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No tan rápido

Los Lakers se comportaron como un paciente que sufre afasia: con Mike D'Antoni como pensamiento instalado, construyeron una idea en su mente, lucharon por establecerla desde el minuto cero y terminaron entregando un mensaje completamente distinto en el Staples Center.

¿Siete segundos o menos? "Le dije a los jugadores que si no estamos promediando entre 110 y 115 puntos partidos tendremos que hablar. Creo que esto es algo que podremos lograr fácilmente", señaló D'Antoni en la conferencia de prensa de presentación.

Esto no será tan rápido. Las ideas necesitan de varios escalones previos para consolidarse como hechos y habrá que modificar varios puntos para encontrar el equilibrio en un sistema que, de nuevo, parece ilógico de aplicar en jugadores que pasan varios kilómetros por encima de los 32 años.

Los Lakers jugaron mucho más sueltos que en los tiempos de la ofensiva Princeton. Mucho pick and roll, con Kobe Bryant como punta de lanza, Dwight Howard como estrella invitada y Pau Gasol como encargado del delivery poste alto-poste bajo. Sin sus dos armadores naturales -Steve Nash estará fuera de manera indefinida y Steve Blake, al menos cuatro partidos- Darius Morris tuvo que encargarse de la ofensiva angelina.

Está claro que es sólo una forma de decir, porque fue Kobe el que tomó las riendas de punta a punta.

Este sentimiento de laissez faire que vimos ante los Nets, en el que los jugadores tienen mayor libertad para realizar todo tipo de movimientos en ofensiva, se parece muchísimo a lo que sucedía con Mike Brown en la temporada 2011-12. Incluso los titulares jugaron una enormidad de minutos, transformando a la segunda unidad -a excepción de Jordan Hill- en un coro de plateístas entusiastas aplaudiendo cada una de las intervenciones de sus compañeros.

Cuando la libertad domina la escena, las situaciones de comodidad se imponen por naturaleza. Uno puede intentar sentarse con la postura adecuada, pero si nos invitan a un sillón acolchonado no dudaremos en darle prioridad al confort. En el deporte, para los jugadores, es lo mismo. En el arranque del partido los Lakers dominaron corriendo todas las veces que pudieron. Parecía que el sistema D'Antoni había calado hondo y era sólo una cuestión de comportamiento, de conducta mental, no de trabajo. Error. Rápidamente los Brooklyn Nets pasaron a controlar el ritmo del partido de la mano de Deron Williams y los Lakers no se quejaron demasiado. Vamos, seamos francos: ¿Cómo va a acelerar el ritmo a todo lo que da un equipo con Gasol y Howard en la estructura y con perimetrales por encima de la treintena? Suena tan lógica la respuesta que sólo pensar diferente se me presenta absurdo.

Lo que da vida a los Lakers, desde hace años, es exactamente lo mismo que puede llevarlos al colapso. Y no ha cambiado con la incorporación de figuras para las marquesinas. La dependencia de Kobe es seductora e irremediable. Funciona en algunas noches -como ante Nets- pero comienza a ser un problema cuando se torna obsesivo, como pasó en los playoffs pasados. Es un vicio tan repetitivo y empalagoso que, para el fanático angelino, no importa el futuro sino mas bien el presente. Es el desafío de una montaña mortal para un alpinista, o el beso pasajero de una mujer hermosa que luego se disfrazará de amor imposible: el comienzo es un juego atrapante, se disfruta el presente aún sabiendo que el futuro será condena. Suena aceptable, entonces, comprar frustración con segundos de adrenalina.

Entendiendo esto, veamos los números de Bryant en este inicio de campaña: 25 puntos (8-15 TC) y 50.0% o más en 8 de 11 partidos esta temporada. ¿Creen que esto puede ser sostenible para un jugador, por más bueno que sea, en su decimosexta temporada a lo largo de 82 partidos? Hay que empezar a buscar variantes y diferentes caminos de anotación.

"Fue como un efecto dominó", dijo Bryant, haciendo referencia a su arranque demoledor en anotación y a como la defensa rival tuvo que emplearse cuando él descargó en Gasol y Howard.

"Hay muchas cosas que no puedes defender", dijo D'Antoni luego de su primer partido en el banco. "Kobe en el pick and roll con Pau abre opciones para el propio Gasol o Howard. Y Pau la sabe pasar... Son buenas sensaciones".

Es verdad, eso sucedió en varios pasajes del juego, pero al final, nuevamente fue Kobe el que decidió tomar máximo control de las acciones. Es una historia tan redundante como conocida.

Los Lakers pasaron por muchas etapas en la noche del martes. Comenzaron con una defensa de lujo, luego desplegaron agujeros negros defensivos que permitieron puntos fáciles de los internos de Nets, jugaron en transición, en ataque estacionado, se apoyaron en Kobe, en Howard... etc. Y sinceramente ganaron porque los muchachos de Avery Johnson -que lucía en el cierre del partido tan desesperado como el Capitán Garfio rodeado de relojes- tuvieron un último cuarto espantoso en materia de anotación. Si revisan el video verán que allí no funcionó la defensa: fallaron tiros cómodos los jugadores de Nets para liquidar el pleito, porque varios fueron con los pies asentados en el suelo. En definitiva, a algunos les tiembla la mano para clavar la estocada final donde duermen Los Ángeles. Incluso si Howard anota sólo 7-19 en un Hack-a-Dwight que se repetirá a lo largo de la temporada.

Más allá de este juego en particular, hay que decir que desde que Mike Brown dejó el equipo, todo parece haber mejorado bajo las órdenes de Bernie Bieckerstaff: mejoraron la eficiencia ofensiva de 104.6 a 106.9, mejoraron a 5-1 la marca de ganados-perdidos y su juego sin pelota pasó a ser el tercero mejor de la Liga desde ese entonces: de 103.1 a 94.6. Sí, lo sé: los rivales no fueron los mismos. Incluso los Nets, que complicaron bastante a la armada angelina, no son los Houston Rockets ni los Phoenix Suns, equipos que, combinados, sufrieron 233 puntos en noches anteriores.

Hay un póker de jugadores que lucen como indispensables en este equipo ante la ausencia de Nash: Kobe en plano anotador, Gasol como pasador de lujo y tirador de media distancia, Howard como pura potencia en la zona pintada y Metta World Peace como rueda de auxilio. Esta historia, cambiando a Bynum por Howard, me parece muy conocida. El resto de los jugadores angelinos brilla por su ausencia y ese es el punto clave que tendrá que trabajar D'Antoni: además de su filosofía de juego, tiene que aparecer el equipo por encima de las individualidades. El talento es sólo uno de los lados de la piedra preciosa.

Los Lakers corren hacia delante buscando una identidad que aún no tienen. Por el momento su búsqueda es quijotesca, con mensajes conceptuales que contrastan con la realidad. Es un cuadro surrealista de Dalí. Sin Nash, eje de todas las directrices de la ofensiva D'Antoni, es difícil encontrar una hoja de ruta de estos nuevos Lakers. Cuando el regrese habrá que barajar y armar nuevamente el rompecabezas.

Dar absoluta libertad a un núcleo de jugadores es peligroso, por más buenos que sean. El caso de Miami Heat es ejemplar: hasta que no mostraron una idea de conjunto, con roles establecidos, no descorcharon ningún champagne. Los Mavericks dieron una lección y el Heat hizo mea culpa, digirió el trago amargo con dolor y aplicó en consecuencia para cambiar la escala de grises por el tablero de colores.

Por lo tanto, el mensaje que debe quedar grabado es simple: no tan rápido. Por el momento, el juego luce muy parecido a lo que vimos en el cierre de la temporada pasada. Habrá que ajustar tuercas y activar el turbo para poder atacar al estilo Mike D'Antoni, pero necesitan tiempo de acople y trabajo. Una vez que eso suceda, aparecerán virtudes y también conoceremos algunos defectos escondidos hasta hoy debajo de las piedras.

La libertad absoluta es una daga de doble filo. Mientras tanto, el sueño idílico de showtime puede esperar.

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