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Las injusticias del Salón de la Fama

Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": El resultado de las votaciones para el Salón de la Fama podría llegar a ser el "punto de quiebra" para todo lo que envuelve a las Grandes Ligas en relación al templo de los inmortales.

Lo peor que podía haber pasado, para avivar todavía más las calamidades de la era de los esteroides, es el hecho de que la ceremonia de entronización a Cooperstown en el próximo mes de julio, no solamente no tendrá a dos grandes de todos los tiempos como Barry Bonds y Roger Clemens, sino que ni siquiera tendrá un rostro.

El que personajes de siglos pasados como Jacob Ruppert, Hank O´Day y Deacon White vayan ser entronizados, representa un merecido reconocimiento a sus carreras, pero también nos dará la posibilidad de vivir un enorme "vacío", en torno a lo que es un fin de semana de fiesta en el pintoresco Cooperstown, una campaña en medios de comunicación alrededor de los nuevos entronizados y un gran despliegue publicitario, sino también en torno a ese "vacío espiritual" de los aficionados al Beisbol, que no sólo sienten que ninguno de los que conocen ingresa al recinto, sino que la era de los esteroides nos cobra más víctimas que nunca.

No está en tela de juicio el hecho de que sin esos "lazos incómodos", Barry Bonds y Roger Clemens hubiesen sido electos en su primera oportunidad, y con Sammy Sosa muy cerca, porque la calidad y los números de los tres, son dignos de tener una placa en Cooperstown, pero el verse aplicados una vez más los conceptos de "valores", "trampa", "ilegalidad", etc. las posibilidades se redujeron a cero. La eterna pugna entre quienes argumentan que lo único que cuenta es lo que se hace en un terreno de juego y aquellos que sostienen que la vida fuera de los diamantes también es fundamental, va a seguir por los siglos de los siglos y, difícilmente llegarán a ponerse de acuerdo, porque es un aspecto que resulta parte de la esencia de cada ser humano, algo que va mas allá del análisis beisbolero.

Pero lo que sí tiene que darse de inmediato, es la depuración de ese grupo de cerca de 600 votantes, que alarmantemente CRECE cada año y, por lo tanto, hace a todos más complicado el poder acceder al Salón de la Fama (hablando por supuesto de aquellos que no tienen ese asterisco de sustancias prohibidas).

¿Por qué no investigar a fondo a todos y cada uno de los que emiten sus votos? ¿Por qué no hacer una "limpia" en ese listado? ¿Por qué no reducir al mínimo el número de votantes, pero sabiendo que en realidad son gente de poder y de peso en el mundo de las Grandes Ligas?

Ese podría ser un primer paso para darle seriedad a un proceso que la está perdiendo y a un recinto que, definitivamente, no se puede dar el lujo de que su esencia, en éste caso los jugadores que lo integran, llegue ahí mediante procesos que involucran a personas de quienes en realidad nada se sabe.

Un comité en donde se dé el mayor peso a los que ya son miembros del Salón de la Fama, a los managers de Grandes Ligas, a los ejecutivos más destacados y, a los medios de comunicación, pero a quienes realmente son conocidos y destacados a nivel nacional, a aquellos nombres que todos en el país e incluso a nivel internacional, son capaces de reconocer. Y no a un grupo de "enmascarados" de los que nadie sabe nada.

Tan injusto puede resultar el no tener en el Salón de la Fama al líder de cuadrangulares de todos los tiempos, como lo ha resultado el no tener a quien más hits ha conectado en la historia. Y las injusticias disfrazadas de esteroides, de apuestas, o de otras circunstancias, van a seguir apareciendo porque, como dije antes, es un asunto hasta de valores.

Pero mientras las vidas dentro y fuera del diamante de todos esos "aspirantes" al Salón de la Fama todos las conocemos, las de aquellos que los eligen son un misterio para el resto del mundo. ¿No resulta eso tan tonto como el no tener a los mejores de la historia inmortalizados en Cooperstown?