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Mi experiencia con Jorge Mendes

Acercarse a Jorge Mendes no es difícil. Lo complicado está en que el agente más importante en estos momentos en el Mundo del Fútbol tenga un momento para atender a otra cosa que no sean sus representados. Es alguien que vive por y para su trabajo. Tres teléfonos celulares en su mano, dos portugueses y un español, y con la amenaza de la llegada de uno más próximamente.

Pero si se salva ese gran obstáculo y te dedica de manera continuada al menos 15 minutos de su tiempo, lo que se descubre es a una de las personas más normales que puede haber en este hábitat futbolístico con el que convivimos hoy en día futbolistas, entrenadores, directivos, managers, aficionados y periodistas. Normal es la manera de presentarse, es la forma de expresarse y son las ideas que expone durante la entrevista.

Tener a muchos de los mejores jugadores del planeta en su cartera no le hace posar delante de la cámara como alguien con poder y empeñado en ocultar sus armas de trabajo. Al contrario, mientras habla da la sensación de honestidad y transparencia que les falta a otros protagonistas del mundo del balón. Se expresa con naturalidad y cercanía, a veces con demasiados gestos para reafirmar sus ideas. No necesita disfrazar su discurso en frases subordinadas que no conducen a ninguna idea. Sus respuestas son titulares en sí mismas.

Tal es la capacidad de atracción de Jorge Mendes que por un momento provoca la sensación en el oyente de estar entrando en un posible "síndrome de Estocolmo" ante la convicción con la que expone sus argumentos y visión del momento por el que atraviesa el deporte rey de este planeta. Síndrome que él mismo se encarga de eliminar al aceptar críticas a sus respuestas y repreguntas sobre lo escuchado.

Una posición tan privilegiada como la que Jorge Mendes tiene en estos momentos es a la vez de las más envidiadas. Algo innato en el ser humano y con lo que él trata de sobrevivir en la jungla que es el Mundo del Fútbol.

Hiperactivo física y mentalmente, no deja de sorprender incluso cuando la cámara deja de grabar. Él continúa con su discurso hasta que alguien de su equipo le indica que tiene que seguir con su agenda. Y es ahí cuando muestra que nunca deja nada a medias. Ante el interés del reportero por saber más cosas, aunque sea en el famoso "off the record", Mendes invita a continuar el diálogo más tarde en una de esas cenas en las que es capaz de reunir a sus viejos amigos con los nuevos, e incluso con recién conocidos como es nuestro caso.

Toda una experiencia conocer a Jorge Mendes.