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Camuflaje

BUENOS AIRES -- La jerga deportiva, a menudo de vuelo bajo y escasa autonomía, suele incorporar términos bélicos para pintar situaciones de preparación y competencia. Más allá del dudoso gusto con el que son utilizados, forman parte de usos y costumbres. El desarrollo tecnológico en la Fórmula Uno, por caso, siempre ha sido comparado con una carrera armamentística. La categoría sabe de escándalos de espionaje y tráfico de información, y de contiendas en las que los rivales se juegan la vida. Y eso si nos detenemos justo antes de comparar a pilotos muertos o heridos con bajas de militares en misión heroica.

El inicio de la pretemporada 2015 agregó un detalle a la puesta en escena de guerra virtual: el camuflaje completo. Red Bull mostró públicamente su RB11-Renault con una decoración a rayas negras y blancas en la que apenas se destacan los carteles de los patrocinadores, isotipos y logotipos todos en un mismo tono. Esa pátina especial y el rendimiento y confiabilidad del campeón Mercedes fueron los datos sobresalientes del primer día de ensayos colectivos en la pista andaluza de Jerez de la Frontera.

Red Bull sorprendió -otra vez- en Fórmula Uno pero no se trata de una innovación absoluta. Varios equipos de distintas categorías e incluso automotrices han elegido decorar a sus modelos como una cebra para las primeras apariciones públicas. Más allá del impacto y la llamada general de atención, detrás hay un plan con objetivos precisos. Una de las metas es dificultar el trabajo de los adversarios, siempre preparados para fotografiar y filmar cada detalle del rival. No en vano muchos de los coches del Campeonato Mundial que son presentados con ceremonia oficial -sea abierta a la prensa o a través de un lanzamiento virtual que evita preguntas incómodas- no cuentan con las últimas soluciones aerodinámicas diseñadas por las escuderías para que las demás escuadras no estén alertas y se enteren recién cuando el coche está corriendo en pista.

A mediados de los 90, en muchas especialidades -principalmente de monopostos- había cundido la costumbre de tapar los alerones con una funda no bien el vehículo llegaba a boxes. Así, los demás equipos no podían copiar los últimos desarrollos o saber qué graduación de ala era usada en la puesta a punto. O simplemente se buscaba despistar al otro. "Tapás algo para que los demás piensen que ahí está el secreto de tu rendimiento y quizá tenés lo mismo que los demás y hacés la diferencia con otra cosa", supo ilustrar por lo bajo un técnico de Fórmula 3 en aquellos días.

Unos años atrás, cuando los técnicos de Fórmula Uno empezaban a usar los gases de escape con efecto aerodinámico, Red Bull pegó calcomanías a cada lado de su coche con fieles imágenes de las salidas de escape, tizne incluido. Sus rivales escudriñaron en fotos e imágenes de televisión hasta que semanas después descubrieron la treta: Adrian Newey había diseñado la salida de escapes hacia abajo, al piso. Cuando los demás tomaron nota, recién entonces empezaron a pensar cómo adaptar la solución a sus máquinas, qué rendimiento podían sacarle, para luego construirla y montarla. Red Bull tenía ventaja.

La estrambótica decoración usada por la formación de las bebidas energizantes en las prácticas en España tiene numerosos antecedentes: con distintas variantes, antes la llevaron -entre otros- el equipo X-Raid que alista los Mini del raid Dakar, Audi cuando estrenó su modelo 2012 en Turismo Alemán, Citroën al poner en pista su C-Elysée del Mundial de Turismo y Porsche al montar su modelo para las 24 Horas de Le Mans. La confusa pintura complica la distinción precisa de líneas aerodinámicas, tomas y entradas de aire, canalizadores, deflectores y salidas de aire caliente. "Además, se deja un mensaje a la competencia y al ambiente del tipo 'estamos trabajando' o 'se viene algo nuevo'", precisa el mendocino Orly Terranova, piloto del equipo alemán de los Mini en el Dakar.

Si bien no es tan barato ni fácil como el truco infantil de pintarse la cara con corcho quemado para simular suciedad, la decoración de cebra o camuflaje con la que Red Bull provocó conmoción en el primer día de ensayos resulta una inversión menor para una corporación de Fórmula Uno acostumbrada a erogaciones anuales superiores a los 300 millones de euros. Cuentan que en menos de un día de trabajo de media docena de mecánicos y por 5.000 euros, el auto queda listo para la guerra. Bah, para la batalla... En rigor, decorado para esconder un poco y disimular otro tanto. Que de eso también se trata el deporte. Y la guerra.