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Sufriendo con River Plate

BUENOS AIRES -- Me prometí hace años que no volvería a sufrir por ningún equipo más. Como todos saben fui hincha de Independiente durante casi cuarenta años, hasta que me cansé y dejé de ser hincha. NO sé si se puede dejar de ser hincha de un club, pero como sea, yo casi pude.

Este es un capítulo de mi vida duro, olvidable, en el cual luché durante años por ver jugar bien a Independiente y salvo algunas campañas, eso ocurrió en contadas ocasiones. Con el descenso me saturé y renuncié a ese club que me daba mas sufrimientos que alegrías. Desordenaba mi vida y mis sentimientos de una manera notable. Vestía siempre con algo rojo y no podía seguir así...

Ayer me llamó un amigo que sufre como yo, me pide consejos, no sabe qué hacer. Admira mi decisión, pero a su vez es incapaz de dar un paso al costado, siente que River Plate es lo más profundo y admirable de su vida. Bueno, quizás lo sea, ¿por qué no? ¿Qué tiene de malo pensar que el amor futbolero de un hincha por su club se puede transmitir a todos los órdenes de la vida?

Jorge Lobiano se llama mi amigo, y no conozco un hincha que sienta tanta pasión como él. River Plate debería estar orgulloso de tener entre sus filas a un hincha con semejante corazón. A mí, Jorge, para ser sinceros, me da un poco de pena. Sobre cuando River juega esos partidos horrendos, cuando el gran Teo Gutierrez no lo puede ni tocar y hace desastres; en esos momentos pienso en mi querido Jorge.

¡Y todo ese sufrimiento se desbordó anoche! Acompañé a mi amigo a sufrir a un bar de la calle Corrientes. Fue tanta la amargura que no me quiero ni acordar del Juan Aurich y su cancha sintética de Chiclayo.

¡Pobre Jorge! Comenzó a transpirar en su silla del bar, tuve que pedirle cuatro cervezas y un whisky al final para que se tranquilizara. NO era para menos, River jugaba realmente mal y mi amigo, parecía volverse loco, como si fuese Marcelo Gallardo.

El gol de Balanta tranquilizó un poco las cosas. Pero los errores de Teófilo Gutierrez ponían a mi amigo al borde del infarto. Tuve que pararlo.

- ¡Basta, Jorge! Si te vas a poner de esta manera, mejor vamos a ver libros a las librerías de saldos...

- ¡Estás loco, vos! ¡Juega River Plate, lo mas importante de mi vida!

- Entonces tenés que ir al médico amigo, un psicológo tal vez, no podés seguir sufriendo así...

- Sabés que pasa, Cucu querido. Es que vos no sos hincha de nadie entonces te cuesta entender el sentimiento de los hinchas que no abandonamos al equipo por nada ni nadie.

- ¿Para ser hincha de fútbol no tenés que tener familia, entonces?

- No. No digo eso. Pero la familia tiene que comprender...

- ¿Es dificil comprender las locuras ajenas, Jorge? ¿Qué sabes lo que está pasando en este momento por la cabeza de Teo Gutierrez? ¿Te das cuenta?

Jorge no quiso escucharme más. Se pidió dos porciones de muzzarella y se enterró en el mal funcionamiento del equipo. Sufría más Jorge que Gallardo en el banco. A los jugadores de River se los veía parsimoniosos, lentos por momentos.

Cuando al fin terminó el partido, lo invité a Juan a tomar un whisky a un lugar con poca luz. No tenía sentido sufrir tanto por un partido de fútbol, aunque el equipo que jugara fuera el más importante para tu vida.