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San Lorenzo en el diván

BUENOS AIRES -- Vivo en el barrio de San Lorenzo, como muchos lectores saben. Algunos hasta me vienen a visitar. No soy hincha del Cuervo, pero todos a mi alrededor son fanáticos desmesurados.

Hay una extraña e inexplicable pasión en los hinchas sanlorenzitas. Familiares, vecinos, bares y kioscos todos tienen el corazón en un solo lado: su amado San Lorenzo. Para no perder objetividad, pocas veces voy a ver un partido a un bar de mi barrio.

Primero porque sólo ponen los partidos de San Lorenzo o de Barcelona, en su defecto. Por esas cosas inesperadas de la vida, ayer me vi obligado a juntarme en un bar de la esquina de mi casa. El bar La Tapita. Una socióloga paulista estaba haciendo una tesis sobre la importancia de la violencia social en los ritmos populares y quiso hacerme unas preguntas.

Luzia Nazario Goncalves Carrera, la socióloga era, como la infinita mayoría de mujeres brasileñas, muy sensual. Tenía casi sesenta años, ¡pero estaba más fuerte que un camión!

En las pantallas del bar jugaban San Lorenzo (perdía en ese momento), ante un Estudiantes que cada día juega peor. El club de la ciudad de La Plata ganaba gracias a un gol del morochazo Zapata.

El partido era malísimo. Así entregué mi concentración total a Luzia. Los hinchas del Cuervo seguían pegados a la televisión y exclamaban con intensa gravedad que se vaya lo mas pronto posible Pizzi, su deté. Yo pienso lo mismo.

- ¡Increíble, señor Cucurto!-, me dijo Luzia-. ¡Este bar es igual al de tus libros!
- Por supuesto, Luzia, yo saco todo de la más cruda realidad.
- ¿Y estos señores son todos hinchas de tu San Lorenzo querido?
- No, Luzia, yo no soy hincha de San Lorenzo... Le aclaré.

A los pocos minutos San Lorenzo hizo un golazo y cerró el partido en un empate. Todo el barrio gritó el gol cuervo. Imagino que poco y nada le servirá al equipo de Pizzi para escapar del fantasma del descenso.

Luzia, pese a ser brasileña, se sorprendió por ver la reacción del barrio ante un simple gol de un pobre e insignificante campeonato local.

Prafraseando a Deleuze, o tal vez a Freud o sin decir un disparate al mismísimo Félix Guattari, la intelectual soltó:

- Hay una tragedia en toda manifestación popular de alegría. Detrás de toda alegría contenida hay un profundo drama social que está relacionado con los que no tienen voz.
- El equipo hace rato que está peleando por no bajar de categoría, Luzia, entonces cada vez que no se pierde es una fiesta. Tienen un director técnico que, a mi juicio, es un desastre.
- Voy a hacer un estudio sobre este barrio, señor Cucurto...

La infartante socióloga sexagenaria me acaba de cambiar por la pasión que transmite San Lorenzo. Me parece perfecto, la veré mas seguido por el barrio, haciéndole reportaje a los vecinos y a los mozos de los bares.

El Cuervo, al igual que Racing, se merece un extenso análisis sociológico. Es bueno que intelectuales extranjeros vengan a explicarnos por qué jugamos cada día peor.

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