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Campeón de principio a fin

ABU DABI -- Si temprano en 2014 quedó claro que un Mercedes sería campeón, la coronación de Lewis Hamilton como bicampeón de Fórmula Uno fue evidente desde el inicio del anodino Gran Premio de Abu Dhabi, final con inédita puntuación doble del primer ejercicio del Campeonato Mundial con motores híbridos. El inglés picó mejor que su compañero Nico Rosberg, autor de la pole y de una paupérrima largada, tomó la punta casi en el apagón de los semáforos, e inició la construcción de su undécima victoria del año que, aunque innecesaria para la consecución del título, le dio el ribete adecuado a la consagración.

Mientras Hamilton controlaba el ritmo con comodidad y los Mercedes apabullaban al resto como durante buena parte de la temporada, le llegó un regalo en formato de tranquilizante. Rosberg sufrió la falla del ERS, el sistema eléctrico del motor según la sigla en inglés, lo que dejó a su W05 con 80 caballos menos, cada vez más lejos del líder y a merced de los Williams.

Sin oposición, Hamilton marchó al triunfo que le dio ribete a su segunda coronación. Hacía más de 40 años que un británico no lograba más de un Mundial: el anterior había sido el escocés Jackie Stewart, tricampeón en 1969, 1971 y 1973. Los siguientes británicos campeones fueron los ingleses James Hunt (1976), Nigel Mansell (1992), Damon Hill (1996) y Jenson Button (2009).

A medida que la irremediable falla motriz hundía a Rosberg en la fila, el alemán se desesperaba por conocer cuáles eran sus opciones de coronarse por primera vez. Necesitaba el abandono de Hamilton pero él debía estar entre los cinco primeros. Lo segundo parecía incluso más improbable que lo primero, ya que la falta de potencia de la unidad motriz de Rosberg permitió que fuese superado por los Williams de Felipe Massa y Valtteri Bottas -recuperándose de una pobre largada-, los Red Bull de Daniel Ricciardo y Sebastian Vettel, y hasta el McLaren de Button, antes de quedar finalmente languideciendo en pista y afuera de la decena que anotó.

La lucha entre los Mercedes que sirvió para sazonar una temporada escasa en ruido y emociones se deshilachó al final debido a la falla técnica del coche de Rosberg. La casa de Stuttgart, que volvió con equipo completo en 2010, pretendía darles a sus pilotos armas igualmente confiables para que definieran en pista un duelo que fue ganando en intensidad y asperezas a medida que transcurría el año. No lo consiguió y eso le quitó brillo a la carrera decisiva, aunque no opacó la coronación de Hamilton, al cabo el piloto que más carreras ganó este año -11 de las 19- y uno de los más agresivos en pista.

Detrás del vencedor y campeón, Felipe Massa, aquel que en 2008 perdió con Hamilton y sobre la raya en Interlagos el título que creía ganado, refrendó el reverdecer de su carrera con un segundo puesto que quiso transformar en victoria casi hasta el final, ya que atacó a Hamilton mientras el inglés contaba las vueltas hasta la consagratoria bandera de cuadros.

El australiano Ricciardo le ganó el duelo a su compañero Vettel, quien se despidió de Red Bull después de seis temporadas en el equipo principal y cuatro títulos consecutivos. Los autos del gigante de los energizantes habían sido excluidos de la clasificación debido a la irregular flexibilidad de sus alerones delanteros y largaron desde boxes.

La despedida de Fernando Alonso luego de cinco años en Ferrari tuvo una opacidad acorde con su última temporada con la Rossa, sin victorias ni poles. Temprano este año había quedado claro que la Scuderia no tenía con qué pelearles a los Mercedes, coches efectivos en la aerodinámica y con la mejor planta motriz V6 híbrida de la grilla. La marca alemana que inició su vuelta con Rosberg y el heptacampeón Michael Schumacher en 2010 volvió a ser campeona con Hamilton, un inglés negro de antepasados granadinos, como 59 años antes lo había sido con un argentino -Juan Manuel Fangio- hijo de inmigrantes italianos. Hamilton, ganador de seis de las últimas siete carreras, lo hizo posible.