el Masters a tres millas de donde su padre, Bill, su madre, Jeannette, y su hermana más chica, Hannah, lo vieron junto con amigos de la familia el domingo por la noche desde su casa en Augusta. Ellos fueron los testigos sin invitación de la coronación del nuevo rey del golf de 27 años.

Y, sin embargo, el momento en el que Patrick metió su putt ganador, su madre, padre y hermana comenzaron a llorar de emoción mientras que se abrazaron entre todos. “mientras que estábamos abrazados en familia”, comentó Bill, “todos dijimos, 'Esto es por Patrick. También lo estamos abrazando a él'".

Él se largó a llorar por teléfono. Yo también.

"Pensamos en intentar ir allí y ver la ceremonia desde lejos", dijo Bill, "pero no pudimos conseguir ninguna tarjeta que nos permitiera el acceso".

Hace seis años que los Reed no hablan con su hijo. Al igual que todas las disputas familiares, la suya es complicada. Por un lado, están Patrick, su esposa Justine y su familia, y por el otro, Bill, Jeannette, Hannah y el resto de la familia. Los Reed no son bienvenidos en los torneos en los que juega Patrick; Golf.com informó que fueron acompañados fuera de la cancha en el Abierto de los Estados Unidos de 2014 por pedido de Justine. Hace unos años me encontré con Bill en un torneo y me di cuenta de inmediato de que estaba intentando ver jugar a su hijo sin que nadie se diera cuenta de que lo estaba mirando mientras juagaba.

Bill no quiso entrar en detalles del conflicto el lunes por la mañana, sólo comentó que quería que las cosas se solucionaran. Bill y Jeannette todavía no conocen a los dos hijos de Patrick, sus dos nietos. "Rezamos todos los días para volver a ver a Patrick y conocer a esos dos niños", dijo Bill. "Rezamos todos los días para que nuestras familias vuelvan a estar unidas".

Pero Bill quiere que esto se trate sólo del Masters, y de la alegría de un padre al ver que su propia sangre ha logrado la gloria. Tan pronto como Patrick nació, Bill le regaló un juego de golf de plástico. No lo hizo con miras de criar un campeón, sólo pensó que el golf algún día le iba a ser útil a su hijo para hacer buenos negocios mientras se relacionaba socialmente dentro de una cancha de golf.

Vivian cerca de la cancha de gol del Dominion Country Club en San Antonio, y padre e hijo eran dos fanáticos de este deporte. Practicaban en la casa con peloteas de plástico, imaginando que las alfombras eran los tees de salida y los greens, y el piso de madera era los hazards de agua. Los Reed iban hasta el rancho de Hank Haney en McKinney, Texas, donde uno de los instructores, Peter Murphy, le mostraba a Patrick grabaciones de las lecciones de Haney con Tiger Woods.

Patrick se convirtió en un prodigio orgulloso, dos veces campeón de la NCAA en Augusta State, cinco veces ganador del PGA Tour, y el sábado por la noche iba primero después de tres días en el Masters. Rory McIlroy, ganador de cuatro majors y víctima de Reed en la Copa Ryder en Hazeltine, le dijo al mundo que toda la presión estaba sobre el hombre que llevaba tres golpes de ventaja y no tenía majors a su nombre. Bill Reed inmediatamente supo que McIlroy había acabado de cometer un error táctico.

"Ese fue el primero de los errores que Patrick aprovechó", dijo Bill Reed. "Si vieron ese momento de la conferencia de prensa cuando le preguntaron a Patrick sobre el comentario de Rory, le habrán visto una pequeña sonrisa de suficiencia. Yo no habría hecho eso de haber sido Rory. Sí, Patrick iba a estar nervioso, pero la enormidad del momento nunca es demasiado grande para él.

"Se lo mencioné a Jeannette el sábado por la noche. Cuanto más hablaban por televisión sobre quién creían que iba a ganar, y cuanto más escuchaba a las personas hablando de Rory y de otros grandes jugadores, les dije: 'Patrick está viendo esto. O sus suegros y su esposa están viendo, y se lo contarán. Eso es todo lo que tienes que hacer con Patrick. Si dudas de él y le dices que no puede hacer algo, eso es todo lo que necesita'. ...No hay que irritar a Patrick.

"Y luego, el domingo lo supe en cuanto lo vi. Internamente, no iba a permitir que nadie le quitara la victoria. Tal vez no iba a tener el nivel que había tenido los primeros tres días, pero pude ver en su rostro que cuando tuviera que hacer un putt o compensar algo, iba a ponerse firme y no iba a permitir que nadie se lo quitara".

Mientras Bill Reed veía a su hijo darle una paliza a McIlroy y superar los animados desafíos de Jordan Spieth y Rickie Fowler, la infancia de Patrick brilló ante sus ojos. Describió su experiencia casi extracorporal como vivificante y surrealista.

"Durante esas cinco o seis horas, tuve un marco visual de su infancia a través de los años", dijo Bill. "Fue como una presentación de imágenes en cámara lenta. Patrick corriendo por la puerta del fondo donde vivíamos en San Antonio, cerca del hoyo 6 de la cancha. Saliendo de un bunker. Jugando los mismos cinco o seis hoyos que podíamos hacer cuando Patrick era pequeño. Todos los viajes a los eventos juniors y amateurs...

"Vi la historia de su vida, todas esas veces con él. Y luego la vi culminar con Patrick ganando el Masters".

A Bill Reed, quien vio la vuelta con familiares y amigos, no le preocupaban los dos putts que su hijo necesitaba hacer en el green 18. Le preocupaba más el último golpe en el tee de salida, y la necesidad de mantenerse en el fairway y fuera de la trampa de arena.

"Me sentí liberado una vez que pudo hacer el tiro desde el tee de salida sin terminar en esa zona", comentó Bill. "Todos sabemos lo peligrosa que es esa zona. En ese momento, sin importar lo que sucediera, nada iba a detener a Patrick".

Patrick hizo su parte para superar a Fowler por uno, y a tres millas de distancia sus padres y su hermana estaban cada vez más emocionados al ver la escena. Sergio García, el campeón de 2017, colocó la chaqueta verde sobre los hombros de Patrick y los Reed lloraron un poco más.

Bill tiene 58 años y es el director ejecutivo de Quest Diagnostics. El lunes era día laboral, pero no fue un día laboral como cualquier otro. Los emails, los mensajes de texto y las llamadas fueron abrumadoras. Y los recuerdos de ese domingo permanecerán por siempre.

"Como padre", dijo Bill, "quieres lo mejor para tus hijos, no importa qué es lo que estén haciendo. Quieres que logren el éxito en el más alto de los niveles, sobre todo en el caso de Patrick, ya que siempre ha sido un trabajador incansable. Se me pone la piel de gallina de solo pensarlo”.

Bill comenzó a hablar de sus esperanzas, de que algún día su hijo se despierte y… y se volvió a quebrar en llanto. Y yo volví a llorar con él.

El hijo de Bill Reed acababa de ganar el Masters, y lo único que quería este padre era un gran abrazo.

^ Al Inicio ^