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Ofensiva en serie

BRISTOL -- Dice un dicho en los Estados Unidos que, "Lo único que existe con certeza son la muerte y pagar impuestos". No estoy de acuerdo. Podemos añadir otro hecho más: los Gigantes de Nueva York de Tom Coughlin ganando cinco de sus primeros siete partidos para después entrar en el tradicional bache de noviembre.

Coughlin asumió el mando de los Gigantes en 2004, y con la excepción de 2008, cuando no hubo bache, este patrón se ha repetido fielmente a partir de entonces. En 2004, perdieron todos los partidos de noviembre, dos en 2006 y 2007, tres en 2009, dos en 2010 y tres en 2011.

El domingo cayeron con una actuación decepcionante en casa ante Pittsburgh.

En los dos últimos partidos, Eli Manning no rebasó las 200 yardas por aire y no tiene touchdowns. Lanzó dos intercepciones y su índice de pasador fue de 58.4 o menos. Contra Pittsburgh, un equipo que llegó a la Semana 9 con la ofensiva terrestre Nº 21 en la liga, la defensiva de Nueva York permitió 158 yardas por tierra. Como punto de referencia, la mejor ofensiva terrestre de la liga, San Francisco, promedia 169.

La pregunta obligada es si la versión del 2012 de los Gigantes entró al tradicional bache, o si hay circunstancias atenuantes para un equipo que había jugado a un nivel muy alto, pero que ha venido a menos.

Podemos considerar varias explicaciones a este fenómeno que sucede en Nueva York. La primera idea, y no es tan descabellada, tiene que ver con los ratings de televisión. Los Gigantes juegan en el mercado televisivo más grande de EU. Noviembre es el mes en que se miden los ratings de las cadenas de televisión y cable para fines comerciales. La NFL cobra derechos a un precio muy alto y busca justificarlos con sus clientes demostrando el interés del público reflejado en la audiencia televisiva. ¿Creen acaso que es coincidencia que los partidos de proyección nacional son entre los equipos más populares y/o de los mercados más grandes?

Este año los Gigantes juegan tres partidos en noviembre contra Pittsburgh, Cincinnati y Green Bay, todos ellos equipos de postemporada en 2011. El año pasado enfrentaron a Nueva Inglaterra, San Francisco, Filadelfia y Nueva Orleans. San Francisco fue el único que no había sido finalista el año anterior. Los Gigantes enfrentan rivales de nivel muy alto en noviembre lo cual produce juegos atractivos y ratings altos.

La segunda explicación tiene que ver con lesiones en jugadores importantes. El año pasado estuvieron fuera de acción, o jugaron de manera limitada, Brandon Jacobs, Ahmad Bradshaw, Justin Tuck, Corey Webster, Michael Boley y varios más. Este año han tenido bajas, pero si algo los había distinguido había sido precisamente eso: la capacidad de funcionar a buen nivel a pesar de las lesiones. Jugadores como Ramses Barden y Andre Brown brillaron contra Carolina, Domenik Hixon contra San Francisco y una línea ofensiva sin dos titulares pudo proteger a Manning.

Otra posible explicación es que los jugadores de la NFL son seres humanos, y como todos nosotros, experimentan altas y bajas en sus vidas. El año pasado escribí una nota al respecto. Nosotros los aficionados esperamos que los jugadores, como deportistas de alto rendimiento y profesionales que son, se desempeñen al más alto nivel semana tras semana. Esto es prácticamente imposible. A pesar de que la intención es darlo todo en el campo, y que la preparación en miras al partido es excelente, hay días que nada más no salen las cosas. Se levanta uno, como comúnmente se dice, "Con el Santo de espaldas". En otras ocasiones, hay hechos fuera del control humano que afectan severamente el rendimiento cotidiano de una persona.

Dicha situación se vivió en el área de Nueva York la semana pasada con el huracán Sandy. El área metropolitana de Nueva York, que incluye también a Nueva Jersey, fue arrasada por el ciclón. Miles de personas perdieron sus hogares. Pueblos en la costa de Nueva Jersey fueron totalmente devastados. Una gran parte de la población quedó sin luz ni agua, incluyendo muchos jugadores de los Gigantes.

En sus palabras previas al partido, Coughlin exaltó a sus jugadores para que sirvieran de inspiración para la gente de Nueva York y Nueva Jersey. Esto fue un error. Ser deportista profesional implica jugar bajo una gran presión en un período corto de tiempo. Siendo un juego de humanos, quieran o no, las vicisitudes de la vida afectan la concentración y el rendimiento de una persona, incluyendo la de un jugador, por más capacitado que esté. Las intenciones de Couhglin fueron nobles, pero aumentó la presión sobre sus jugadores en lugar de motivarlos. Este tipo de presión es diferente.

Es menos complicado cuando uno juega un partido después de haber tenido una pena personal ya definida. Lo vimos con Brett Favre cuando lanzó cuatro pases de anotación contra los Raiders un día después de que su padre murió repentinamente de un ataque al corazón. Lo vimos con Torrey Smith hace unas semanas cuando murió uno de sus hermanos menores en un accidente de motocicleta, y horas después tuvo seis recepciones, incluyendo dos para touchdown, para ser clave en la victoria de Baltimore ante Nueva Inglaterra. Vimos la reacción de Indianápolis cuando diagnosticaron a Chuck Pagano con cáncer.

Es diferente jugar para uno mismo, o para una sola persona, que cuando un equipo se echa a los hombros la moral de toda una población. Es injusto pedirle a un equipo que gane un partido para servir de inspiración a los habitantes de una región, especialmente cuando los miembros de este equipo están viviendo la misma crisis en carne propia. Muchos jugadores de los Gigantes, incluyendo a Eli Manning, tuvieron que hospedarse en hoteles o con amistades porque sus casas estaban inundadas. Ni Coughlin ni Eli quisieron usar esto como excusa de la derrota ante Pittsburgh. Sin restarle méritos a la gran actuación de los Acereros el domingo, la magnitud de la situación que se vive en el área de Nueva York tuvo que influir.

La historia no miente. Los Yankees de Nueva York estuvieron en una situación similar en la Serie Mundial de 2001, semanas después de los ataques a las Torres Gemelas. Querían ganar para motivar a los ciudadanos de Nueva York, pero cayeron ante Arizona. En 2005, los Santos de Nueva Orleans siguieron jugando en la temporada de la NFL, a pesar de no tener estadio ni instalaciones en donde practicar. Los jugadores, muchos lejos de sus familias, vivieron en San Antonio, Texas. Nueva Orleans terminó con marca de 3-13 ese año a pesar del esfuerzo y sacrificio de sus jugadores y entrenadores.

Los Gigantes se unen a estos dos equipos que buscaron levantar el ánimo de seguidores que vivían momentos de crisis y dolor. Al igual que los Yankees del 2001, y los Santos del 2005, se quedaron cortos en el terreno de juego. Su esfuerzo no fue en vano. Con su dedicación y entrega, aún en la derrota, sirvieron de inspiración.

¿Cómo reaccionarán los Gigantes el resto de la temporada? El nivel de talento es alto. Mi opinión es que romperán el patrón del pasado y volverán al primer nivel.