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: Blog: Columnista - Rafa Ramos http://espndeportes.espn.com/blogs/index?nombre=rafa_ramos&entryID=8928197 |
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Como líder del Grupo D, pero aún con una peligrosa cita pendiente ante los cataríes, Honduras seguramente mantendrá la posición de mando tras el último juego de la Fase de Grupos, calibrando la posibilidad de aplazar el que parece inevitable choque ante México, que se daría ya sólo en la Final.
Aunque, ciertísimo, la figura de la noche fue el arquero Mario González Martínez, quien atajó toda la artillería del Tri, toda vez que el gol se origina de un balón desviado por un compañero.
El Tri resolvió transpirando, sin llegar al sufrimiento extremo en el primer tiempo. El Salvador fue un equipo serio e intenso, decidido. Complicó los primeros minutos a México, a pesar de que Tecatito Corona y Orbelín Pineda se dedicaron a hacer travesuras.
Sin embargo, un enorme trabajo de sacrificio físico --no futbolístico--, y recorridos en las marcas, entre Joaquín Rivas y Joshua Pérez, desde el frente, para hacer marcación alterna sobre Héctor Herrera, principalmente, impedían la organización en media cancha de México.
Bajo esa implacable intensidad, México encontró el gol que aplacó momentáneamente no sólo a La Selecta sino también a la efervescente multitud en la tribuna.
El Zorrillo encuentra una planicie entre la zaga salvadoreña, sirve el balón impecable a la llegada de Chaka, quien amaga, recorta, y define cruzado, con la pierna de un Judas, pues el balón se enreda y rebota en la pierna de un adversario. 1-0.
Los minutos subsiguientes insinuaban un marcador más amplio. El Salvador se vio consternado, perturbado, tras la desventaja, y ese silencio futbolístico encontró eco en la tribuna, cuya fogosidad se vino abajo.
Sin embargo, en el complemento, El Salvador sometió a México, espiritual y futbolísticamente. El Tri no tenía capacidad de respuesta. Le robaron el balón, la cancha, las ideas, y el control del partido.
Lejos de reaccionar como el supuesto Gigante de la Concacaf, el enanismo temperamental, táctico y competitivo, hizo presa de México. Y padeció, con balones en los postes o disparos apenas desviados del arco de Alfredo Talavera.
En esa segunda parte, El Salvador lo rebasó, no sólo por la precisión futbolística, sino por una desbordada testosterona, demostrando que se plantaba con más personalidad y hambre que su adversario. Sin embargo, a pesar de ese dominio intenso y abrumador, La Selecta no encontró las redes, y debió cargar con el segundo sitio del Grupo A, a espera del adversario.
¿México? Tal vez el partido en la era del Tata Martino en el que se vio al equipo más apocado, gris, huidizo y atemorizado, tomando como referencia esa segunda mitad, cuando el gato salvadoreño acorraló al roedor tricolor.