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Ofensiva en serie

BRISTOL -- En los ámbitos de la NFL, se dice cada año que la "verdadera" temporada empieza en las últimas seis semanas. Las primeras once sirven para posicionarse para la recta final. El desempeño en el cierre de temporada es lo que marca la diferencia entre los contendientes y los farsantes.

La semana trece fue cabalística para el destino de varios equipos, unos para bien, otros para mal. Nueva Inglaterra, Denver y Atlanta ganaron sus divisiones, Houston su pase a la postemporada. La estrategia en los últimos cuatro partidos determinará la mentalidad con la que estos equipos lleguen a los playoffs. Todavía tienen en juego el jugar en casa a lo largo de la postemporada, aunque este factor no haya tenido impacto en definir los dos últimos campeones.

Detroit y San Diego, a quienes se les daban posibilidades de clasificar, quedaron ya prácticamente eliminados. Ambos han perdido partidos recientemente por jugadas poco probables como la conversión de 4 y 29 de Baltimore contra San Diego, o por errores mentales como el desafío ilegal de Jim Schwartz contra Houston.

El resultado de más impacto se dio en Baltimore. Con la oportunidad de ganar su división y complicarle la situación a su acérrimo rival, el cual jugaba con su tercer QB, los Cuervos cayeron ante un equipo de Pittsburgh que demostró casta de campeón. Al vampiro hay que clavarle la estaca en el corazón porque si no revive y nos chupa la sangre. Baltimore tenía la estaca en sus manos y al vampiro moribundo, pero lo dejaron escapar. Ahora el "vampiro" no sólo amenaza con calificar, sino regresar con más fuerza y autoconfianza para disputar el título de la división en una recta final en la que jugarán en casa tres partidos.

Baltimore es un equipo con un corazón enorme que ha buscado la manera de ganar partidos que debió haber perdido. Tienen a un gran entrenador en jefe que sabe motivar a sus huestes. Esto tiene un gran mérito, pero el problema de Baltimore es que tanto a la ofensiva como a la defensiva han sido mediocres. Hay que cuestionar también las decisiones del coordinador ofensivo, el cual contra Pittsburgh, no le dio el balón a Ray Rice, con mucho su mejor jugador ofensivo, en un crucial último cuarto. Equipos de primer nivel cobran caro este tipo de facturas. El cierre para Baltimore es quizás el más difícil de la NFL: en Washington contra un equipo enrachado, en casa contra dos actuales líderes de división en Denver y los Gigantes, y en Cincinnati en lo que podría ser un encuentro de eliminación. No quiero descartar todavía a un equipo de John Harbaugh que sólo parece necesitar ganar uno de cuatro partidos, pero en este momento, el panorama de Baltimore no es prometedor.

Tres equipos que van a la alza son Seattle, Indianápolis y Washington.

Russell Wilson no está en este momento en el argumento del novato ofensivo del año, pero debería. Completa el 63.4 por ciento de sus pases con 19 touchdowns y sólo ocho intercepciones. La crítica principal que recibía (ya nadie dice nada de su estatura) era que no jugaba bien como visitante. Seattle perdió tres de cuatro partidos fuera de casa, pero en Chicago, contra una de las mejores defensivas de la NFL, Russell tuvo dos series ofensivas de 12 jugadas de 97 yardas cerca del final, y de 80 en tiempo extra, que culminaron en anotación. Esto es parte de un proceso de maduración de este talentoso QB, cuyo progreso está redondeando a un equipo sólido en todas sus líneas. Por cierto, en esos cuatro partidos como visitante, Wilson lanzó seis touchdowns con sólo dos intercepciones. Seattle está a un juego y medio de San Francisco pero le restan tres de cuatro partidos en casa, incluyendo uno contra los '49s los cuales tienen que visitar también a Nueva Inglaterra. Todavía en el aire está las posibles suspensiones de los esquineros Richard Sherman y Brandon Browner, lo cual sería devastador para Seattle, pero por lo pronto tienen buenas posibilidades.

Jim Irsay tiene que ser el ejecutivo del año. Tomó mucho valor y determinación el derrumbar a una organización que había estado en la cumbre de la NFL y empezar desde abajo con un nuevo gerente general, un nuevo entrenador en jefe, y un nuevo QB. Todo funcionó a la perfección. Queda por ver si Ryan Grigson puede llenar los zapatos de Bill Pollian como gerente general, pero sus primeras decisiones fueron extraordinarias. Hemos visto el impacto de Chuck Pagano en este equipo y la manera como su estilo y sistema les da estabilidad. También, ha sido evidente que Andrew Luck tiene el potencial de alcanzar, y posiblemente superar, el nivel de Peyton Manning.

Las comparaciones son odiosas, pero en este caso inevitables. Para refrescar la memoria, en su primer año en la NFL Peyton completó el 56.7 por ciento de sus pases para 3,739 yardas. El promedio de yardas por intento de pase fue de sólo 6.5 y tuvo 26 touchdowns contra 28 intercepciones. Y la estadística más importante, su equipo ganó sólo tres partidos. De los pasadores novatos, Luck es el que tiene más intercepciones con 16, y el porcentaje de pases completos más bajo con 55.5, pero es el que tiene más victorias con un plantel con doce titulares que no estuvieron en el equipo en 2011. Tiene ya 3,596 yardas además de cinco victorias remontando marcador en el último cuarto que es lo que convierte a un mariscal de campo en leyenda.

Entre paréntesis, hablando de premios del año, aunque técnicamente no es entrenador en jefe, Bruce Arians merece consideración para entrenador del año por la manera como ha sacado adelante a los Potros en una situación sumamente complicada.

Otro equipo que amenaza con calificar es Washington. De los pasadores novatos, Robert Griffin III es sin lugar a dudas el más dotado atléticamente. No sólo tiene una gran velocidad en campo abierto. La rapidez con la que toma decisiones en las jugadas optativas es impresionante. En varias ocasiones, jugadores de la talla de Jason Pierre-Paul quedaban completamente engañados y fuera de posición. Vi jugar a Griffin en persona tres veces cuando estuvo en Baylor. La televisión no le hace justicia a la velocidad de su juego.

De los cinco pasadores que empezaron de titular, Griffin fue el único que nunca jugó bajo centro en la universidad salvo en situaciones especiales. El esquema ofensivo de Baylor lo ponía principalmente en la formación escopeta. Hay que reconocer el mérito de Mike y Kyle Shanahan de incorporar las optativas de las formaciones pistola y escopeta durante lo que ellos estiman es un proceso de aprendizaje de Griffin. Kyle Shanahan estima que le tomará tres años a Griffin asimilar e implementar el sistema ofensivo que ellos prefieren y que por el momento, compensarán con la ofensiva de optativa.

De acuerdo a Mike McCarthy, quien fue entrenador de posición de Joe Montana, Rich Gannon y Aaron Rodgers, el aspecto más difícil de dominar para un mariscal de campo es su retroceso después de estar atrás del centro. Robert Griffin poco a poco lo está asimilando. Algunos se preguntarán por qué cambiar el sistema ofensivo si la optativa está funcionando. La respuesta es por los golpes tan duros que recibe el pasador. Los Gigantes tuvieron por lo menos cuatro de estos golpes sobre Griffin de los cuales se levantó, pero que se van acumulando y llegan un momento en que rebasan el límite de la resistencia física.

Washington está usando más y más la optativa de la formación pistola como su ofensiva principal Contra Dallas y los Gigantes la usaron en cerca del 60 por ciento de las jugadas que corrieron y tuvieron éxito. Para sus rivales es difícil prepararse para defenderla por que no es común en la NFL, y porque no hay muchos jugadores que puedan simular el accionar de Griffin durante las prácticas.

El riesgo que corren los Shanahan dependiendo de este esquema y arriesgando a Griffin es grande, pero en este momento se la están jugando para buscar la calificación.

Andrew Luck, Robert Griffin y Russell Wilson le han inyectado nueva vida y energía a sus equipos y a la NFL. Junto con Ryan Tannehill, Brandon Weeden y Nick Foles tienen la posibilidad en convertirse en la mejor generación de mariscales de campo en la historia de la NFL. No será fácil porque la generación del '83 puso a tres en el Salón de la Fama: John Elway, Dan Marino y Jim Kelly, junto con once apariciones en el Super Bowl (no olviden a Tony Eason) y dos títulos.

Luck, Griffin y Wilson son grandes talentos, pero hay que esperar un poco y disfrutar de su desarrollo como jugadores antes de canonizarlos.

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