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El año de las emociones

BUENOS AIRES -- La tendencia a recordar siempre lo último a menudo propicia una injusticia: el recorte deja afuera matices importantes para comprender el cuadro completo. Pero si las primeras imágenes que dispara la temporada 2012 de Fórmula Uno son el muestrario de emociones resultante del Gran Premio de Brasil, definición del Campeonato Mundial entre Sebastian Vettel y Fernando Alonso, entonces ilustra con fidelidad un año variopinto, el de mayor cantidad de carreras en la historia.

Cualquiera de los dos contendientes al título en Interlagos habría sido un justo campeón. Si Vettel, al cabo ganador del título, prevaleció sobre Alonso fue porque la Fórmula Uno continúa siendo un campeonato de carreras de automóviles. Y el Red Bull RB8-Renault fue un coche que combinó velocidad, regularidad -más allá de algunos problemas que le hicieron perder puntos, principalmente en el alternador-, y fue efectivamente mejorado para el tercio final del ejercicio.

Alonso cumplió su parte mejor que nunca antes en su campaña. Sumó muchos puntos más que los que podría haber colectado cualquiera de sus rivales con una máquina como la Ferrari F2012, que jamás fue la más rápida de la grilla y a la que en Maranello no supieron desarrollar con la celeridad que imponía el desafío para el cierre del año.

Así se le escurrió la ventaja de 40 puntos -con Mark Webber; 42 con Vettel- que tenía luego del Gran Premio de Hungría, undécima de las 20 fechas. En ese tramo final del año, nueve carreras, Vettel aprovechó las soluciones pergeñadas por Adrian Newey para el RB8 y sumó 45 puntos más que Alonso (159 a 114). El inicio de la próxima temporada mostrará si ese esfuerzo -técnico, humano y económico- por mejorar el modelo 2012 hasta último momento afectó más a un equipo o al otro, algo que suele quedar de manifiesto en el rendimiento del coche del año siguiente.

La temporada que comenzó con siete ganadores distintos en las primeras siete fechas (al cabo hubo ocho triunfadores diferentes en el año con seis marcas diversas) contó con McLaren como amenaza permanente pero sin la consistencia necesaria para pelear el título hasta el final, a pesar de haber ganado tantas carreras como Red Bull (siete cada escudería, cuatro más que Ferrari). El equipo de Woking se quedó con el record de haberle cambiado los cuatro neumáticos a Jenson Button en sólo 2s31 en Hockenheim, pero algunos traspiés en boxes y fallas técnicas del MP4/27 sacaron de concurso al siempre rápido Hamilton y a su consistente compañero Button.

Lotus fue permanente amenaza de los tres principales equipos, una posición en la que Mercedes no logró hacer pie. La ex escudería Renault reclutó a uno de los seis campeones mundiales que tuvo la parrilla, cifra inédita en la historia: Kimi Räikkönen ganó recién en Abu Dhabi, la antepenúltima fecha, y estuvo a punto de ser el segundo piloto en completar todas las vueltas de una temporada, después de que Michael Schumacher lo hiciera en 2002. Al finlandés le faltó una, la que perdió en la cambiante carrera en San Pablo.

Mercedes, en cambio, aprovechó aquella ocasión con Nico Rosberg en China y después hizo poco más: cerró el año con tres podios (entre ellos, el único de Schumi desde su vuelta, en las calles de Valencia) y su decidido enfoque en la temporada que viene redundó en que sus coches apenas sumaran ¡seis puntos -sobre 258 posibles- en las últimas seis competencias! Fueron los que Schumacher anotó con su séptimo puesto en Brasil, en su despedida definitiva del Mundial que lo tiene como máximo campeón.

En aquella lejana primera parte de 2012 en que cada Gran Premio tenía un nombre distinto en la cima del podio, Pastor Maldonado devolvió a Williams a la victoria luego de más de siete años. Ocurrió en Montmeló, Cataluña, cuando los equipos aún no le tenían suficientemente la mano a los neumáticos provistos por Pirelli y antes de que el grueso de los desarrollos ensanchara las diferencias entre ricos y pobres.

Maldonado se lució ese día en la administración de recursos y, principalmente, en la contención de Alonso en las vueltas finales. Aquella inolvidable gesta en España fue el primer triunfo de un venezolano en Fórmula Uno. Antes y después lo acorraló la inconsistencia: luego de la victoria pasó nueve fechas sin sumar y al cabo del año sólo anotó 20 puntos aparte de esos 25 en Barcelona. El sudamericano necesita constancia para sobresalir antes de que lo obtenido en España pase al estante de los recuerdos con rótulo de rareza o curiosidad.

Aunque no ganó, Sergio Pérez se lució en su segundo año mundialista, como notó McLaren al contratarlo para que ocupe el puesto del saliente Lewis Hamilton a partir de 2013. Checo podría haber triunfado en Malasia si Sauber se hubiese animado a ganar.

Pero el equipo suizo le impidió que atacara a Alonso porque se conformó con el premio consuelo en las difíciles condiciones de Sepang. El tapatío fue luego tercero en Canadá y segundo en Italia, mostró que a los 22 años podía aspirar a más que la butaca obtenida con el dinero de Carlos Slim, pero aún falta para saber si podrá rellenar los zapatos que dejó Hamilton. Vaya curiosidad: desde que se anunció su llegada a McLaren no volvió a sumar puntos. Checo no anotó en las últimas seis carreras.

Los cambios de pilotos, los replanteos técnicos de las escuderías y la agenda de presentaciones de modelos 2013 nutren la agenda de estos días. Esa es otra historia. El tiempo mostrará si deja una huella tan profunda como la temporada que se fue.

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