Carlos Bianchi 9y

Barcelona está de regreso

BUENOS AIRES -- Por segunda vez en 10 días, el Barcelona le ganó al Atlético Madrid. Primero fue por la Liga y después por Copa del Rey, pero en ambas ocasiones, fue superior en el juego y mereció irse ganador.

No es poca cosa, pensando que establecer superioridad es algo que le venía costando ante este rival en particular pero también ante otros de menor jerarquía, al punto de disparar rumores de crisis que se disiparon apenas los resultados volvieron a acompañar.

Lo cierto es que en los dos partidos ante el Atleti pero en otros compromisos también, casi sin darse cuenta el Barcelona se pareció mucho más al de antaño, a aquel equipo prácticamente invencible que no solamente ganaba, también gustaba y goleaba.

Considerando los altibajos del Barcelona antes del 3-1 frente al Atlético, esa actuación podría haber sido una excepción, esos partidos en los que todo sale bien. Ese día el equipo de Luis Enrique manejó los tiempos del partido, tuvo, como tanto le gusta, el monopolio de la pelota, y además de las tres que concretó, generó muchas más situaciones de gol ante un equipo al que, si algo lo caracteriza, es que deja llegar muy poco a sus rivales.

Pero en los siguientes compromisos, y especialmente en la ida de cuartos de Copa del Rey, otra vez ante el Atlético, Barcelona continuó dando muestras de solidez. Una vez más, tuvo la pelota, la usó bien, buscando una y otra vez los espacios menos ocupados, y si no pudo abrir el marcador casi hasta el final del partido fue por dos motivos: primero por imprecisiones propias en el último toque, ese que deja a alguien de cara al gol, y segundo porque adelante tuvo a un equipo que corre y presiona sin descanso, haciendo mucho más difícil que las chances lleguen por más elaboración que haya.

El gol llegó casi sobre el final con un penal que, a mi entender, no se puede discutir, porque si bien el contacto fue mínimo, el gesto técnico de Juanfran buscando la pelota tan tarde es infracción, por más que Busquets haya hecho todo un poco más espectacular con su caída. Pero lo que importante es lo que decíamos antes: Barcelona había buscado más y mejor la victoria, aún a costa de quedar expuesto muchas veces ante un equipo que es temible en la contra.

Los resultados se están dando por una mejoría en el rendimiento colectivo del Barcelona en el que seguramente tienen mucho que ver las actuaciones individuales, en un plano superior al de fines de año. Por ejemplo, Rakitic levantó en el manejo del balón, con lo cual Busquets tiene más disponibilidad para colaborar en la marca. Dani Alves volvió a ser el socio tremendo de Messi por derecha, proyectándose y triangulando para abrir huecos en las defensas. El mismo Messi luce renovado y descansado, más inclinado sobre la derecha pero igual o más peligroso a la hora de recortar hacia adentro.

Y hay un jugador que está volviendo a su mejor versión que termina influyendo en el funcionamiento del conjunto: Piqué, importantísimo cuando ofrece seguridad en la marca, ya que eso le permite a Barcelona monopolizar la pelota y atacar sin miedo a quedar mano a mano atrás. Cuando Piqué está bien, el resto de los jugadores con funciones defensivas se acomoda con mucha más tranquilidad alrededor de él.

En definitiva, Barcelona parece haber vuelto a sus orígenes, volcando mucho más el juego hacia la derecha (Alves-Messi entraron mucho más en juego que Alba-Neymar) y tratando de que, tarde o temprano, la generación de juego termine en situación de disparo y con la pelota en los pies de su máxima figura. Crear chances para Messi es otra vez el mejor argumento para el Barcelona, y si no tuvo más ante el Atlético fue por los dos motivos que explicamos arriba.

El que no termina de adaptarse del todo a este esquema, tal como le pasó a casi todos los número nueve del Barcelona de los últimos tiempos, es Luis Suárez. El uruguayo es un jugador que se siente más cómodo con espacios para correr que tocando y tocando. A un equipo que hace circular tanto la pelota se le cierran atrás, con lo cual esos espacios se reducen, y así a Suárez le cuesta mucho más generarse oportunidades.

Seguramente Suárez encajaría mejor en un esquema como el de Simeone, donde jugadores como Torres y Griezmann aprovechan su velocidad con campo para correr. Por el contrario, es a Mandzukic, un jugador con más pie pero menos explosión, a quien le cuesta adaptarse. Ninguno de los delanteros estuvo tan fino ante Barcelona como lo habían estado ante Real Madrid. Incluso, en el primer tiempo Torres y Griezmann tuvieron una situación de dos contra uno que terminó con Piqué interceptando el último pase. 

La línea ofensiva del Atlético sin dudas deberá mejorar y volver a tener la contundencia habitual si quieren remontar la eliminatoria, pero el gran interrogante está atrás. No estará Godín para la vuelta, y el uruguayo viene siendo de lo mejor en su equipo, tanto en la marca como en el juego áereo en ambos extremos del campo.

Será interesante ver cómo rearma la defensa Simeone y cómo plantea un partido en el que tendrá que cumplir un rol en el que no suele sentirse cómodo: el de quien tiene que salir a ganar. Es cierto que hay solamente un gol de diferencia, pero si Barcelona anota primero, los tres o más que tendrá que buscar Atlético pueden ser una misión imposible. Porque si bien en los últimos tiempos el Atlético no perdía ante Barcelona, y eso podía dar la sensación de una relativa dominación, con Simeone en el banco los colchoneros solamente ganaron una vez, con cinco empates y cinco derrotas. 

Del lado del Barcelona, no me extrañaría que ese gol de ventaja lleve a Luis Enrique a adoptar un esquema menos ofensivo, más inclinado hacia un 4-4-2. Con Iniesta recuperado y más participativo, quien sabe si no será el momento de Xavi para entrar a cuidar más todavía la posesión. Será otro duelo entre dos equipos que juegan un fútbol muy diferente pero que producen choques muy interesantes de ver desde lo táctico, como lo fueron los dos recientes. Ojalá que no haya dos sin tres.

Felicidades.

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