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Los Grizzlies ganan en altura

MEMPHIS -- El juego bajo y rápido podrá estar de moda en toda la liga, pero no podemos descartar el valor del tamaño. Y el viernes por la noche vimos claramente porqué, ya que Memphis castigó a un conjunto más pequeño de Knicks hasta entregarle su primera derrota de la temporada, 105-95, y de paso se adueñó de la mejor marca del básquetbol por primera vez en la historia de la franquicia.

Antes del partido, parecía que el puesto de ala-pivote sería el duelo clave de la noche, y así fue. Con Memphis y su poderoso Zach Randolph de 4, y los Knicks con un gran anotador más pequeño en Carmelo Anthony, era una cuestión de qué marca prevalecería primero.

Memphis tuvo la mejor respuesta, con el alero Rudy Gay sobre Anthony, y ocultando a Z-Bo con el errático Ronnie Brewer.

"No sabíamos a quién iba a marcar Zach", reconoció el entrenador Lionel Hollins, "pero sabíamos que Rudy marcaría a Melo".

Randolph se absolvió muy bien en el perímetro, tomándose turnos contra Brewer, Jason Kidd y Steve Novak durante el transcurso del partido sin grandes problemas, y como resultado los Grizzlies tuvieron una gran ventaja en el otro extremo. Se abrió el camino de ese lado con 20 puntos y 15 rebotes, mientras el fornido Marc Gasol, de 7 pies, aportaba otros 24. Quizás igualmente importante sea el hecho de que sumaron 20 tiros libres entre los dos.

La desventaja de tamaño no lastimó mucho a los Knicks en la primera mitad, un show muy entretenido que acabó con los Grizzlies cinco tantos arriba -- interrumpido por algunas palabrotas entusiastas de un rejuvenecido Rasheed Wallace al banco de Memphis.

Pero tras el descanso, los Grizzlies desgastaron a los Knicks tanto física como mentalmente. Memphis hizo hincapié en su ventaja de tamaño martillando a New York con posteos para Randolph y Gasol, sacando la cuarta falta de Anthony y el centro Tyson Chandler, y luego la quinta de Chandler ya que entrenador de los Knicks, Mike Woodson, se había arriesgado a dejarlo en la cancha.

Mientras se acumulaban las faltas, el resto del juego se desmoronó rápidamente para New York. Los Knicks, quienes habían ganado durante toda la temporada con un preciso movimiento de balón y lanzamientos, empezaron a jugar uno-contra-uno y a lanzar dobles largos desde el drible indiscriminadamente a la ofensiva, enfocándose más en los árbitros que en el partido. Durante una seguidilla de 19-1 para Memphis, Anthony, Rasheed Wallace, y el entrenador Mike Woodson recibieron faltas técnicas en un lapso de poco más de cuatro minutos, y J.R. Smith sumó una flagrante. Más rápido de lo que puedes decir Elvis, los Grizzlies apilaron una ventaja de 21 puntos.

La derrota de los Knicks le puso fin a su impresionante racha ganadora, ya que New York había ganado cinco de sus primeros seis partidos por dos dígitos en vías de convertirse en el último equipo invicto de la liga, a pesar del hecho que fueron superados en rebotes en cada partido.

Tal vez era inevitable que los triples dejaran de entrar --metieron apenas cinco de 19 intentos tras llegar al partido con una efectividad del 42.8 por ciento-- pero lo más desconcertante fue la regresión que tuvieron al enfoque trabado de uno-contra-uno de la escuadra del año pasado. J.R. Smith, quien tuvo un inicio brillante esta temporada, y Anthony, fueron los principales culpables, pero no abundaron los héroes esta noche, y New York terminó con apenas 18 asistencias.

"Nos quedamos estancados e inactivos y no movimos el balón como lo veníamos haciendo", dijo Woodson. "Creo que voy a hacer las cosas un poco diferente la próxima vez que juguemos contra ellos".

Para Memphis, el significado de esta victoria --la séptima en fila-- fue una validación más de su estilo de juego alto. Esta semana los Grizzlies ya habían ganado de forma convincente ante otro especialista del juego bajo, Miami, y entre medio derribaron al campeón reinante de la Conferencia Oeste, Oklahoma City. Más impresionante aún, estas tres víctimas se habían combinado para ganar 15 partidos consecutivos antes de que los Grizzlies vencieran a cada una.

"Es quién va a chillar primero", dijo Hollins sobre la cuestión grande-pequeño. "Y la clave es no chillar antes te quedarte atascado".

De hecho, durante estos tres partidos los Grizzlies pudieron jugar con su alineación grande la mayoría del tiempo --aunque sí vacilaron y jugaron por abajo cuando Kevin Durant jugó de 4 para Oklahoma City-- y en cada uno combinaron disparos mejorados con su típico poder en el poste bajo para prevalecer.

Obviamente, sólo han jugado ocho partidos en un calendario de 82, y Memphis aún tiene mucho trabajo por delante, empezando el sábado contra el molesto conjunto de Charlotte.

"¿Y ahora qué?" dijo Hollins. "¿Podremos aferrarnos a esto [el sábado] por la noche?"

Pero al menos por una noche los Memphis Grizzlies se encontraron en aguas desconocidas en lo más alto de la NBA. Y en un mundo de juego bajo, fue su estilo de juego alto lo que los puso ahí.

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