LOS ÁNGELES -- Adam Silver dejó en claro y de una vez por todas que el racismo institucional no tiene lugar en la NBA.
El comisionado de la liga suspendió el martes de por vida a Donald Sterling, propietario de Los Angeles Clippers, debido a unas declaraciones en las que confesó que no desea asociarse con afroamericanos o que estos vayan a sus partidos.
La multa de $2.5 millones es sin dudas un vuelto para Sterling, pero la decisión de Silver de erradicarlo es el golpe de gracia y el mensaje que todos en la sociedad estadounidense necesitábamos escuchar.
Nunca más.
Esto va más allá de que más del 70 por ciento de los jugadores de la NBA sean afroamericanos, ya que eso no tiene nada que ver. Esto es un tema moral y no de color, raza o religión. Se trata de hacer lo correcto. Se trata de buscar, demandar y conseguir igualdad.
Silver le bajó el martillo a Sterling y prometió erradicarlo con la ayuda de los otros 29 dueños de franquicia. El comisionado dijo todavía no haber hablado con todos, pero me resulta difícil pensar que alguno de ellos se animará a estar del lado incorrecto de la historia.
Todavía no hay fecha definida pero el reino del terror de Sterling llegó a su fin. Esto marca un antes y un después, ya que ahora todos saben contra qué (y quién) se enfrentan si todavía tienen el alma contaminado con ese tipo de opiniones y sentimientos.
Nunca más.