Washington Cucurto 9y

Barcelona en Francia

RENNES -- Queridos lectores, esto es espectacular. No hay hinchas mas enloquecidos que los franceses. Acabo de llegar con mi traductora de francés al bar el Papagayo, en el centro de Rennes, en Francia. Hace mucho frío pero la gente fuma en la vereda, miran pasar el mundo y más de uno toma su taza de sidra caliente. ¡Oh, estamos a segundos de que comience el gran partido!

Con Ondine, mi traductora, claro, nos sentamos frente al televisor mientras tres brasileños borrachos se sientan al costado nuestro. Todos miran a Ondine con afectividad y a mí, con todo el odio del mundo. Es muy linda Ondine y merece todas las miradas de los hombres.

Comienza el partido y Ondine grita "¡esto es eléctrico!", la frase me desconcierta, pero Messi hace grandes jugadas, elude jugadores del Manchester como si fueran caramelos que un hincha arrojó al cesped de juego. Eso parecían ser Demichelis y las dos torres que juegan con él en la defensa del Man-City.

"¡Oh, por todos los cielos, jamás en Francia he visto algo igual!", repetía Ondina, visiblemente conmovida. Messi tiró un caño que hizo levantar de sus asientos hasta el mismo Pep Guardiola, pero no fue el único antes había tirado dos más y en carrera.

Agüero y compañía no sabían qué cornos hacer para detener a Messi y a Neymar. Faltaba la precisión del Toro Suarez y me lo hizo saber mi querida Ondine, que aprendió castellano en Cuba y cuando me habla siento que me está hablando una negra cubana pero de ojos celestes y pelo rubio. "Oye, Cucu, qué salao este Suarez, no está fino con la puntería".

Es evidente que Ondine sabe de fútbol, pero mucho más saben los brasileños que, a cada jugada de Neymar, saltan de su silla y le hacen bromas a los franceses de las demás mesas. ¡Brasil, Brasil!, gritan a tono de samba mientras Neymar y Dani Alves hacían de las suyas.

Gracias a la influencia, el entusiasmo y la poesía toda que me transmitía Messi, de pronto me enamoré de manera natural de Odine. Me enamoré muchísimo, pero... ¿no estaría cometiendo una locura? ¿Es positivo enamorarse de la traductora de tu libro quien, gentilmente, te invita a conocer su ciudad?

El fútbol y Messi, no solo me despertaban fuertes pasiones, sino también ahora me encendían en el alma un amor infinito hacía esta joven casi desconocida. La vi temblar, la sentí comerse las uñas, atenta en el televisor viendo como Messi pegaba un contragolpe mortal; ida, etérea, aérea, estaba sentada al lado mío pero era como si no estuviera. El partido se la llevada de mi lado.

Los brasileños gritaron el gol de Barcelona... pero ya no importaba, todo lo que sucediera en la cancha para mí era anecdótico, la imagen de Ondine invadía mi cabeza como si fueran malos pensamientos luego de una borrachera... Me sentí como un patito mojado en una palangana de agua fría.

Comencé a mirarle las manos, el pelo que caía sobre sus hombros, la nariz, estar junto a ella, compartir una cerveza en un bar cualquiera del mundo me daba mucha felicidad. Messi estaba ahí pero no estaba, de pronto ella me dijo, "oye, Cucu, qué despilfarro es esto: ese es el plus que tienen los argentinos, podrán ganar, podrán perder, podrán escribir bien o mal, pero son distintos, de pronto eyaculan poesía, de pronto tiran un caño, hacen los imprevisto y eso los vuelve furiosamente sexuales".

Me quedé helado, me dijo esa frase mirándome a los ojos, mientras detrás nuestro rugían los leones de Brasil. Me sentí feliz, ahí, mirando sin ver, enamorado de una desconocida, esperanzándome con esto de que todavía se puede patear el tablero. Lionel Messi, me lo demostraba en cada movimiento.

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