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Hablemos de fútbol y no de crisis

BUENOS AIRES -- Los últimos días dejaron planteado un panorama interesante en el fútbol español. Porque más allá de que los medios se regodeen hablando de las supuestas crisis del Barcelona y del Real Madrid, lo que importa es que otra vez hay un terceto que los incluye a los dos, junto al Atlético Madrid, peleando en todos los frentes.

Esa es la realidad hoy por hoy: los tres están muy cerca el uno del otro en la punta de la Liga y también siguen en carrera en la Champions, mientras que dos de ellos chocarán entre sí en cuartos de final de la Copa del Rey.

Lo otro es puro ruido y exceso: ¿alcanza con dos derrotas seguidas para hablar de crisis en un Real Madrid que viene de ganar prácticamente todo y es puntero de la liga? ¿Es suficiente un supuesto distanciamiento entre el DT y su máxima figura para usar la misma palabra, crisis, cuando Barcelona está en carrera y bien parado en todas las competencias que disputa?

Bien lo dijo Carlo Ancelotti tras la derrota 2-0 ante los vecinos en la ida de octavos de la Copa: "Hablar de crisis es un poco exagerado". Y lo es, sin duda, más allá de que el Real Madrid no haya dejado una buena imagen en el Calderón, donde se mostró como un equipo poco ambicioso y sin penetración.

Pero hay que poner las cosas en su contexto: las dos caídas se dieron como visitante en estadios difíciles y en los que perder entra dentro de la lógica. Valencia es hoy el primer equipo después de los tres que mandan. Y se se quiere sumar una tercera derrota, la del amistoso ante AC Milan, lo que hay que entender es que el problema no fue el resultado del amistoso, sino haber sumado, en pos de un dinero que el Madrid no necesita, un partido extra en un momento en el que lo mejor hubiera sido darle descanso a varios jugadores.

La realidad es que recién comienza la segunda mitad de la temporada y el Real Madrid, hasta esta seguidilla de traspiés, venía demostrando ser uno de los mejores equipos del momento. Los ocho goles en contra son muchos para un equipo que venía luciendo sólido, pero el fin de semana ante Espanyol deberá empezar el camino de la recuperación en el juego, que debería enderezar el rumbo de los resultados.

Luego tendrá un partido difícil la semana que viene, tratando de remontar dos goles ante un equipo al que cuesta mucho entrarle, pero hay tiempo de sobra para juzgar su rendimiento sin caer en el facilismo de criticarlo por un par de resultados adversos.

No es tan distinta la situación con el Barcelona, por más que las urgencias sean mayores para un club que la temporada pasada se quedó con las manos vacías. Pero aun así, me da la sensación de que se magnifican situaciones que son habituales en un equipo de fútbol como en cualquier otro espacio de convivencia.

¿Quién no ha tenido jamás cruces de opiniones y discusiones con familia y amigos? Ni qué hablar en el trabajo... que eso es un equipo de fútbol, en definitiva: un equipo de trabajo, en el que conviven distintas visiones, en el que algunos dirigen y otros obedecen, pero donde constantemente se está tratando de congeniar y ponerse de acuerdo para ir todos en busca de objetivos en común.

Por experiencia, por haber estado tanto del lado del jugador como del entrenador, insisto con que no hay que magnificar estas situaciones. Quienes han estado adentro de un grupo deportivo saben que, como en cualquier grupo humano, los intercambios de opinión suceden todo el tiempo, y la inmensa mayoría no genera crisis ni nada que se le parezca. Los mismos protagonistas resuelven estas situaciones como parte de su devenir cotidiano.

Habrá técnicos con más diplomacia y otros más frontales, jugadores más sumisos y otros más desafiantes, pero todos saben que el límite suele estar en el respeto por los compañeros. Si ese límite no se cruza y ambas partes actúan con inteligencia y flexibilidad, lo lógico es que los momentos de conflicto queden atrás rápidamente y cualquier rispidez ya esté olvidada a la hora de entrar a la cancha.

Tal como el Real Madrid, el Barcelona debe enfocarse en el fútbol, que es lo que a la corta o a la larga le permitirá sepultar todo lo que se habla sin sentido sobre su crisis, como el análisis de cuánto se aplaude a Messi o a Luis Enrique. La prioridad para Barcelona es conseguir un estilo un poco más simple y frontal, que lo ponga más y mejor en situación de gol, sin perder el buen tratamiento de pelota que ya es marca registrada y que lo convirtió por años en el mejor equipo del planeta.

Por si necesitaba un rival que le sirva de medida, el domingo recibirá a un Atlético Madrid que viene en alza. Y, como vimos en la semana, decidido a aplicar su libreto aun cuando juega de local, esperando a rivales más poderosos ante los que intentar jugar de igual a igual lo dejaría, irónicamente, en desigualdad de condiciones.

Los títulos conseguidos en el ciclo Simeone le dan crédito para seguir haciéndolo: ningún hincha colchonero se va a enojar por ver a su equipo regalarle el protagonismo al rival, porque la apuesta por aprovechar al máximo las oportunidades de que disponga le viene dando resultado. Un Simeone que creció como futbolista en Italia tiene instalada la cultura del contragolpe, los convenció a sus jugadores y sigue dando muestras de inteligencia usando un sistema que le ha dado muchísimas más alegrías que tristezas.

No será distinto el domingo: Barcelona está obligado a salir a buscar a un Atlético que, a pura sangre fría, estará esperando su chance de lastimar. Además, reservó a medio equipo el miércoles para tenerlos a punto para la visita al Camp Nou.

Será un fin de semana que puede decir mucho sobre el estado actual de la Liga y sus tres principales contendientes. Ya veremos la semana que viene cómo sigue esta historia.

Felicidades.