WWE
René Tovar 5y

El Audaz, de defensa de Jaguares a ser una de las máximas promesas de la Lucha Libre

Sus ojos se cristalizan. Su mirada cambia. Agacha la cabeza. Luego la levanta, como lo hizo con su vida misma. Confiesa que en la casa donde vive, posee un sillón en el que tejió los sueños más grandes a su llegada a la Ciudad de México. El lugar donde durmió solo, acompañado únicamente de su esperanza, pero tristemente arropado con la idea constante y terror al fracaso. Dejó su familia y comodidades en Oaxaca por vivir el sueño de la parafernalia mágica de las luces y el espectáculo: La Lucha Libre.

El Audaz. Lo bautizó así la gente de programación del Consejo Mundial de Lucha Libre una tarde cualquiera de la capital que acoge historias de éxito y desaliento. Fue, confiesa, su regalo de Reyes Magos un 6 de enero. No, no pudo dormir aquella noche. Tomó la máscara dorada con alas en tono azul y la llevó hacia su pecho. Esa noche juró convertirse en uno de los mejores luchadores de la historia.

Su destino curiosamente lo quebró inesperadamente cuando su padre, el mayor consejero de su vida, un gladiador local, le espetó: “O el futbol o la Lucha Libre”. Fue entonces que trémulo y con el peso de la responsabilidad determinó que la ilusión por jugar como titular en los Jaguares de Chiapas había terminado. Su esperanza de verse en el túnel del estadio Víctor Manuel Reyna quedó enterrada para siempre. El defensa central, cerca de llegar al primer equipo, tomó sus cosas y consideró que era momento de poner en orden sus objetivos y trabajar en lo que desde los seis años quiso, el arte de Goth.

Ahora, a sus 20 años, mucha gente se pregunta si El Audaz ¿es malabarista o luchador? La figura del esteta resplandece en los aires de la Arena México en cada programación. Es considerado la promesa más grande del pancracio mexicano. Su virtud de convertirse en segundos en un avión humano, en un espacio de 6x6, han hecho que las criticas lo consideren como uno de los luchadores más prometedores y sonados en las carteleras mexicanas. Si se le suma que El Audaz hace de las cuerdas un espacio para malabarear su cuerpo, como lo hacía Kato Lung Lee, entonces toma una dimensión diferente. El Audaz es presente y futuro.

Su carrera ha sido meteórica. Sus condiciones son espectaculares, acaso porque para ser luchador, asegura, no sólo se trata de subirse a un ring para ganar, sino entregarse a los miles de aficionados que buscan divertirse. Es por ellos, dice, que venció sus miedos. Temor es el que menos tiene, advierte, cuando se juega la vida con lances que incluso ya le costaron una seria lesión. Primero el público, ratifica una y otra vez, porque son ellos a quienes se debe, enfatiza. Entonces utiliza una frase que es común entre los estetas del ring. “La lucha afuera del ring es la más difícil”.

La razón le asiste. Su familia le dio la espalda. Creyeron que su viaje a la Ciudad de México era para perderse en el alcohol y las drogas. Lo abandonaron a su suerte. En el mundo de la lucha también recibió serios reveses. No necesariamente por derrotas arriba del ring, sino las más dolorosas, abajo del mismo, porque sus propios compañeros, recuerda, le volteaban la cara y pocos a casi nadie le extendió la mano.

La soledad fue su más íntima confidente. La misma le hizo afianzarse a la idea de que debía triunfar, que tenía que seguir adelante. Sus clases con El Arkangel, Virus y Último Guerrero debían rendir frutos. Sin dinero en el bolsillo, rememora triste, a veces ni comía porque no había qué en casa. Se arrimaba a ese sillón viejo y meditaba en renunciar a sus sueños para regresar a Oaxaca y seguir su vida cotidiana. La misma que le hizo cruzar por momentos en su mente el escenario de delinquir para comer, aunque fuera una torta. No había más.

Su primer personaje de Fiero estaba quebrado. No tenía fiereza para demostrarse a sí mismo que podía salir adelante. Fue entonces que en ese sillón recordó el colorido de la lucha. Ver a gladiadores con coches del año y fama le hicieron pensar que el sacrificio debía valer la pena. Entonces se sacudió su idea de fracasar. Se metió de lleno a entrenar hasta seis horas diarias en el ring. Dos con sus maestros, dos después de la comida. Luego tomaba un lápiz y dibujaba en una hoja en blanco la forma en cómo iba a sorprender a la gente con sus lances y suertes en las cuerdas. Analizaba cada centímetro del ring y gráficamente ponía como saltaría esa noche. Cómo aumentaría el grado de dificultad de la rutina, porque en su mente tiene grabado el mensaje de su padre de no ser uno más del montón.

El Audaz hoy comienza a ganar terreno en las carteleras del CMLL. Salió rápidamente de preliminarista, porque las condiciones que le ven en el organismo son muy buenas. Hoy recibe llamadas de Estados Unidos, Japón y Centroamerica para exhibir su acrobacia en otros lugares, pero él asegura respetar a la entidad que le dio todo: el CMLL.

El Audaz confiesa que cuando contó su primer dinero miró hacia atrás y se dio cuenta que había ganado la lucha más grande de su vida, la de creer en sí mismo. “Quisiera decirle a la gente que los sueños se cumplen, siempre y cuando nunca los abandonen”, exclama arriba del ring orgulloso y con voz engolada. Hoy ya no lucha consigo mismo, porque tiene claro que si le hubieran dado a escoger entre jugar en un equipo de Primera División o ser estelarista en la Arena México se decantaría por lo segundo, porque algún día desea fervientemente que el público se le entregue bajo atronadores gritos de “Audaz... Audaz... Audaz... Audaz...Audaz...” Sólo de pensarla su mirada se pierde entre las butacas de la llamada Catedral de la Lucha Libre en México. El Audaz afirma que tiene los pies en la tierra. ¿Cómo lo hace? Aquél viejo sillón donde lamió las heridas de sus primeros golpes lo compró y lo mantiene en casa.

Ahí de vez en cuando se acuesta para volver a soñar y permitirse pensar que sus lances no sólo son contra sus rivales, sino que sus vuelos tienen un destino directo al éxito y no al olvido... “¡Audaz..! ¡Audaz..! ¡Audaz..!”, revela, suena constantemente en su cabeza... prendan las luces, anuncien el nombre, este personaje aunque pierda arriba del cuadrilátero ya conquistó su gran victoria... Creer en él mismo...

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