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En busca del entrenador

Federico Susbielles, actual interventor de CABB, deberá tomar la decisión del entrenador en jefe CABB

BUENOS AIRES -- Durante enero es posible que la Confederación Argentina designe al entrenador de la selección argentina de básquetbol. No será una elección sencilla, tampoco de esas que caen de maduras y, muchos menos, de las que dejan contentos a todos.

Nunca es un detalle menor conocer quién es será el conductor del equipo nacional. Además, este será un año importante, valor que no está marcado tanto por los torneos que deberá afrontar, Juegos Panamericanos y Torneo de las Américas, clasificatorio para los Juegos Olímpicos 2016, si no por el hecho trascendente de tener que consolidar un recambio generacional que lleva dos años de desarrollo.

Al mismo tiempo, elegir un entrenador no parece ser tan complicado. Lo difícil es acertar con esa elección. Y lo ideal es que esta esté sostenida por una idea, un proyecto general. En definitiva, que la CABB determine un objetivo y que el entrenador implemente las formas para ir hacia él.

Las últimas elecciones tuvieron características especiales: en 2000 Rubén Magnano asumió para desarrollar el grupo joven que Julio Lamas había instalado en la selección y acercarse a los mejores; en 2005 Sergio Hernández llegó para mantenerla en la élite mundial y en 2011 Lamas regresó para conservar ese protagonismo, mientras se implementaba un recambio.

A medio de ese camino estaba Lamas al final del Mundial, luego de los temblores institucionales en los que estuvieron involucrados los jugadores y que complicaron y desgastaron todo el proceso previo.

El actual interventor de la CABB, Federico Susbielles siempre entendió que lo coherente debía ser continuar esa tarea y terminarla con el mismo conductor. Sin embargo, la opinión que le acercaron algunos jugadores lo hicieron pisar el palito y terminó apurándose en adelantar un proyecto, con Lamas como coordinador de selecciones y Nicolás Casalánguida como técnico del seleccionado, que nunca estuvo firme. Es más, ni Susbielles ni Lamas estuvieron totalmente convencidos de ese esquema.

En diciembre interventor y entrenador tuvieron reuniones en las que, después de muchas vueltas, Lamas terminó por confirmar su negativa a continuar, argumentando que era lo mejor para el equipo y para él.

Ahora, Susbielles y el director deportivo de la CABB, Juan Espil, analizan qué opción se ajusta mejor al plan que quieren implementar, que incluye el recambio generacional, el desarrollo individual de jugadores, la tarea con selecciones menores y la detección de talentos.

Hoy, las posibilidades más firmes las tienen Sergio Hernández, un incuestionable, que garantiza calidad y experiencia, y Silvio Santander, de gran presente en Quimsa y que encarnaría la renovación.

Al tomar la decisión, la CABB no debería soslayar el panorama internacional que presentará el básquetbol en el futuro inmediato: quedan dos años con el calendario tradicional y desde 2017 comenzará un nuevo sistema, que aconseja, también desarrollar desde allí un proyecto acorde a ese sistema de competencias.

Para los próximos dos años se necesitará un entrenador con experiencia y conocimiento del ámbito internacional, ya que deberán tomarse decisiones fuertes.

Por ejemplo, decidir con qué equipo afrontar el Torneo de las Américas de Monterrey. Aunque suene a herejía, ¿es conveniente insistir con lo que queda de la Generación Dorada, y sus edades elevadas, en un torneo tan desgastante como el Preolímpico? Son 10 partido en 12 días. ¿Esos veteranos, glorias admiradas del básquetbol argentino, aseguran la clasificación a Río 2016? ¿O es preferible profundizar el recambio y llegar hasta donde la realidad del equipo lo permita? ¿Se puede apuntar a estar entre los cinco mejores y participar en 2016 del Preolimpico mundial? ¿Si se lo hace con los veteranos, aguantarán físicamente en 2016 el clasificatorio y los Juegos Olímpicos? ¿O conviene ir con los jóvenes a hacer el intento y si no se logra la hazaña de clasificar, dejar un grupo sólido para iniciar el proceso en 2017?

Muchas decisiones pesadas, para las cuales se necesitará fortaleza intelectual y espiritual. Pero no son las únicas.

El entrenador que asuma deberá implementar un programa de preparación integral para los Panamericanos y el Torneo de las Américas extenso y exigente. ¿Todos están dispuestos a ese esfuerzo? Los jóvenes del seleccionado, que hoy son mayoría, necesitan evolucionar (hoy no muestran un nivel como para tener grandes aspiraciones), adquirir experiencia y roce internacional y eso solo se consigue con entrenamientos y partidos.

Los jugadores más experimentados le hicieron saber a Susbielles que ven con buenos ojos la designación de Casalánguida. El interventor duda. Y hace bien.

Está claro que Casalánguida (lleva cuatro años en el cuerpo técnico del seleccionado) es el mejor proyecto de gran entrenador que tiene hoy el básquetbol argentino. Los dos años que vienen no parecen los ideales para su salto definitivo a la selección, aún con ese respaldo. Hay mucho en juego y sin grandes seguridades. En cambio, en 2017 la selección debería caerle, mansamente, en sus manos, para arrancar de cero, con todo el poder de su lado y sin condicionamientos.

Con el panorama actual, Hernández sería el ideal de entrenador para el seleccionado en los próximos dos años, ya que ante un compromisos exigentes como los que tiene por delante, podría afrontarlos con la sabiduría conocida y la experiencia que le dejaron sus cinco años anteriores en el cargo.

Tras el cismo generado en la CABB por los desmanejos dirigenciales y la sublevación de los jugadores, que provocó el merecido descabezamiento de su conducción y la posterior intervención, la tarea de esta debe ser también la reorganización ejecutiva de la entidad. Poner las cosas en su orden natural: los dirigentes (los idóneos y elegidos proporcional y democráticamente, apoyados por especialistas profesionales en cada área) deben dirigir con honestidad y sin apetencias personales, los entrenadores solo deben entrenar y los jugadores solo deben jugar.

Cuando los roles se salen de su camino lógico es un mal indicio.

Todos los actores de esta historia deben entender que la selección argentina existe desde 1921. En estos años pasaron gran cantidad de buenos y malos dirigentes, entrenadores y jugadores. Y seguirán pasando muchos más.

Pero la única que seguirá estando, siempre, es la selección argentina. Y nada ni nadie es más importante que ella.