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Mucho dinero por adquirir 'talento'

Marcin Gortat pactó con los Wizards por cinco años y $60 millones Gary Dineen/NBAE via Getty Images

Una de las grandes predicciones de los expertos acerca del convenio laboral colectivo firmado en 2011 está resultando ser totalmente falsa.

En aquella ocasión, la mayor preocupación para los agentes era que la fortificación del tope salarial afectaría negativamente a la "clase media", aquellos jugadores útiles e importantes en cualquier rotación, pero que no son catalogados como estrellas o jóvenes en sus primeros contratos.

Todo eso parece haberse caído por la ventana gracias a un rápido aumento en los ingresos de la NBA, y por ende, con el techo del tope salarial. Las proyecciones ahora indican que ese mismo tope seguirá aumentando en las próximas temporadas dramáticamente, sobre todo una vez que la liga firme un nuevo vínculo de televisación en 2015.

Lo que eso generó es, de cierta forma, un aumento en el dinero disponible para gastar, sin una suma sustancial en talento. Por ejemplo, los contratos máximos se mantienen básicamente iguales, por lo que astros como LeBron James, Carmelo Anthony, Kevin Durant y Chris Paul seguirán facturando mucho menos de lo que su talento indicaría. Por contrapartida, los grandes ganadores son aquellos miembros de la clase media que, lejos de ser perjudicados, están disfrutando de una era gloriosa.
Eso resulta de una mezcla de equipos con necesidades imperiosas de clasificar a playoffs, de agentes con demasiado poder y pocos escrúpulos y de la poca capacidad de varios de los que toman las decisiones de hacer la mayoría de los fichajes.

No olvidemos que una buena parte de los gerentes generales de la NBA son ex jugadores sin títulos universitarios, que están trenzándose en negociaciones con agentes con varios Master´s en su haber y que llevan décadas exprimiendo hasta el último centavo para sus clientes. Cuando se juntan esos dos factores, los resultados suelen ser poco favorables para los clubes.

Es así que nos encontramos con contratos como el de Marcin Gortat. El polaco es un gran jugador, de los mejores en su posición entre los agentes libres de este verano. Sin embargo, pagarle $60 millones en cinco años parece exagerado, sobre todo porque tendrá 35 años al final de su vínculo. Los Washington Wizards priorizaron la continuidad de un plantel que sorprendió la temporada pasada, y por eso quizás hasta enriquezcan de más a Trevor Ariza también. La estrategia se entiende, el riesgo es evidente, pero la apuesta es firme y quizás hasta inteligente.

Lo mismo no se puede decir de lo que hizo Orlando Magic con Ben Gordon.

Darle $9 millones en dos años a un jugador que deambuló por la liga las últimas dos temporadas, y que fue canjeado en múltiples ocasiones por equipos que no veían la hora de verlo partir, es realmente inentendible. Su mercado era básicamente inexistente, al menos hasta la mayoría de los jugadores en su posición ficharan en algún recién ahí alguna organización se hubiera animado a garantizarle un contrato, probablemente por el mínimo, con esperanzas de que este recupere la puntería que alguna vez mostró con Chicago Bulls.

Por si fuera poco, Orlando se jacta de coleccionar jugadores de influencia positiva en el camerino, y Gordon es prácticamente todo lo contrario. Es por eso que la teoría conspiratoria de que Raymond Brothers, su agente, también representa a Victor Oladipo, fue mencionada en más de un medio. Es la única explicación, y no sería la primera vez que algo así sucede (John Wall y Martell Webster el año pasado).

Otro beneficiado el miércoles fue C.J. Miles. El escolta consiguió un trato de $18 millones por cuatro temporadas de los Indiana Pacers, quienes de esa forma complicaron sus chances de renovar a Lance Stephenson. Miles fue de los mejores tiradores de la temporada pasada (43.5 por ciento en triples), tiene solo 27 años y se desenvuelve en una posición en la que hay escasez por estos días. Sin embargo, los Pacers tienen muy poca flexibilidad a futuro, y jugársela por Miles podría obligarlos a perder a Stephenson o a tener que cortar a Luis Scola para evitar pagar el impuesto de lujo. Algunas decisiones, está claro, parecen tomadas demasiado rápido sin analizar todos los ángulos y posibles repercusiones.

Por último aparece el caso Avery Bradley. Se trata de un escolta talentoso y un gran jugador defensivo, que además disparó 39.5 por ciento en triples la temporada pasada. Los Boston Celtics lo renovaron por $32 millones a lo largo de cuatro años, a pesar de contar con Rajon Rondo y los novatos Marcus Smart y James Young, y claramente apuestan a que este haya dejado sus lesiones en el pasado. Bradley jugó 110 de los 164 partidos en las últimas dos temporadas, y ya tiene en su historial médico dos cirugías de hombro y una de tobillo, como bien señaló el colega (y fanático Celtic) Bill Simmons. Sin embargo, estos lo conocen mejor que nadie y hablamos de un jugador de 23 años con sus mejores años por delante, y que encaja con la filosofía de reconstrucción de Danny Ainge y compañía. El precio parece alto, pero a los contratos que se están firmando, los Celtics quizás hayan conseguido una ganga.

Echando un vistazo a la actividad de estos primeros días, se ve que Golden State Warriors eligió a Shaun Livingston como su mayor refuerzo en la agencia libre ($16 millones por tres años), una cifra un tanto alta pero que va de la mano con la mayor necesidad del equipo, que era conseguir un generador de juego para los minutos cuando Stephen Curry debe descansar. La necesidad, nuevamente, obliga a decisiones de esta índole.
Lo que está claro es que la burbuja inflacionaria se sigue expandiendo, y que muchos equipos no pueden controlar sus propios instintos.
Esto es solo el comienzo.