Bruno Altieri 11y

Jugar con miedos

Greg Oden lucha contra sus propios fantasmas desde 2007. Cada día se levanta, observa su rodilla y se pregunta si tendrá que soportar una sexta visita al quirófano para probar el filo del bisturí. El drama de las lesiones ha sido su maldición recurrente: se ha convertido en una promesa abrazada por el peso de la desgracia, incapaz de volar a la altura de lo que sugieren sus capacidades.

Oden ha representado, con su propio físico, las advertencias intangibles que se escriben en la etiqueta de precaución del envase de las estrellas. Todas las contraindicaciones se dieron una tras otra; una sentencia que ningún hombre merece y menos a edades tan tempranas.

No existe problema más grande para un deportista que jugar con miedos, porque los temores paralizan. No sólo impiden regresar a la acción en el tiempo estipulado (véase Derrick Rose), sino que ofrecen un escenario de dudas en la readaptación al juego una vez superada esa instancia.

La sensación es de una debilidad que nace en la mente y se extiende en las extremidades. La inconsciencia propia de la juventud se transforma en la más absoluta conciencia de los peligros; es el dolor del que se quemó las manos con algo y debe volver a colocarlas, obligado, porque su vida está apoyada sobre esa premisa.

La lesión que incapacita a un jugador por varios meses se asemeja a un accidente de tráfico. Se crece de golpe producto del impacto, se empiezan a ver los peligros propios de algo que lucía inofensivo y se requieren muchas horas de psicólogo para volver a intentarlo nuevamente.

El jugador profesional queda contra la pared a la hora de regresar en una situación de este tipo. No regresar es poner punto final a su propio destino, escrito de antemano. Ni hablar un pick número uno de Draft como es el caso de Oden: no sólo debe combatir contra su propia mente sino que también debe rendir para estar a la altura de las expectativas de los ojos que lo ponen en foco.

Por lo tanto, la elección de Miami Heat es perfecta para este jugador. Alguien podría haber pensado en los New Orleans Pelicans, y sin dudas hubiese sido interesante para fortalecer el juego interior, pero hay un factor que contradice esa premisa: se trata del factor presión.

Si una lesión severa de rodilla paraliza, imaginen lo que pueden hacer cinco. Oden no juega un partido profesional desde 2009 y su carrera puede terminarse si esta elección es equivocada. Él lo sabe y también entiende que una salida más por lesión sería insoportable. Con esas cosas en la balanza de selección, el platillo gana todo el peso en el costado de Miami.

Recibir una oferta mínima puede resultar cara en un jugador que, posiblemente, no vea acción. Pero si se trata de un ex pick número uno que demostró habilidades en los pocos momentos que pudo jugar, la apuesta tiene criterio. El Heat es un equipo armado que no necesita de Oden en estos momentos. Eso permite dos cosas: 1) quitarle presión al gigante ex Portland Trail Blazers. 2) quitarle presión a la directiva del Heat, porque en el análisis costo/beneficio todas las cuentas aparecen en el haber.

El campo de entrenamiento será fundamental para Oden. El acondicionamiento físico y psicológico será severo y luce, en principio, como un jugador reservado para momentos avanzados de la temporada. Con aportar pequeñas cosas ya se convertirá en el mejor negocio del año para el Heat. Piénsenlo así: es la misma apuesta que la directiva hizo con Chris Andersen en 2013-14; los frutos se vieron en los playoffs.

"Puedo estar listo, pero creo que es un trabajo en progreso", dijo Oden a ESPN. "Mis minutos y mi cantidad de tiempo en cancha será algo monitoreado", agregó.

En el camino del regreso, Oden buscará dar un golpe de timón a la primera etapa de su carrera para escribir una historia que puede ser merecedora de un lugar en Hollywood.
Con sólo 25 años de edad, su vida ha estado plagada de tropiezos inesperados. No se trata de fama, ni de dinero: Oden ganará $1.03 millones en 2013-14 y $1.14 millones en 2014-15 si hace uso de la opción, pero hay que considerar que, pese a haber jugado sólo 82 encuentros en su carrera, ya reúne $24 millones desde su llegada a la Liga.

Por lo tanto, esto tiene que ver con un desafío interno. Su mente contra su físico. No es poco: jugar con miedos, en definitiva, es el primer paso para derrotarlos.

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