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Soy un agradecido a mi Vélez

BUENOS AIRES -- Vélez Sarsfield, el club en el que me formé como futbolista y en el que también viví momentos muy felices como técnico, sumó otro título a su colección.

Y más allá de la alegría que me genera la noticia, el haber vivido a Vélez desde adentro tantos años y desde lugares distintos, hace que quiera compartir algunas reflexiones sobre las razones detrás de una serie de éxitos que ya se está volviendo costumbre.

Yo fui partícipe del primer título, el de 1968, pero también de otros momentos en los que estábamos ahí, muy cerca, pero nos quedábamos en la orilla, como en el subcampeonato de 1971.

No me olvido de que Vélez me recibió a los 11 años y de que pensó en mí para repatriarme en 1993, dándome así la chance de conseguir la satisfacción de formar parte de la historia grande del club. Por eso disfruto cada uno de sus títulos anónimamente, recordando los momentos en que participábamos con pocas esperanzas de campeonar.

En esos momentos en los que participé más de cerca, como jugador o como director técnico, igual que ahora, sentí ese apoyo dirigencial que es clave para llegar a buen puerto. Lo dije cuando llegaron los éxitos en los años 90: esa vez se dio la comunión necesaria para triunfar entre el grupo de trabajo, la dirigencia y los hinchas. Y desde entonces, Vélez ya no volvió a mirar hacia atrás.

En cuanto a esta última seguidilla de títulos, tengo que empezar elogiando el trabajo de Ricardo Gareca. No tuve la suerte de tratar con el profesionalmente más que durante unos 10 días, cuando llegué a Vélez como entrenador en 1993. El todavía estaba en el club y participó del comienzo de la pretemporada, antes de partir hacia Independiente.

Quizás hubiéramos vivido juntos, como jugador él y como técnico yo, una época que terminó siendo histórica. Pero no voy a quedarme en lo que podría haber sido: en cambio, prefiero recordar que en ese corto tiempo, siempre me dio la imagen de ser un tipo íntegro, muy profesional y extremadamente respetuoso. Una persona con principios y con valores morales, algo que tal vez nos estamos desacostumbrando a ver.

En ese sentido, Gareca es coherente con la historia de Vélez, y un ejemplo más de lo bien que se integran al club las personas que dejan en un segundo plano su ego para priorizar el beneficio del grupo. El trabajo en conjunto, el respeto tanto a los compañeros como a la camiseta y el no querer volar demasiado alto para no pegarse un porrazo, son elementos que estuvieron siempre presentes en la historia del club.

Vélez valora mucho la conducta profesional y retribuye esa confianza: es una entidad en la que, quienes hacen bien las cosas, saben que tendrán estabilidad, apoyo de los dirigentes y la posibilidad de trabajar en las mejores condiciones, como lo atestigua una Villa Olímpica que es la mejor de Argentina, por no decir de Sudamérica.

El trabajo silencioso que pone al club por delante es, por suerte, una continuidad en la historia de Vélez. Siempre aparece destacada la figura de José Amalfitani, pero recuerdo otros nombres de mi época de jugador como el del Ruso Schwartz, Porcel, Barba y Pareja (y perdonen que no pueda mencionar a todos) que apostaron a tener un club que es ejemplo en lo deportivo pero también en lo social, y que jamás arriesgarían su supervivencia en pos de los éxitos deportivos.

Esa coherencia se mantuvo desde entonces hasta ahora: cambian los presidentes y los dirigentes, pero la mentalidad es la misma. Y no es tan común en el fútbol argentino eso de trabajar para el club y apostar al largo plazo, tanto en lo que hace a un entrenador como a un manager, ya que Christan Bassedas también tuvo el respaldo necesario para desarrollar su proyecto.

Bassedas pudo trabajar tranquilo, apoyado por los dirigentes, pero además él nunca buscó su lucimiento personal. Por el contrario, actuó y seguirá actuando como el jugador que fue, priorizando serle util al grupo,al técnico y a la institución, con profesionalismo y mucha humildad.

Con esa misma filosofía es que se apoya el trabajo de los profesionales, más allá de malos momentos circunstanciales: Gareca los vivió igual que cualquier técnico, ya que es imposible ganar todo, siempre. Los dirigentes apostaron por la continuidad de un proyecto y el resultado es una seguidilla de títulos que instala a Vélez, cada vez más, entre los grandes del fútbol argentino.

Cada vez más chicos se fueron haciendo hinchas de Vélez, y que un club de barrio hoy tenga fanáticos en todas las provincias me pone muy contento. Los éxitos que siguen llegando garantizan que ese alcance nacional continúe creciendo.

El ciclo aún abierto de Gareca, con sus tres títulos, reafirma la validez de la apuesta por la coherencia y la continuidad, incluso a nivel de los futbolistas. El plantel se fue renovando, pero tuvo una amalgama ideal entre los jugadores que surgen de las bases y los que se suman de afuera, ya que llegó "lo que no se consigue en casa" y se acopló a un equipo que ya sabía a qué jugaba. Como siempre digo, lo más importante son los jugadores, y en Vélez ellos también hacen un gran aporte a esta filosofía de primero el conjunto, después los individuos.

Solamente tengo un pedido para todos quienes forman parte de esta maravillosa institución: es hora de apuntar todavía más alto y de ir, una vez más, por la Copa Libertadores. Se hace muy difícil luchar por igual en todos los frentes, y este Vélez ya dio sobradas muestras de que tiene con qué ser, otra vez, el mejor del continente.

Felicidades.

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