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Clippers pisotea la moral de Rockets

LOS ÁNGELES -- El golpe de autoridad que dieron Los Angeles Clippers ante Houston Rockets en el Juego 3 de las semifinales de la Conferencia Oeste fue incontestable y de nuevo se pusieron por delante en la serie (2-1). No sólo vencieron tras anotar el mayor número de puntos en estos playoffs y lograr la máxima diferencia (124-99), también fue una noche redonda para los angelinos y aciaga para los Rockets. A los locales les salió absolutamente todo mientras que sus rivales llegaron a deambular sin rumbo fijo en una duela que se les hizo cuesta arriba en la segunda mitad. Un parcial de 23-0 entre el final del tercer cuarto y el principio del último periodo sentenció el partido.

Los Clippers se jugaron todas sus cartas y salieron con Chris Paul de titular (12 puntos y siete asistencias) a pesar de haber sufrido una distensión en el tendón de la corva de la pierna izquierda hace tan solo seis días. Practicó el jueves, se sintió fuerte y le comunicó a Doc Rivers que estaba listo para jugar. El coach cumplió su palabra y dispuso de él un total de 23 minutos en los que estuvo muy activo. Sin embargo fue en sus primeros siete minutos en la cancha cuando comenzó a dar muestras de que podía ayudar a su equipo marcando su propio tempo. En ese periodo ya había logrado cuatro puntos y cinco asistencias.

"Pude hacerlo. Pude hacerlo", insistió CP3, quien se perdió los dos primeros encuentros de la serie. "En este punto de la temporada nadie está al cien por cien. Si podía hacer algo para ayudar al equipo, tenía que hacerlo. Me sentí genial (por regresar). Es mucho más difícil cuando estás sentado. Estaba estresado en la banca en el Juego 1 y 2. Fue muy divertido ser parte de la acción", confesó.

Además de la satisfacción por la victoria y su regreso, Paul fue capaz de jugar con la tranquilidad de que detrás de él había un jugador dispuesto a ayudarle a descansar siempre que hiciera falta. Austin Rivers (25 puntos, seis asistencias y seis rebotes) sacó pecho y firmó su mejor partido de la postemporada y el segundo de la campaña regular (28 puntos en febrero ante Sacramento Kings).

El hijo del coach fue el máximo productor de la cita y se echó el equipo a las espaldas en el tercer periodo, cuando anotó 15 unidades (6-de-8 en tiros de campo) y ayudó a poner una máxima ventaja global de 32 puntos para su equipo. El armador venía de perder un baló clave en el Juego 2 que aportó para que los Rockets se llevaran el gato al agua. Sin duda, fue capaz de resarcirse.

"Nunca se puede estar ni muy alto ni bajo", apuntó hablando de las emociones de ambas situaciones. Confesó que Blake Griffin (22 puntos y 14 rebotes) le apoyó en aquella situación poniendo su propio ejemplo. "Me pasó lo mismo en no recuerdo qué partido contra los Spurs, íbamos ganando de dos puntos. Tan solo hay que seguir jugando". Aquellas palabras calaron en el joven jugador y no tardó en sacar todo lo que tenía para ayudar a su equipo.

Si hubo otro gran triunfador el viernes, éste fue J.J. Redick (31 puntos). Llevó a cabo a la perfección lo mejor que sabe hacer: anotar triples. Logró 5-de-6 y aportó para los 13-de-29 que anotó el equipo. Pero no sólo fue eso lo que le hizo destacar. La manera en la que frenó en seco la productividad de James Harden (25 puntos y 11 asistencias) en los momentos en los que Houston más sufrió.

"Sabemos que hay que pararle y que hay que limitar sus penetraciones lo máximo posible. Estoy haciendo lo máximo posible para cumplir el plan de juego", señaló Redick. Intento cerrar sus ángulos. Cuando me encara le freno con el pecho y si me pasa pongo las manos detrás y e intento mantenerle fuera de la línea de tiros libres", explicó.

En el Juego 2, Harden lanzó hasta 15 tiros libres que acabaron condicionando sobremanera el resultado final. El viernes solamente se plantó en los 15 pies en cinco ocasiones. Si una de las virtudes de los Clippers fue el aspecto defensivo, fue en ese sentido donde más sufrieron unos Rockets desaparecidos. Dentro de dos días, el domingo, los tejanos tendrán la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla, la sartén está que arde y a día de hoy los californianos están demostrando tener más recursos, más capacidad de superar adversidades y las ideas más amuebladas.