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El ADN del Atlético eliminó al Real

BUENOS AIRES -- La Copa del Rey dejó atrás sus octavos de final y en el camino quedó uno de los grandes candidatos: el Real Madrid, que necesitaba un gran partido para remontar el 0-2 de la vuelta, pagó carísimo sus distracciones ante un Atlético Madrid implacable.

Fue una muestra más de que en el fútbol nadie tiene la verdad comprada. ¿Alguien se hubiera animado a decir que el multicampeón Real Madrid, probablemente el mejor equipo del momento iba a regalar no uno, sino dos goles antes del minuto de juego?

Me cuesta mucho encontrar un motivo que no sea falta de concentración, y aún así es difícil de entender cómo jugadores de tanta jerarquía pueden tropezar dos veces con la misma piedra y ante un adversario que, es sabido, saca el máximo provecho de sus oportunidades.

Aquí no hay responsabilidad del entrenador, por más que el Real Madrid tenga un esquema súper ofensivo y eso no ayude en estas situaciones. ¿Por qué? Por empezar, porque sus volantes centrales no son clásicos. Empezando por Kroos, pero siguiendo con cualquiera que se pare hoy en esa zona en el Madrid (Modric, Isco, etc.), prácticamente todos son jugadores con mucha más vocación ofensiva que de marca. Eso hace que no haya tanto relevo ni cobertura hacia atrás para ayudar a la última línea.

Era muy distinto cuando en el tándem central jugaba Alonso o Khedira, o los dos juntos. Con más características de cinco clásico, ambos tenían la capacidad de retroceder más y mejor y así asistían en más de una emergencia a los del fondo, sobre todo a los centrales.

Por otro lado, los laterales del Madrid piensan una y otra vez en abrirse para ofrecerse como opciones para proyectarse y atacar, sobre todo cuando la pelota pasa por los pies de Kroos. Eso los aleja demasiado de la franja central del campo de juego y así a ellos también les resulta difícil brindar cobertura defensiva extra al quedar tan distantes.

En ambas jugadas, Real Madrid dejó que el Atlético quedara en la situación que más le gusta, en la que puede aprovechar las capacidades que Diego Simeone ya le dejó marcadas en su ADN: una rapidísima salida vertical para provocar situaciones de enfrentamiento mano a mano (dos contra dos, tres contra tres, etc.) en la que aprovechar la velocidad, tanto de sus delanteros como de los mediocampistas que llegan a zona de gol.

Lo hemos dicho varias veces en este espacio: el Atlético no está interesado en generar fútbol a partir del monopolio del balón o la presión ofensiva. Sus argumentos son bien distintos pero igual de válidos y esa etiqueta la lleva estampada a fuego: defiende achicando espacios hacia atrás, busca conseguir superioridad numérica en las bandas y a partir de ahí, trata de salir rápidamente de contragolpe para causar esos mano a mano que explicamos arriba.

Cuando esas situaciones no prosperan, el Atlético igual sabe cómo terminar esas jugadas. Siempre habrá un centro o un remate para evitar que sean ellos quienes sufran una contra. Dudo de que en el ciclo de Simeone haya habido partido alguno en el que a su equipo le haya pasado lo que le sucedió al Real en el duelo de vuelta: que lo tomen tan mal parado en dos ocasiones casi idénticas.

Aunque suene paradójico, Simeone es un técnico más italiano que Ancelotti a la hora de parar a sus equipos. El actual entrenador del Madrid no tiene nada de qué avergonzarse y mucho ha conseguido jugando así, pero en línea con la escuela de Sacchi, es uno de los menos italianos en su propuesta de juego.

En definitiva, Atlético Madrid aprovechó al máximo, una vez más, las oportunidades que se le presentaron a partir del error rival. En el primer gol, con un Pepe que, dejando definitivamente atrás su imagen de rústico y hasta violento, perdió en un cruce por no reventar la pelota cuándo y cómo debía. En el segundo, con una muy mala entrega de Ramos que dejó otra vez mano a mano a los mismos dúos por ambos lados (Griezmann-Torres vs. Pepe-Ramos), y en ambas ocasiones con el mismo desenlace: gol del Niño.

Torres se siente cómodo con el sistema de Simeone, mucho más que en equipos que tienen más la pelota, porque él necesita espacios para aprovechar su velocidad. Por otra parte, Griezmann fue encontrando su lugar y está aportando no solamente en ataque, sino ayudando en defensa, convirtiéndose muchas veces en un mediocampista que tapona las subidas contrarias, tal como supo hacer Eto'o en el Inter de Mourinho. Si a ellos dos le sumamos el potencial goleador del croata Mario Mandzukic, sin dudas que Atlético ya debería haber olvidado la partida de Diego Costa.

Es que el plantel que hoy tiene Simeone es más pletórico que el que consiguió tantos logros en temporadas anteriores. Eso se notó en los dos duelos con su vecino, pero sobre todo en el de la ida, cuando sin varios titulares el esquema no se resintió y pudo imponer sus condiciones. Uno de los que particularmente me impresionó fue Mario Suárez, a quien recuerdo haber hecho debutar en el primer equipo en 2005 y que fue uno de los baluartes en el partido de vuelta.

Ahora Atlético Madrid tiene unas semanas decisivas por delante. Primero, dos duelos por cuartos de la Copa ante un Barcelona que, el fin de semana pasado, finalmente le encontró la vuelta y le ganó con claridad por 3-1. Después, el 7 de febrero, recibirá al Real Madrid por la Liga.

Que el Barcelona finalmente haya podido con el Atleti del Cholo no significa que sea favorito en la Copa. Será distinto también jugar a dos partidos, más cuando el de vuelta es en el Calderón. En todo caso, Barcelona debería aprender de los errores de los demás y tener muy claro que, por más que monopolice el balón, no puede dejar a los delanteros rivales mano a mano. Hay una diferencia de velocidad a favor de los del Atlético contra Mascherano y Piqué que podría ser letal.

En todo caso, uno de los dos equipos seguirá el camino del Madrid y quedará en carrera en solamente dos frentes, Liga y Champions League. Y en ambas tendrán al mismo Madrid como rival, ya que seguramente suceda lo que dijo Cristiano Ronaldo tras el partido: que su equipo, tras unas semanas en las que los resultados no se le dieron, pronto recuperará su mejor nivel.

Aprovecho la mención al portugués ganador del Balón de Oro para cerrar con una reflexión al respecto. ¿Por qué no se puede ser honesto a la hora de manifestar las preferencias futbolísticas de cada uno?

Esto viene a cuenta del pedido de explicaciones y las posteriores disculpas de Robert Lewandowski por haber elegido a Cristiano Ronaldo por delante de su compañero en el Bayern Munich Manuel Neuer. Tanto los cuestionamientos de distintas personas del mundo del fútbol como el arrepentimiento del delantero me parecieron innecesarios. A la hora de elegir, no cuentan ni las amistades ni los compañeros, sino que uno está manifestando una opinión honesta y nada más.

Felicidades.