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Dos directivas en las antípodas

La labor de Jim Buss al frente de los Lakers ha dejado mucho que desear Noah Graham/NBAE/Getty Images

LOS ANGELES -- "Enero del año 2013. Los dos equipos de basquetbol de la ciudad de Los Ángeles continuarán destinados a no entenderse. La llama de su rivalidad seguirá viva y siendo fiel con la historia, ambas franquicias vivirán destinos contrapuestos. El uno luchará para sobreponerse a la mediocridad al tiempo en que el otro aspirará a plasmar su nombre entre los más grandes. Clippers y Lakers seguirán viviendo en las antípodas aunque compartirán estadio y ciudad. Aun así, los papeles de los dos planteles angelinos se invertirán. El débil desbancará al fuerte como David se impuso a Goliat. Los Clippers implantarán su hegemonía mientras los Lakers emprenderán la búsqueda de una identidad perdida".

Imaginen que este texto hubiera sido escrito en 1987. Muchos de ustedes no habían nacido aún, pero los más maduros, aquellos que vivían extasiados por el espectáculo que brindó el 'Showtime' de Kareem- Abdul Jabbar, Magic Johnson o James Worthy nunca hubieran creído en lo que explica el párrafo.

Por aquel entonces, los laguneros ya contaban con seis campeonatos en siete años (10 en total), mientras que los Clippers trataban de sobreponerse a sus vergüenzas y complejos como recién llegado a Los Ángeles, en 1984, y destinados al fracaso en las siete temporadas sucesivas (incluyendo un pésimo balance de 12-70 en la campaña 1986-87).

Ni siquiera los más optimistas (o pesimistas) hubieran imaginado que 26 años después, los papeles de los dos equipos de la ciudad se hubieran cambiado. A día de hoy, con más de la mitad de la temporada por jugar, la tabla clasificatoria invita a pensar en una variación de los factores.

¿Sería descabellado ver a unos Clippers campeones y unos Lakers incapaces de clasificarse a playoffs? Y si eso sucediera, ¿qué hubiera fallado en la franquicia más potente de la historia y cuál sería el acierto de la vecina?

Tratando de huir de las suposiciones y ciñiéndonos en el presente, con los Clippers como la segunda mejor formación de la liga y los Lakers fuera de playoffs, la respuesta es clara: el éxito de una directiva frente al fracaso de la otra.

JIM BUSS ENCARNA LA DECADENCIA
Es de perogrullo que la apuesta de Mitch Kuptchak y Jim Buss es, a día de hoy, un fracaso. Queda mucha liga, y tiempo suficiente para que las tornas cambien y los tornillos se ajusten, pero seamos francos, luego de dos meses y medio de competición, los laguneros se codean con los peores equipos de la liga y sucumben ante los mejores.

En esta ocasión, la historia parece estar jugando en contra de los Lakers. Sus 16 campeonatos y los éxitos pasados obligan a los éxitos presentes. Desde que Phil Jackson abandonó la nave lagunera tras no lograr su quinto campeonato, los oro y púrpura viven sumidos en la búsqueda de una identidad que este año está tocando fondo. Resulta difícil imaginar un equipo con jugadores de la talla de Kobe Bryant, Dwight Howard, Steve Nash o Pau Gasol sufrir tanto como están sufriendo, pero así es, irremediablemente.

La razón primordial oscila entre dos puntos. Por un lado, las ansias de la directiva por hacerse con un anillo a base de talonario; por el otro, el de poner el listón tan alto a la hora de esgrimir el discurso de 'campeonato o nada' señalado por Kuptchak tanto durante el verano, como en la rueda de prensa de presentación de Mike D´Antoni.

La política de fichajes no está dando sus frutos, y es que además de la irregularidad de algunas piezas clave (ya sea por culpa de las lesiones, porque sufren de 'estrellitis' o porque directamente dos figuras del quinteto titular no son capaces de jugar juntas sin pisarse).

Las ansias de triunfo se han convertido en urgencia. Y así, poco después de ratificar a Mike Brown en su puesto, el excoach salió por la puerta de atrás. Fue en ese momento cuando se fraguó el primer indicio de fracaso en la política de la cúpula esta temporada. Pero este traspiés comenzó a fraguarse hace tiempo. Cuando Jim Buss comenzó a contar con el control de la nave lagunera paulatinamente.

Los errores en su gestión de los últimos años fueron varios: contratar a Mike Brown tras la era Jackson en lugar de optar por otros coaches de renombre como Bryan Shaw, Jeff Van Gundy o Mike Dunleavy, por citar a tres; el ridículo tras el caso Chris Paul, cuyo fichaje fue frustrado por el comisionado, pero desequilibró los cimientos en la franquicia (Gasol y Lamar Odom iban a ser moneda de cambio y el segundo se marchó con la sensación de haber sido ninguneado).

El tercer despropósito fue el ya citado caso Brown de esta temporada y el haber optado por D´Antoni en lugar de Jackson; la diferencia era obvia: 11 anillos frente a cero (por no mencionar las carencias de los planteamientos defensivos del actual coach lagunero). Las formas de cómo se sucedió el fichaje de D´Antoni con un Jackson que lo daba por hecho volvieron a desnudar la manera de trabajar de Buss, cuyo brazo ejecutor se extiende a Kuptchak.

El colmo es el haber confeccionado un equipo con un salario total a 100 millones de dólares, cuyo quinteto inicial cuenta con 32,8 años de edad (el de los Clippers es de 27,4). Y sí, la diferencia es sustancial en actividad física, condición y riesgo de lesiones.

CLIPPERS, BUENAS DECISIONES Y PACIENCIA
La directiva de los Clippers gestionó la situación de manera muy diferente. El concepto de comida rápida marcada por la urgencia de los laguneros se tornó en una construcción paulatina y sin prisas que llegó al clímax este verano. Se sucedieron varias contrataciones que completaron un formación joven y dinámica con una banca que hace de los Clippers uno de los equipos más completos de la liga.

Lograron atar a sus dos pilares: Blake Griffin (que en verano firmó por cinco años) y Chris Paul (que luce una sonrisa de oreja a oreja luego de que sus propósitos se hayan cumplido). El armador quería un equipo competitivo que fuera capaz de luchar por el anillo. Dicho, hecho y su continuidad tras esta temporada está casi asegurada si el equipo continúa en su dinámica.

Desde que Griffin fue adquirido en el draft de 2009, la política de los Clippers fue la de mezclar experiencia con juventud; las tablas con el hambre, la inocencia con la madurez. Ahí reside el éxito de los vecinos de los laguneros. Todo ello envuelto en el halo de la paciencia.

Solo queda observar hasta dónde son capaces de llegar ambos equipos, esas dos maneras de entender el baloncesto, esas dos políticas contrapuestas que continúan alejadas entre sí aunque condenadas a vivir juntas, bajo el mismo cielo que sigue siendo testigo de los éxitos de unos y los fracasos de otros. Seas quienes sean, porque el término medio no existe entre los dos equipos de basquetbol de la ciudad.