Tomás Rodríguez Couto 12y

Pella y la sensación de volver a ser

BUENOS AIRES -- Pasó otra gira. Con experiencia difícil de olvidar en el US Open (victoria ante Lukas Rosol y caída en cuatro sets ante Nikolay Davydenko incluida) y título a nivel challenger (el tercero del año). Pasaron unos días en Bahía Blanca, su ciudad natal, para alternar trámites con cenas familiares. Llegó la hora de volver al barrio porteño de Núñez, a esas canchas del complejo Parque Norte que lo tienen como protagonista hace ocho años (con apenas una interrupción) en cada doble jornada bajo las órdenes de Fabián Blengino, su entrenador.

Atrás quedó el sufrimiento para Guido Pella en donde hospedarse en ciudades bajo 40 grados centígrados hacían insoportable un corte de luz ante la imposibilidad de ir a hoteles respetables, mientras se estaba en la búsqueda, semana a semana, de los puntos que signifiquen algún salto en el ranking y se hacía cada vez más difícil saldar los gastos. "Era complicado. Fue una etapa dura que me costó pasar. Por momentos pensé que nunca iba a poder. Lo mental y las malas decisiones también juegan", cuenta en diálogo con ESPNtenis.com.

El bahiense ganó siete títulos futures, pero nunca alcanzaba. Es que, claro, luego de haber llegado a las semifinales de Roland Garros como juvenil con todo lo que eso implica (representantes a la vista, ofertas de raquetas, vestimenta a disposición), el objetivo era instalarse entre los 100 mejores del mundo lo más rápido posible, situación enmarañada para la gran mayoría que ingresa al embudo de los profesionales.

En esas etapas previas surgía la disyuntiva. Seguir remando contra la corriente a pesar del apoyo familiar desde todo punto de vista o colgar la raqueta en forma definitiva: "fueron 2 o 3 años difíciles, con la moral en el piso. Muchas veces pensé en dejar el tenis. Es más, muy pocas veces tenía la tranquilidad que iba a seguir. No tenía ganas de entrenar y se complicaba muchísimo. Para seguir gastando plata y sin fuerzas era mejor dar un paso al costado".

Hoy, a sus 22 años, vive su mejor temporada. Haber levantado el trofeo en Salinas, Manta y Campinas, la última semana, son impulsos fantásticos que implican estar en el 121º casillero del ranking mundial.

Pero el clic se dio la temporada pasada, pocos meses después de haberse recuperado de una complicada lesión en su muñeca izquierda: "durante muchísimo tiempo estaba prácticamente convencido de que no iba a pasar del nivel de futures. Pero la final en Guayaquil me cambió la vida. Me di cuenta que estaba para otras cosas. Yo antes apostaba a estar dentro de los 100 y uno se va angustiando, se va poniendo mal cuando no lo va consiguiendo. En Guayaquil pasé la qualy de milagro, fue 7-6 en el tercero. Y después fui encontrando el nivel para llegar a la final".

Por fin, un guiño ante esa falta de confianza. "Lo primero que pensé fue que los fantasmas se iban. Tenía miedo de quedarme en los futures, no subir el nivel, no luchar los partidos como corresponde, fantasmas que me atormentaban durante mucho tiempo. Ese torneo me hizo muy bien", confiesa cuando repasa la página con más resaltador de su carrera.

Ya más cerca de ese objetivo, este año el zurdo surgido en el Liniers de la avenida Alem de su ciudad también se dio otro gusto: atravesar la clasificación del US Open para jugar un torneo del Grand Slam por primera vez. "Fue en un momento justo, me cambió la cabeza y los objetivos. Si perdés en primera ronda no te cambia nada pero ganar te hace dar cuenta que podés ganar partidos en ese nivel", confiesa.

Hoy, aun lejos de las luces del gran circuito, para Pella empezar a codearse con los mejores del mundo no es algo para despreciar: "en los challengers uno se siente más tenista, mejor atendido, los torneos son distintos, el panorama cambia totalmente. Estar donde estoy hoy no era algo que lo había pensado a principios de año. Era un lindo objetivo pero ya no me lo planteaba como primordial".

Hoy vive un momento dulce. Se acabaron las presiones de estar especulando en el propio rectángulo, en pleno partido, lo que podría significar cada derrota: "me estoy controlando mucho más. Estar pensando todo el tiempo los puntos a defender complica mucho. Por eso todo esto fue muy bueno. Me pude sacar esos fantasmas de los números que es muy fácil que te aparezcan, más aun cuando estás tan cerca de algo muy lindo como estar dentro de los 100. Espero seguir en esta línea".

Siempre con Blengino como entrenador, "es como un papá para mí, es prácticamente todo lo que soy en el tenis", se viene la última etapa del año. Jugará el challenger de San Juan y luego dejará la Argentina para presentarse en Río de Janeiro, Porto Alegre, Montevideo y Guayaquil, donde volverá ya con la tranquilidad de que las cosas están saliendo bien. Sin fantasmas.

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